Una de las noticias tecnológicas de la semana pasada fue el problema con las baterías del Galaxy Note 7, que llevó a Samsung a detener las ventas del dispositivo y a ofrecer un cambio por un terminal nuevo a los usuarios que ya lo compraron. Para reforzar las precauciones, las baterías de los dispositivos sustituidos serán encargadas al fabricante chino ATL, algo lógico si consideramos que el fallo venía de Samsung SDI, la filial responsable de fabricar las baterías de la compañía.
Según estimaciones de analistas para Bloomberg, este recall le costará a Samsung unos mil millones de dólares. La compañía tendrá que sustituir los 2.5 millones de Note 7 distribuidos desde que saliera a la venta hace dos semanas, y eso que se encontraron problemas con las baterías en 'sólo' 35 unidades del total.
¿Es exagerado el movimiento de Samsung?
Teniendo en cuenta que el problema con la batería entrañaba riesgos para los usuarios (las baterías se incendiaban y podían llegar a explotar), no es una decisión exagerada en términos de seguridad, incluso aunque el porcentaje de dispositivos afectados sea muy bajo.
Aparte de la fundamental cuestión de seguridad, la reputación de Samsung está en juego y no olvidemos que la coreana ha invertido mucho en innovación y desarrollo en los últimos años para que su percepción de marca esté lo más arriba posible. El punto álgido de ese proceso se produjo, sin duda, con el Galaxy S7 edge, que recibió muy buenas críticas y funcionó muy bien en el mercado, y, de hecho, el Note 7 venía a rematar ese momentum. Las impresiones y reviews estaban siendo geniales (recordamos las nuestras en Xataka) y todo auguraba un buen lanzamiento para un gran dispositivo.
Es preferible "perder" mil millones ahora que tener un problema de reputación a largo plazo
Todo iba sobre ruedas, incluso con algunas semanas de ventaja con respecto a los lanzamientos de Apple de septiembre, pero, de repente, se reporta y se reconoce este problema con las baterías. Desde luego, no podría haber sucedido en peor momento, aunque, según los expertos, la rápida respuesta de Samsung será mucho mejor para su reputación a la larga que tener que "perder" ahora mil millones de dólares para solucionar el problema.
Para tener algo de contexto, esos mil millones de dólares suponen un 5% del total de sus ingresos estimados para este año, que ascenderían a 20.600 millones de dólares. No parece demasiado dinero cuando lo que está en juego es tu marca y la imagen que tienen de ti los usuarios, ambos factores determinantes para las ventas.
En cualquier caso, aunque el lanzamiento quede marcado por este problema, hay que aplaudir a la compañía por su firmeza y transparencia con lo sucedido y, además, queda por ver si con el paso de los meses acaba quedando como algo meramente anecdótico o de verdad le pasará factura al Note 7 y a Samsung.
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