Las baterías se han convertido con el paso de los años en un elemento indispensable en el campo de la tecnología, sobre todo cuando ésta debe sernos de utilidad sobre la marcha, en pleno movimiento. Los teléfonos móviles son el más fiel reflejo de cuan importantes son estos elementos, siendo testigos de excepción de cómo su rendimiento disminuía con la irrupción de nuevas tecnologías que implicaban un mayor consumo de energía.
De tal modo que ya no sólo nos fijamos en la cantidad de memoria o el procesador que incorporan los dispositivos, sino que la autonomía de la batería ha pasado a ocupar un puesto de especial relevancia a la hora de valorar correctamente el terminal móvil a adquirir.
En este artículo vamos a realizar un pequeño repaso por el campo del “almacenamiento de energía” con el fin de ofrecer una explicación lógica y racional a algunas de las leyendas urbanas que circulan no sólo de boca en boca, sino por la Red e incluso salidos de la propia boca de algunos supuestos “profesionales” del sector.
Cómo funciona una batería
De una forma muy somera podríamos decir que la corriente eléctrica es un flujo de electrones que circulan por un cable conductor y que esta corriente que es producida por una batería es fruto de una reacción química pura que tiene lugar en su interior.
Dicha reacción produce en su polo negativo o cátodo una gran cantidad de electrones con carga negativa a la vez que en su polo positivo o ánodo se produce simultáneamente una ausencia de los mismos.
Al igual que ocurre con los imanes, los electrones son repelidos por el cátodo a al mismo tiempo que el ánodo actúa ocasionando el efecto contrario, alimentando el circuito que se encuentre entre ambos polos.
Esta reacción no se presenta por tiempo indefinido, sino que el efecto se atenúa con el paso del tiempo hasta que deja de darse por completo, algo notable cuantitativamente por la disminución del voltaje.
Tipos de baterías
Baterías de Níquel-Cadmio: suelen representarse con el símbolo químico de cada una de los elementos (NiCd). Es el tipo de tipos de baterías recargables más antiguo que aún existe, estando presentes en los primeros años de la telefonía e informática móvil.
Con un coste de producción relativamente más costoso, adolecen del mal del “efecto memoria”, que más adelante explicaremos, además de presentar una vida útil más corta (limitadas a unos 1.500 ciclos de carga y descarga completos). Por no hablar de lo altamente contaminante que resulta el Cadmio para nuestro medios ambiente. Factores todos ellos que desaconsejaron la continuidad de su uso habitual, tanto a nivel doméstico como industrial.
Baterías de Níquel y Metal Hidruro: representadas bajo los símbolos NiMh, éste es el nombre por el que coloquialmente se les conoce, aunque sería más correcto decir “níquel e hidruro metálico”.
Al margen de cualquier disquisición semántica sobre su denominación, aún están presentes en multitud de dispositivos electrónicos, gran parte dentro de las gamas económicas de diferentes fabricantes dado el abaratamiento en los costes de producción que supone la ausencia del Cadmio.
Pero lo que hizo que se ganase el favor del público era la ausencia del temido “efecto memoria”. Más respetuosas con nuestro medio ambiente, este tipo de baterías tienen la otra ventaja de aportar una autonomía mayor que las de NiCd. Sin embargo, soportan un menor número de ciclos de vida antes de que comiencen a perder capacidad de carga.
Baterías de iones de Litio: sin duda las más populares en la actualidad dada su versatilidad, ya que el Lítio es mucho más ligero y proporciona una aún mayor autonomía, además de diseños muchos más reducidos y livianos.
Suelen estar representadas por las palabras “Ion-Litio”, lo cual las identifica fácilmente frente al resto de baterías. Sin embargo comparten con las de NiMh la duración de vida útil en cuanto a número de ciclos y la ausencia de “efecto memoria”.
Debido a ésto, permiten realizar recargas cuando le sea más cómodo al usuario, además que éstas suelen ser mucho más rápidas. El proceso de carga de una batería de Litio suele dividirse en dos partes: una fase de carga rápida hasta un 80% de su capacidad, pasando después a una más lenta hasta alcanzar el 100%.
Por estas razones principalmente, este tipo de baterías se han convertido en las más utilizadas en la telefonía móvil y dispositivos portátiles de todo tipo y que no responden a múltiples creencias sobre su mantenimiento que circulan y se difunden sin fundamento alguno, provocando un uso indebido o desaprovechado de nuestros dispositivos.
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