Las cámaras de los teléfonos móviles han ido evolucionando durante los últimos años tanto, que muchos usuarios han comenzado a prescindir de las cámaras, especialmente de las compactas. Pero además de encontrarnos con sensores de mayor resolución, las mejoras también llegaron al software. De un tiempo a esta parte, el modo profesional que hasta ahora veíamos en las cámaras fotográficas ha pasado a ser un imprescindible para los fabricantes que lo incluyen en la mayoría de teléfonos de las diferentes gamas.
Pese a ser un modo cada vez más habitual, es cierto que no todos los usuarios hacen uso de él, bien porque los modos automáticos son más rápidos o bien porque no conocen bien el funcionamiento. Vamos a ver a continuación los parámetros con los que podemos jugar para sacarle partido al modo profesional de la cámara del móvil y con ello, conseguir unos resultados mucho más personales.
Sensibilidad ISO
Uno de los primeros parámetros que vamos a ver es la sensibilidad ISO. Este parámetro se encarga de elegir cuánta luz recogerá el sensor para hacer la fotografía. Cuánta más luz haya en el ambiente, menor será la sensibilidad ISO que tenemos que seleccionar y viceversa.
En este sentido, el aumento de la ISO nos puede ayudar a conseguir imágenes más luminosas en entornos de baja iluminación pero hay que tener en cuenta que cuánto más estiremos la ISO más ruido aparecerá en la fotografía. Así mismo, si queremos fotografiar una escena en movimiento, una ISO más alta nos puede ayudar a controlar el desenfoque y al contrario si la escena es estática mejor tirar siempre por sensibilidades más bajas.
Velocidad de obturación
Una sensibilidad ISO menor requiere que el sensor esté más tiempo un recogiendo luz para poder compensar, y éste es el siguiente parámetro que vamos a ver: la velocidad de obturación. Cuando ajustamos la velocidad de obturación le decimos al obturador cuánto tiempo tiene que permanecer abierto (se mide en fracciones de segundo).
Con velocidades de obturación más largas conseguimos desenfoque artístico (como ésas fotos con el tráfico en movimiento dejando una estela de luz). Si vamos a apostar por una exposición más larga es importante que utilicemos trípode, pues la estabilización en los teléfonos aún tiene mucho que mejorar.
Balance de blancos
El balance de blancos, como su propio nombre indica, se encarga de ajustar el brillo en los tres colores primarios conocidos como RGB (rojo, verde y azul). Por lo tanto, este parámetro ajusta la temperatura de color en función de las condiciones de lumínicas con las que contemos en el momento del disparo.
Según estas condiciones tendremos que elegir una de las opciones de balance de blancos (automático, sol, sombra, interior, con luces artificiales o tungsteno) para conseguir unos u otros resultados. Podemos jugar con las opciones sin necesidad de ajustarlas a la iluminación real para así conseguir resultados en tonos más fríos o más cálidos, a nuestro gusto.
¿Raw o JPG?
Por último vamos no con un ajuste, sino con un formato. Muchos fabricantes han incorporado la posibilidad de guardar las fotos en RAW, formato que guarda la imagen tal y como la ha capturado el sensor. Todo lo contrario es lo que sucede al guardar en JPG, pues aquí la imagen se comprime perdiendo con ello calidad.
Si contamos con la posibilidad de guardar imágenes en RAW podemos hacerlo, pero lo ideal es que solo lo hagamos si tenemos la intención de editar las fotos a posteriori, pues el tamaño del archivo en RAW ocupa mucho más espacio. En el caso de que queramos las fotos únicamente para subir a redes sociales o guardarlas lo ideal es que apostemos por el formato JPG.
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