Después de varias semanas probándolo, finalmente me puedo permitir explayarme en detalle con mi revisión del HTC Desire. Un terminal que combina la potencia de un hardware a la última con un software que no para de mejorar, embotellado en una interfaz muy bien integrada y atractiva.
En esta primera parte dejo los detalles de su diseño y su hardware, intercalando opiniones y experiencias. Os adelanto que se ha convertido en mi opción favorita del mercado español, sólo comparable a su primo hermano el Nexus One que está a punto de salir.
Un diseño sobrio que no llega a enamorar
En cuanto al diseño del HTC Desire, yo mismo tengo opiniones encontradas. Podría decirse que tiene acabados más sobrios que el Nexus One, pero en general el diseño de ambos causa las mismas sensaciones, de delgadez y gomosidad. Sus 119 milímetros de alto y 60 de ancho conjuntan asombrosamente bien con los 11,9 de grosor.
Lo primero que percibimos del Desire es su parte frontal, donde predomina un imponente panel de 3,7 pulgadas, al que dedicaremos el siguiente apartado. La fachada tiene un marco de plástico duro y de color cobrizo, muy atractivo (también se comercializa en negro y en plateado). Del mismo color se han pintado la botonera para controlar el volumen y el botón para bloquear el terminal. Este último está ligeramente inclinado y ubicado a la izquierda (a diferencia del HTC Legend, que lo tiene a la derecha), y es cómodo acceder a él con el dedo índice.
Bastante menos estética es la parte inferior del diseño frontal, donde están el trackpad óptico y los botones típicos de un teléfono Android. Estos son botones físicos, metálicos y retroiluminados; muy parecidos a los del HTC Magic. Por un lado, los botones físicos y separados son menos atractivos que los táctiles del Nexus One o la opción de ponerlos juntos como en el HTC Hero o el Legend, pero por otro no sufriremos ningún tipo de equivocación al pulsarlos sin mirar.
El color marrón oscuro y la textura gomosa de esta parte de abajo coinciden con la parte trasera del teléfono. El revés del Desire está completamente forrado por esa capa de goma que se hace muy agradable al tacto cuando se sostiene y al mismo tiempo aporta un buen agarre cuando el teléfono está en una superficie inclinada. Una parte trasera demasiado sobria para un terminal de gama alta (o un crítico muy exigente, ustedes deciden). La tapa se extrae fácilmente con una ranura en la parte superior para tener acceso a la batería, la SIM y la microSD.
Detrás destaca sobre todo la cámara: el óvalo metálico que protege a la lente y el pequeño flash LED a su derecha. La cámara sobresale notablemente por encima de la tapa, y hace de frágil pie cuando se apoya el teléfono en una superficie plana (esto es un añadido de fragilidad importante, pero imaginamos que forzado por la finura del teléfono). En la esquina superior derecha, la tapa tiene un sarpullido de agujeritos situada encima del altavoz, más adelante hablaremos de éste. El logo de HTC aparece al centro en relieve.
El HTC Desire pesa 135 gramos y tiene un diseño ergonómico. Al ser un terminal grande, es más fácil de controlar a dos manos que a una, pero es completamente admisible usarlo con una sola mano (aunque entonces lo sostengamos con menos firmeza).
Un hardware que es amor a primera vista
El HTC Desire es el teléfono Android más potente en números que tenemos ahora mismo en España, y lo seguirá siendo durante un tiempo a pesar de la salida inminente de su primo hermano el Nexus One (con el cual comparte gran parte del hardware, salvo detalles).
Lo primero a destacar es la pantalla de 3,7 pulgadas, un panel AMOLED extraordinario, con su capacitancia bien acompañada por las cualidades multitáctiles de Android 2.1. Muestra una resolución WVGA de 480 × 800 píxeles, a la que nos acostumbramos inmediatamente si venimos de la más típica HVGA. Dejo aquí una captura sin reducir en la que se comprueban las posibilidades de esta resolución en la navegación web.
No obstante, desde mi punto de vista la mayor ventaja del tamaño y resolución de la pantalla no es la navegación web sino el teclado. Con el teclado virtual de HTC Sense en horizontal puedo escribir igual o más rápido que con el iPhone (cuya sensibilidad y precisión siempre ha sido el ejemplo a seguir), y desde luego no echo en falta un teclado físico (al menos no uno como el de Motorola Milestone). Para muchos usuarios, la opción de un teclado hardware es un punto muy a favor, pero en mi opinión con paneles tan grandes y de buenas resoluciones como en el Desire, estos teclados son sólo una lacra para la finura del diseño (que el bolsillo de nuestros vaqueros siempre agradecen).
El lado negativo de la pantalla AMOLED es la poca visibilidad que ofrece con el sol dándole de lleno. Nos vemos obligados a aumentar el brillo cada vez que salimos a la calle (el widget de control de energía de Android es de agradecer). Al configurar el brillo al mínimo es directamente imposible diferenciar nada, y reservamos este estado para andar por casa. Un brillo medio será suficiente en cualquier contexto, salvo cuando la luz natural pegue fuerte. El extraordinario ángulo de visión, los formidables colores y la sensibilidad de la pantalla nos hacen olvidar este defecto.
Cambiando de tercio, si hablamos de la potencia del Desire, tenemos que pararnos a ensalzar su cerebro: un Snapdragon de 1 GHz por el cual me quito el sombrero ante Qualcomm, salvo en un detalle: se calienta considerablemente. Cuando le damos un uso intensivo al teléfono (juegos o aplicaciones pesadas) notamos cómo la goma de la tapa empieza a calentarse en la palma de nuestra mano. No es incómodo, no llega a quemar ni freiremos huevos, pero se nota. Imagino que es una de las razones para no usar aluminio en este terminal de alta gama.
Pese a este detalle, el Snapdragon es una maravilla. Tira juegos en 3D muy pesados como Raging Thunder 2 con fluidez (el terminal carece de una GPU separada) y la velocidad al cambiar entre aplicaciones es envidiable si se viene de un Android de generaciones anteriores. En este sentido es más rápido que el iPhone 3Gs, cuya fluidez siempre se ha alabado.
Complementan al CPU una memoria RAM de 576 MB, con la que no notamos la veintena de aplicaciones que vamos dejando abiertas en segundo plano, y una ROM de 512 MB. Respecto a esta memoria interna, tengo un sabor agridulce. A las dos semanas de usar el teléfono, ya me estaba avisando de la escasez de memoria interna. No tengo demasiadas aplicaciones, así que me sorprendió pues es algo que nunca me pasó con el HTC Magic. ¿Quizá por culpa de Sense? Esperemos que esta tarde anuncien un app2sd oficial (para instalar aplicaciones en la microSD de 4 GB) y pueda solventar esta limitación.
Actualización: publicada la segunda parte de la review.
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