Mientras en nuestros ordenadores personales ya nos hemos acostumbrado hace tiempo a realizar actualizaciones periódicas del sistema operativo, este es un acto no tan habitual en el teléfono móvil. Pero con el aumento de funcionalidades de estos cada día será más normal verlo.
Es el caso del T-Mobile G1, que ya ha visto su primera actualización de seguridad poco tiempo después de su lanzamiento, tras haberse descubierto un problema en el navegador que podría permitir a un atacante obtener nuestras contraseñas.
Casos como este demuestran la necesidad de un sistema de actualizaciones intuitivo y con un proceso sencillo de realizar por parte del usuario. En el caso del G1 la actualización se hace OTA (Over The Air), es decir, se descarga automáticamente en el teléfono sin necesidad de realizar ningún proceso especial.
Otro ejemplo de sistema sencillo es el del iPhone, que solo debemos conectar a nuestro ordenador para que este detecte si hay alguna versión nueva del sistema operativo y nos pida permiso para actualizarlo. En cambio, sistemas como Windows Mobile, que teóricamente podrían llegar a realizar actualizaciones automáticas, nunca han aprovechado esta funcionalidad.
En cambio, debemos ir a la página del fabricante a comprobar si dispone de alguna versión nueva del firmware. Y aunque esto podía tener más sentido en antiguos modelos, sin conexiones a la red y sin tantas funcionalidades, teléfonos que son pequeños ordenadores requieren de procesos de actualización del software efectivos.
Esperemos que Microsoft trabaje en este problema en Windows Mobile 7 y lo ponga a la altura de sus competidores.