Como hemos podido comprobar en los dos capítulos anteriores correspondientes a este especial, todos los tipos de baterías tienen sus achaques. Diferentes problemas que las aquejan, dependiendo de la naturaleza de la propia batería, y que puede venir dado por diferentes factores. En este último artículo procederemos a arrojar un poco de luz sobre gran parte de los interrogantes que aún hoy en día pasan por las cabezas de muchos usuarios de dispositivos móviles.
El motivo no es otro que tratar de minimizar uno de esos factores que provocan mayores daños en el mantenimiento y duración de las baterías de nuestros dispositivos, que no es otro más que el propio factor humano.
Un uso erróneo de las baterías, incluso habiendo seguido las instrucciones de supuestos “profesionales”, puede llevar a que acabemos con la vida útil de tan preciado componente, no sólo antes de lo deseado por nosotros sino también incluso mucho antes del tiempo estipulado por el fabricante.
Es por eso que las diferentes firmas ofrecen un periodo de garantía sobre las baterías que no llega a cubrir más que una cuarta parte del tiempo total de la misma para el resto del dispositivo en el mejor de los casos.
Autonomía y capacidad, estrechamente ligadas
Aunque, como reza el titular de este apartado, no en un sentido literal. Sí es cierto que los usuarios somos cada vez más exigentes, no sólo a nivel de funcionalidad, sino también en lo que a duración de la batería respecta. Algo que los fabricantes de teléfonos se esfuerzan por ofrecer combinando este factor con un volumen y peso reducidos.
Sin embargo la realidad es otra y muchos de los smartphones más modernos dotados de pantallas táctiles de última generación no superan las 24 horas de funcionamiento ininterrumpido. Algo que hace que tengamos que disponer de más de un cargador sino queremos padecer los males que suponen mantenerse en la sombra durante unas cuantas horas por falta de energía. O lo que es lo mismo, estar completamente “offline” y desconectados del mundo.
Es por esto que la capacidad de las baterías también se transforma en uno de los aspectos más importantes a la hora de decantarnos por un teléfono u otro, en función de nuestras necesidades.
Muchos productos garantizan una serie de horas de funcionamiento. En el caso que nos compete, el de la telefonía móvil, su “publicitación” se divide en horas de conversación y horas en espera. Sin embargo, en pocas ocasiones se mencionan otros datos que aporten más información, por lo que nos vemos obligados a recurrir a observar los miliamperios-hora (mAh) de los que dispone nuestra batería.
Para que nos hagamos una idea, un amperio-hora (Ah) es una unidad de carga eléctrica que indica la cantidad de carga eléctrica que pasa por los terminales de una batería, si ésta proporciona una corriente eléctrica de un amperio durante una hora. En el caso de las baterías es normal el uso del miliamperio-hora, que es la milésima parte de la unidad de carga mencionada y que indica la máxima carga eléctrica que es capaz de almacenar.
La regla es sencilla; a más carga eléctrica almacenada, más tiempo tardará la batería en descargarse. Aunque la realidad en este campo también es otra, ya que todo variará en función del consumo eléctrico del dispositivo. El cual, a su vez, variará dependiendo del tipo de funciones activadas, siendo las conexiones 3G, Bluetooth y Wi-Fi las que merman en mayor medida el tiempo de uso de un ciclo de carga.
A modo de ejemplo, algunos de los teléfonos móviles más populares en la actualidad incorporan baterías que oscilan entre los 1200 y 1800 mAh, mientras que la de un ordenador ultraportátil ronda los 2200 mAh, situándose en los 5200 mAh la capacidad de un ordenador portátil al uso.
A tener siempre en consideración
Es precisamente con el el “cuento” de adquirir el total de la capacidad por el que muchos vendedores siguen aconsejando realizar una primera carga completa y de larga duración. Quién dice “larga duración” se refiere a un periodo indeterminado que, según el vendedor, puede oscilar entre las 6 y 12 horas. Algo que es totalmente falso y ha sido heredado de las baterías primigenias, ya que no tiene sentido con las actuales de iones de Litio y de polímeros de Litio.
Por lo que es recomendable cargar hasta que el correspondiente indicador nos muestre que la batería ha alcanzado el nivel máximo de carga para comenzar a funcionar de forma totalmente autónoma, sino queremos provocar una sobrecarga. Es de lo más común la idea errónea que aún permanece en la que el tiempo de carga es directamente proporcional a la duración de la batería. Esto no sólo es totalmente falso, sino que algunos cargadores cierran el circuito de carga una vez detectan que el proceso ha sido completado, impidiendo que la batería se dañe.
De no ser así, el mayor problema al que se puede enfrentar la batería además del fenómeno de la sobrecarga es a un aumento indebido y considerable de su temperatura, provocando un sobrecalentamiento que a la larga acaba por disminuir su capacidad de carga.
Por otro lado, dependiendo de las necesidades de cada momento, siempre podremos comenzar la carga de una batería de iones de Litio o de polímeros de Litio aunque éstas no estén descargadas por completo sin riesgo de que el “efecto memoria” haga acto de presencia. De hecho, no es recomendable en ningún caso dejar caer el nivel de carga por debajo del 10% de forma habitual, pudiendo proceder a una carga total o parcial.
No obstante, sí es conveniente realizar un ciclo completo de carga y descarga una vez al mes, con lo que también conseguiremos recalibrar la batería para que el dispositivo muestre en pantalla una información más exacta de su nivel de carga, pudiendo hacernos una idea más exacta de la autonomía restante que ofrece.
Por último, y al contrario de lo que dicta el “saber popular”, no es recomendable almacenar las baterías completamente cargadas. Es más, algunos fabricantes indican que lo correcto es hacerlo cuando se encuentran al 50% cuando lo ideal es hacerlo cuando las baterías alcanzan el umbral del 15%, con lo que así evitaremos el fenómeno de la pasivación en largos periodos de inactividad. Más que adecuado para aquellos que cambian frecuentemente de teléfono y guardan un buen arsenal de dispositivos en un cajón.
A tener en cuenta por el amable lector que estos últimos consejos son útiles en baterías con base de Litio en su composición, considerando el bajo volumen de baterías de Níquel-Cadmio y Níquel-Metal Hidruro existentes en la actualidad en el sector de la telefonía móvil.
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