Corría el año 1987 cuando Roger Murtagh, interpretado por Danny Glover, sacaba un teléfono unido a una mochila que hacía las veces de batería y dispositivo de comunicaciones y llamaba a la psiquiatra del departamento en la película Arma Letal. Aquel teléfono "móvil" fue el precursor de un modelo de Motorola que llegaría un par de años después. El Motorola MicroTAC se presentó al público en 1989 y fue el primer teléfono móvil realmente transportable. Cabía en el bolsillo, no se podía pedir más.
Desde aquel MicroTAC han pasado muchos años y el factor forma de los teléfonos móviles ha cambiado muchas veces hasta que, desde 2007, se impuso el smartphone y ya sólo varió en cuanto a tamaño. Pero algo ha ido unido siempre a los teléfonos móviles y ha cambiado con ellos, la antena. En sus orígenes era desplegable, después se convirtió en algo fijo y, a día de hoy, es prácticamente invisible. ¿Qué fue de ella?
Tenía que ser Nokia
Tuvieron que pasar algunos años hasta la llegada del primer teléfono móvil sin antena visible. El responsable de su construcción fue Nokia, en aquella época en la que el fabricante finlandés dominaba el mercado de los teléfonos móviles con puño de hierro. Y por puño de hierro no nos referimos al Nokia 3210, aunque su dureza era digna del mismísimo Mjölnir, el martillo de Thor.
El modelo en cuestión fue el Nokia 8810 y al fin teníamos un teléfono móvil cuya antena estaba únicamente en el interior. Antes, como comentábamos, habíamos pasado de las antenas desplegables a las fijas. Seguro que muchos de aquí recuerdan ese Alcatel OneTouch Easy cuya antena se desprendía si se nos caía accidentalmente y bastaba con volver a colocar el muelle bajo la carcasa de goma rígida y, bingo, volvíamos a tener cobertura.
El Nokia 8810 llevó la antena al interior del teléfono...
El Nokia 8810 llegó para esconder la antena del teléfono en el interior de su cuerpo plástico, un teléfono móvil del que sólo sobresalían los botones de volumen y que tenía además una tapa deslizante para esconder su teclado. A los móviles con teclado físico también les dedicamos en su momento uno de nuestros posts nostálgicos.
Con los teléfonos móviles que sucedieron al Nokia 8810 ocurrió algo parecido al cambio que sobrevino cuando aterrizó el iPhone. Todos fueron, poco a poco, adaptándose a la nueva tendencia. Así no tardamos en tener todo un mercado plagado de teléfonos móviles sin antena visible, pues ésta se escondía en su interior, aunque algo hizo que aflorasen de nuevo de forma más discreta.
Sr. Smartphone, profundidad de periscopio
Llegaron los smartphones y con ellos explotaron las tarifas de datos. Los móviles necesitaban entonces de una mayor potencia a la hora de conectarse pues ya no se trataba sólo de enviar y recibir llamadas y SMS, el Internet móvil cobraba cada vez más fuerza. Con esta necesidad de mayor conexión, y con cuerpos con mucha carga metálica, era necesario que la antena sobresaliese de alguna manera y se trasladó al cuerpo.
Comenzó así la era que ha llegado hasta nuestros días, cuerpos completamente limpios pero con líneas que forman dibujos en su parte trasera. Líneas que no son arbitrarias sino que son las antenas de los terminales, que evitan así quedar atrapadas tras los cuerpos metálicos de los smartphones y perder cobertura. Como en un submarino que necesita otear el horizonte, las antenas han ascendido a profundidad de periscopio para entrar en contacto con el aire y escapar de la pseudojaula de Faraday que son los teléfonos en la actualidad.
... y el smartphone volvió a sacarla al exterior
Y todo eso puede de nuevo cambiar. LG, por su parte, ha probado un nuevo sistema con su LG G5, el de esconder la antena del smartphone tras una imprimación que le ha permitido esconder la antena para no condicionar el diseño. Xiaomi, por su parte, ya avanza con paso firme hacia un futuro de smartphones cerámicos, un material que tiene una virtud muy concreta con respecto a las antena: no atenúa ni absorbe las señales electromagnéticas y, por tanto, permite llevar la antena de nuevo al interior del teléfono.
Las antenas fueron desplegables, después fijas, se escondieron en el interior de los teléfonos para después volver a aflorar y ahora parece que toca ocultarse de nuevo. No sabemos qué futura generación de smartphones nos esperan con el 5G, pero a buen seguro que afectará de nuevo a la colación de las antenas. Aunque quizá, si cuentan con la potencia suficiente, nunca volvamos a verlas en el exterior de un teléfono móvil.
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