Cuando Ángela (imagen superior) acude cada mañana a su trabajo en el centro de Madrid solo entiende de inmediatez, de fibra a 300 Mbps. Como en su piso. Pero cuando vuelve a la casa familiar en Las Navas del Marqués, de 5.000 habitantes y en Ávila, la cosa cambia. "Nunca he conseguido subir un vídeo a YouTube desde allí, ni dejándolo durante días". Algo que le supuso muchos dolores de cabeza tanto en su época de estudiante de Comunicación Audiovisual como con su trabajo actual, donde produce y edita vídeos.
Este problema no está causado por no contratar una velocidad mayor. El problema está en que su casa está en uno de los agujeros que deja el mapa de la España con cobertura de redes de alta velocidad. O lo que es lo mismo: en el mapa de la España lenta, la que se tiene que resignar con velocidades de la década pasada... o incluso de la anterior.
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En España, según el informe de cobertura de banda ancha de 2017, menos de tres de cada cuatro hogares tienen cobertura FTTH. Las mejores coberturas están en Melilla -única "autonomía" con el 100%-, la Comunidad de Madrid, el País Vasco y Ceuta. Las peores, Cantabria, Castilla - La Mancha, Extremadura y Galicia, que apenas pasa del 40%.
De los casi 18 millones de hogares españoles, solo algo más de diez tienen cobertura de Internet doméstico igual o superior a los 2 Mbps de velocidad de descarga. La inmensa mayoría, en pueblos de 5.000 habitantes hacia abajo. En los de 500 o menos, tener esta cobertura es cuestión de fe y suerte. Mucha suerte.
Paula, de Huércal de Almería (17.000 habitantes y en la provincia que le da el apellido), también sufre dolores de cabeza por este Internet de otra época. "Hay días en que estoy mil horas para poder sacar trabajo adelante por lo lento que va todo, e incluso doy más trabajo a compañeros por caídas en momentos inoportunos". Paula, redactora de motor especializada en motos, se refiere a momentos como el previo a una carrera de MotoGP. El servicio técnico, al menos, ya es mejor que el de tiempos anteriores y responde con rapidez. Algo es algo.
El ocio también es un problema: "Se nos cortan las películas o las series. Y ni hablar de que yo esté trabajando y mi pareja jugando a la PlayStation online, nos va a saltos. A resignarnos y a rezar a Thor para que nos llegue la fibra", concluye.
No sabemos si Thor podrá echar un capote en Huércal de Almería, pero posiblemente sí lo haga 'WiFi4EU', una iniciativa de la Comisión Europea que pondrá 120 millones de euros a disposición de entidades públicas para que los municipios habiliten puntos de conexión WiFi en "lugares de interés". Desde España se pidió que el destino fuese preferente para "zonas menos desarrolladas o con problemas de conectividad", algo que debería traducirse en, sobre todo, entornos rurales.
Hay algunos casos donde la situación es más extrema. Especialmente, municipios rurales y envejecidos. Como Berzosa, una pedanía de El Burgo de Osma, en Soria. Cien habitantes censados, el 90% por encima de los sesenta años. Miguel, oriundo de allí pero residente en Madrid, iría mucho más a menudo ya que puede teletrabajar, pero no sin Internet. Y allí, simplemente, no lo hay. Solo hay cobertura 3G de muy baja intensidad. "Solo vale para recibir mensajes de WhatsApp y poco más. Y hace cuatro años tenías que subirte a un alto concreto con el móvil para poder llamar".
Esto no es solo un problema para los que están y quieren Internet. También lo es para los que están y no quieren Internet, sino que necesitan de alguien más. "Hay gente muy mayor que necesita alguien que le cuide. A ver qué persona joven encuentras tú que se quiera ir a vivir a un pueblo sin Internet a cuidar a un anciano. Están dejando comarcas enteras abandonadas a su suerte".
En Valdealbín, un pueblo cercano de apenas veinte habitantes, la única opción es contratar Internet satelital, más caro que una tarifa estándar de fibra -unos setenta euros al mes- y de una velocidad muy inferior. Raúl, agricultor en la cuarentena, lo hizo hace unos siete años para poder acceder a las gestiones bancarias, de la Seguridad Social o de la PAC. "Al final nadie se acuerda de nosotros. Luego hablan de la despoblación, ¿quién va a venir a vivir a un pueblo sin Internet?".
Una curiosidad: en Valdealbín no hay cobertura móvil, así que todo funciona gracias a la red WiFi de ese Internet satelital. Lo cual provoca una situación curiosa: en un pueblo de veinte habitantes, las llamadas se hacen únicamente por WhatsApp. "Es la única manera de poder comunicarnos", dice Raúl, quien escuchó algo de la iniciativa WiFi4EU pero sin ningún compromiso ni fechas de llegada a Valdealbín.
Si volvemos a urbes mayores también podemos encontrar problemas similares. Con los datos del mismo informe vemos que más del 10% de la población de entre 50.000 y 100.000 habitantes -la cual suma casi seis millones de personas- tiene una velocidad de conexión de dos megas o menos, algo que parece impropio de ciudades como Girona, Santiago de Compostela, Pozuelo de Alarcón o Benidorm. Ni siquiera ellas se libran de tener zonas de esa España lenta.
Imagen destacada | Ángela Blanco.
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