Es una de las grandes promesas del segmento de la movilidad y de la tecnología en general. Canonical era la primera en apuntar a un mundo convergente en el que tu smartphone pudiera convertirse en tu PC de sobremesa, y para ello hace año y medio lanzaron Ubuntu for Phones (o Ubuntu Touch), una versión de su distribución Linux orientada a smartphones.
Nos hemos propuesto analizar el rendimiento de la plataforma y del camino recorrido dieciocho meses después. Armados con un Nexus 4 y con la última edición de desarrollo de Ubuntu Touch os contamos cómo ha sido nuestra experiencia con una plataforma muy ambiciosa pero que a día de hoy tiene mucho camino por recorrer. Muchísimo.
La instalación de Ubuntu Touch en el Nexus 4 es relativamente sencilla, aunque en la guía oficial de Canonical (cuidado, utilizad la nueva, no la antigua) recomiendan contar con una distribución Ubuntu instalada en un PC o portátil para completar el proceso. Una vez instalada la imagen, ya pudimos comenzar a utilizar el smartphone para evaluar su funcionamiento.
Los gestos lo son todo
Lo primero que sorprende de la aproximación de Canonical es la ausencia (al menos, de momento) de botones software tradicionales. No hay botón de inicio (Home), y tampoco otros accesos rápidos tradicionales en Android como el botón que permite volver atrás o el botón de menú. Ese espacio de los Nexus 4 queda por tanto sin utilizar, y en lugar de esos accesos todo en Ubuntu Touch se controla a través de gestos.
Así, al deslizar el dedo de abajo a arriba mostramos las opciones de la aplicación en ejecución (por ejemplo, la barra del navegador), mientras que si deslizamos el dedo desde el borde superior hacia abajo aparece el sistema de notificaciones de Ubuntu.
En el caso de deslizarlo desde el marco izquierdo del teléfono hacia la derecha nos encontraremos con el lanzador de Ubuntu Touch, calcado (o más bien, adaptado) al lanzador de Unity en Ubuntu. Si nos vamos al marco contrario de la parte derecha y deslizamos el dedo hacia la parte izquierda pasaremos de aplicación, pero si mantenemos el gesto aparecerá una vista 3D con las miniaturas de las aplicaciones activas.
La concepción de los gestos es correcta: su ejecución, no tanto. Conseguir la vista 3D es algo complejo, y pasar entre aplicaciones abiertas deslizando rápidamente el dedo de derecha a izquierda no siempre funciona como esperábamos. La respuesta en el área de notificaciones es sorprendentemente buena cuando pasamos el dedo por cada uno de los iconos (lo que hará que se muestre su configuración específica), pero es uno de los pocos apartados en los que la fluidez de Ubuntu parece mostrar potencial.
Las aplicaciones, la gran incógnita
Otro de los cambios radicales de paradigma de Ubuntu Touch es la ausencia de un escritorio tradicional. La "Home" (por llamarla de algún modo) muestra una matriz de aplicaciones disponibles, pero englobadas dentro de todo el esquema de aplicaciones y contenidos ofrecido por Canonical. Los Ámbitos (o Scopes) forman parte de esa experiencia así como los contenidos de audio y vídeo, pero la interacción con todas esas pantallas complementarias al escritorio central es más bien extraña.
El estado de inmadurez de Ubuntu para smartphones también se deja notar en la tienda de aplicaciones, en la que la organización brilla por su ausencia. No hay categorización de aplicaciones, así que para encontrar una herramienta o juego tendremos que conocer su nombre o un término a través del cual podamos localizarla.
La oferta, además, es escasa, y salvo por un puñado de ejemplos la mayoría de herramientas esperables no son más que versiones web de servicios ya consolidados. Ocurre con los clientes de Facebook, Twitter o Gmail, que no son herramientas nativas sino accesos a los sitios web móviles de dichas plataformas. Aunque eso resuelve la papeleta para muchos casos, la experiencia de uso no es ni mucho menos óptima.
Por supuesto, faltan muchas de las que "pitan" en otras plataformas, como Instagram o WhatsApp, aunque en este último caso hay un cliente web de Telegram llamado Webogram que puede aportar cierto alivio a los usuarios de soluciones de mensajería instantánea. El ecosistema software es probablemente la gran duda de una plataforma que tiene potencial pero que de momento no lo ha demostrado en el estado actual de este sistema operativo salvo en las soluciones nativas.
Es en este apartado donde Canonical nos da ciertas esperanzas. El navegador es correcto, aunque la fluidez del mismo es discutible y las opciones para compartir páginas, por ejemplo, sean inexistentes. La aplicación de cámara fotográfica también es aceptable, con un tiempo de respuesta del enfoque y de la captura bastante bueno que denota el interés de los desarrolladores de Ubuntu por esta faceta.
Pero sin duda la gran estrella (para mi) de esta plataforma es la terminal de Ubuntu. Ahí está, en todo su esplendor, el mismo intérprete de comandos que encontramos en una distribución Linux de escritorio. Con todas su potencia, aunque el inconveniente de tener que usar el pequeño teclado haga la interacción algo tediosa. Aún así hay ayudas en esa interacción: si desplazamos el dedo un poco hacia arriba o hacia abajo desde el centro de la terminal veremos como podremos acceder a los comandos anteriores y posteriores del historial de esa sesión de consola.
Además, si mantenemos el dedo pulsado aparece un menú circular con atajos de teclado que permiten por ejemplo emular la pulsación de Ctrl+C para detener un proceso. La posibilidad de introducir comandos de todo tipo (incluida la gestión de paquetes vía apt-get) nos hace vislumbrar (muy a lo lejos, eso sí) esa intención que tiene Canonical de convertir a Ubuntu en un sistema operativo universal en el que la experiencia se adapte a la pantalla.
Muchas ausencias en usabilidad
La experiencia de usuario en Ubuntu podría ser aceptable si la fluidez en transiciones y ejecución de aplicaciones fuera la adecuada, pero es que a ese detalle se le suman otros que casi parecen inexplicables 18 meses después de que el proyecto se pusiera en marcha. Es el caso del soporte de la respuesta háptica: ésta hace que cada pulsación del teclado tenga una respuesta vibratoria, y que es útil para muchos usuarios. Sin embargo no es posible desactivarla, y eso hace que tengamos que utilizarla sí o sí.
La gestión de cuentas de usuario es un punto a favor de Ubuntu Touch, que por ejemplo permite que nos autentiquemos con nuestros datos de Google y que los datos de nuestra cuenta se sincronicen tanto en el caso de los contactos como en el caso del calendario.
La gestión de la multitarea también tiene mucho camino por recorrer, y aunque la vista 3D de las tareas abiertas permite ir pasando de unas a otras rápidamente -lo mismo que se puede hacer deslizando el dedo de derecha a izquierda dentro de la pantalla- no es posible "matar" tareas. El sistema operativo se debería encargar de ello, pero en lugar de eso esas aplicaciones quedan residentes en memoria, recabando recursos que a otras que sí estamos usando les vendrían muy bien.
Puede que esa mala gestión de la multitarea sea también motivo importante para otro de los defectos que Canonical deberá corregir en el futuro: la autonomía de la batería es desastrosa, siendo aproximadamente la mitad de la que teníamos en el sistema Android instalado previamente en nuestro Nexus 4 de prueba. Incluso teniendo el dispositivo inactivo (pero encendido), cuando nos levantamos por la mañana tras haberlo dejado por la noche en ese estado la reducción de la batería era siempre notable.
Conclusiones
Aunque es obvio que los recursos con los que cuenta Canonical son mucho más limitados que los de las grandes del mercado, a estas alturas nos esperábamos una experiencia más aceptable. Ubuntu Touch muestra ambición y buenas maneras en algunos apartados, pero la ejecución actual es muy pobre para lo que los usuarios demandan en el día a día.
Al limitado soporte de terminales -nunca abrieron soporte a los mucho más poderosos Nexus 5, por ejemplo- se unen todas esas carencias que hacen que la plataforma sea difícilmente defendible en el día a día. Podremos realizar llamadas y recibirlas, y podremos también navegar por Internet, escuchar música o sacar fotos. El problema es que la experiencia de usuario en todos esos apartados es muy inferior a la que ofrecen otras plataformas, y aquí Canonical debe pulir muchos defectos para alcanzar a sus competidores.
Eso no quita para que la plataforma también haya mostrado sus virtudes: esa convergencia por la que lucha Ubuntu aún parece estar muy lejos en el tiempo -en una entrevista con uno de sus responsables éste nos confirmó que Canonical quería ir pasito a pasito-, pero el funcionamiento de la terminal era especialmente esperanzador para todos los que en algún momento han usado una distribución Linux. Puede que haya esperanza para Ubuntu, pero el trabajo pendiente parece realmente enorme.
Ver 49 comentarios