Las reglas de composición no faltan nunca en los manuales de fotografía. Y la reina es la famosa regla de los tercios que seguro que habéis oído alguna que otra vez. Incluso si ajustáis las preferencias de vuestra cámara móvil, aparecerá sobreimpresa... ¿De verdad que la regla de los tercios sirve para algo?
La regla de los tercios consiste en dividir la vertical y la horizontal de un encuadre en tres partes iguales. Dividimos así la pantalla en nueve partes. El lugar donde se cruzan las líneas son los llamados puntos de interés. A partir de este momento, todo lo que coloquemos ahí, a la hora de encuadrar, estará bien compuesto.
Pues ya tenemos todo listo. Ya somos los genios de la fotografía y ya no tendremos límite alguno para crear buenos disparos y triunfar en las redes... Ojalá todo fuera tan sencillo. Las reglas de composición fotográfica intentan explicar a los que empiezan cómo colocar los elementos en el plano de una forma sencilla.
Sirven como referencia, pero en la mayoría de los casos es como seguir leyendo libros infantiles en la edad madura. Solo son útiles para aprender, nada más. Para componer una imagen, para colocar los elementos en un plano, hace falta saber muchas más cosas.
El origen de la regla de los tercios
Tengo que reconocer que soy un freak del tema. Me gusta buscar todo lo referente al mundo de la composición para tratar de mejorar mi fotografía. Y la primera referencia moderna que encontré a la famosa e inamovible regla de los tercios está en un libro del siglo XIX que se publicó en el año de la muerte (1924) de su autor: 'The Parthenon and other greek temples. Their dynamic symmetry' del desconocido Jay Hambidge.
Este señor, un artista americano de principios del siglo XX, analizó hasta la extenuación los monumentos clásicos para encontrarse de bruces con lo que llamó la simetría dinámica... De ese libro salió a la luz, de nuevo, la proporción áurea y por extensión la regla de los tercios, que no es más que la suma de 4 espirales de Fibonacci, que viene del famoso número 1,618...
Parece que Jay Hambidge no conseguía nunca buenos resultados a la hora de pintar. Y buscó la clave en las matemáticas. Así que se puso a trazar líneas y más líneas, y encontró puntos, espirales y todo lo que un buen matemático puede formular.
Y convirtió el arte en puros números. Si no tienes el don, utiliza las matemáticas que algo te saldrá. Y ese es el fallo de estas reglas. Están formuladas por alguien que quiere encontrar la explicación lógica a una manifestación artística.
La primera referencia escrita puede que sea 'De divina proportione' (1498) de Luca Pacioli e ilustrado por Leonardo da Vinci... Ahí se contempla todo lo relativo al número áureo y seguro que Hambidge se inspiró en él. Lo más curioso es que el libro italiano fue probablemente un plagio de un trabajo del genial pintor Piero della Francesca... pero me estoy metiendo en otra historia...
¿Y por qué no recomiendo trabajar con estas reglas? Porque al final son una convención, en este caso desde un punto de vista occidental. Si sigues a rajatabla estas recetas, lo único que hacen es estancarte y hacerte creer que son lo único que tienes que tener en cuenta para crear un buen trabajo.
En Oriente estas reglas no tienen ningún sentido. En Occidente apostamos por la luz en el arte, mientras que en Japón se fijan mucho más en la sombra, como podemos leer en el excelente ensayo de Tanizaki 'El elogio de la sombra'. Corre a leerlo si te apasiona la composición.
El elogio de la sombra: 1 (Biblioteca de Ensayo / Serie menor)
Si eres un ávido lector de manga, te darás cuenta de que todo lo hacen al revés, según nuestro punto de vista. Y hay viñetas que nos siguen enamorando a pesar de todo (y eso que las leemos en sentido contrario).
No es fácil hacer una foto. No es sacar el teléfono, poner un filtro y componer como dicen en algunos libros de fotografía móvil. Es otra cosa.
Cómo utilizar bien la regla de los tercios o cualquier otra regla de composición
El consejo que doy siempre es aprender las reglas de composición básicas para olvidarse de ellas lo más pronto posible. Son de principios del siglo XX, no es un saber milenario trasmitido por logias secretas. Es una teoría más que algunos defienden hasta las últimas consecuencias.
Al final todos tratamos de encontrar una forma de hacer una buena foto. Queremos trucos infalibles definitivos. Pero la composición no es más que ordenar un mundo tridimensional en un plano bidimensional.
No sirve de nada trazar líneas imaginarias en el aire como si fueras el doctor Shaun viendo la solución a la enfermedad en el aire. Todo es trabajo. Y si queremos componer correctamente (es difícil) podemos dar los siguientes pasos antes de disparar:
- Ver muchas fotografías de tus autores favoritos, tanto clásicos como estrellas de Instagram u otras redes sociales.
- Hacer muchos disparos con esas imágenes como inspiración.
- Conocer alguna regla básica, como la de los tercios que estamos viendo.
- Acordarte de que en toda fotografía tiene que existir un objeto principal.
- Organizar todo lo que salga en el encuadre para que ese objeto destaque por encima de todo.
- Y darse cuenta de que la luz es fundamental para conseguir un buen trabajo.
Estos 6 pasos los repetiremos siempre. Con el paso del tiempo serán intuitivos. Y descubrirás que el tercero es el que más te limita y que no vale dibujar líneas en el aire. Es un juego de equilibrios, de luces y de color que cuesta dominar.
Hasta que llegue ese momento la regla de los tercios puede ser un buen punto de partida. Es tan fácil que es muy tentador seguirla siempre. Solo hay que colocar el elemento principal en uno de esos cuatro puntos:
- Si queremos que la imagen sea más impactante, dejamos el objeto en los de la izquierda.
- Si deseamos algo más reposado, mejor en los de la derecha.
- Si tenemos dos personas, una en cada punto, y si es formando una diagonal, mucho mejor.
Muchos dirán que así huimos del centro, que es muy aburrido. Pero si colocamos las cosas siempre en un extremo, también lo será. De nada sirve seguir esta regla si nos olvidamos de la importancia de la luz y del color (o su luminosidad si trabajamos en blanco y negro).
Como he comentado algún párrafo más atrás, la clave es aprender a mirar, ser capaces de elegir el elemento principal y colocar todo alrededor para que la mirada del espectador tenga un camino que seguir. Personalmente, prestaría más atención a los principios de la Gestalt, pero primero practiquemos con la regla de los tercios. Luego todo se complica.
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