Es más que probable que Yoigo siga existiendo por años, su marca es muy conocida por lo que no tendría ningún sentido dejar de usarla, pero hoy se ha escrito la página de un cambio de rumbo en su devenir. Tras 10 años con TeliaSonera al mando, los nórdicos han encontrado por fin un comprador que les permitirá salir de España, MásMóvil.
Y analizada la nueva MásMóvil que se ve en el horizonte una vez cerradas las compras de Pepephone y Yoigo, ahora nos toca hacer un repaso a esta década que lleva Yoigo entre nosotros. Desde unos inicios muy lentos, hasta ser el operador que con ayuda de los virtuales ha hecho que en España los precios de la telefonía móvil sean los que son.
De Xfera a Yoigo, unos inicios complicados
Aunque Yoigo inició su actividad comercial a finales del año 2006, lo cierto es que su gestación comenzó en el 2000. Fue entonces cuando distintas empresas españolas, con nada que ver con las telecomunicaciones, Vivendi y Sonera, teleco finlandesa que todavía no se había fusionado con la sueca Telia, se unieron para pujar por una licencia UMTS, con la que efectivamente se hicieron.
Entonces llegaron los retrasos en la puesta en marcha del operador y el baile de accionistas. El gigante francés Vivendi no pasaba por buenos momentos y decidió salir vendiendo su participación por un euro, mientras se firmaba con Vodafone un acuerdo para usar su cobertura allá donde no llegase la propia, ya que el despliegue de red también era muy lento.
Llegado 2006 el Ministerio de Industria dio un ultimátum a los accionistas de Xfera Móviles: o iniciaban ya su actividad comercial o se quedarían sin la licencia y sin los avales depositados. Fue entonces cuando la ya TeliaSonera decidió hacerse con las riendas de la compañía, tomando la participación que mantiene a día de hoy. En menos de un año se puso en marcha un operador que llevaba cinco años parado.
La del 8, la del 6, la del 4...
En noviembre de 2006 nacía Yoigo, tras dejar atrás el nombre de Xfera Móviles u otras posibilidades que a alguien se le pasaron por la cabeza, como Lentejas. Su apuesta por entonces era clara: una oferta de tarifas mínima, cero tiendas y venta solo online. Y por supuesto, el slogan que siguen usando hoy en día, "verdad verdadera".
La primera tarifa era tan simple como llamadas a cero céntimos por minuto entre Yoigos y 12 céntimos por minuto a otras compañías, siempre sumando los 12 céntimos de establecimiento más el IVA. Y claro, usando un slogan tan claro y directo, no hubo quien tardó en echárselo en cara al operador, como cuando redujeron a una hora diaria esas llamadas a cero céntimos por minuto entre clientes del operador.
Pronto llegarían las tarifas con bonos de Internet mensuales, y la estrategia de Yoigo se fue centrando en reducir el precio del minuto. Llegaron las tarifas del 8, del 6, del 4 y del 2, haciendo todas ellas referencia al precio por minuto de las llamadas a cualquier operador nacional. Por entonces ya vimos que ese operador tan "molón" iba dando señales de no molar tanto, con consumos mínimos alcanzables por pocos, como los 39 euros al mes de la del 4.
Tampoco faltaron las zancadillas por parte de sus rivales, que asistían al nacimiento de un actor que les presionaba con precios bajos. Para favorecer el crecimiento de un cuarto operador, la CMT estableció que el precio de terminación de las llamadas con destino a la red de Yoigo (lo que tiene que pagar un operador a otro) sería más alto que el precio de las llamadas a otros operadores, por lo que Movistar decidió que llamar a Yoigo sería más caro que llamar a otros operadores.
El bache por la búsqueda de la rentabilidad
Y entre tarifas de pago por minuto y aquellas Megaplanas que incluían minutos y megas llegaron las Infinitas. Por 30 euros más impuestos Yoigo ofrecía llamadas ilimitadas y un giga, siendo una de las primeras tarifas que permitían hablar todo lo que nuestra lengua aguante y sin duda la mejor del momento. Su lanzamiento provocó a sus grandes rivales, que poco a poco también se apuntaron a las llamadas ilimitadas.
En 2013 TeliaSonera ya tenía intención de salir de España y mientras tanto buscaba que su operador reflejase buenos números económicos, aunque ello fuese en contra del número de clientes. Entonces llegaron las renovaciones de tarifas que a muchos decepcionaron, sin grandes desafíos para sus rivales directos, dejando la labor de seguir abaratando las tarifas básicas a los virtuales.
Y llegó el temido bache. 2014 fue un mal año para Yoigo, tanto que fue el primer año de su historia en la que perdió clientes. La convergencia cogía fuerza, donde apenas podían competir, mientras sus tarifas dejaron de ser tan atractivas como lo fueron en el pasado, por lo que desde marzo el operador no hizo más que perder clientes. Elevaría su rentabilidad, pero Yoigo ya no molaba tanto.
Y llegó la SinFin, de distintos gigas
Yoigo sabía que con las tarifas conocidas no iba a volver a crecer y no hicieron una gran revolución, decidieron ir poco a poco. Primero nos dejaron conocer la tarifa del Cero de cinco gigas, buena aunque para un nicho, y entonces llegó la SinFin. Esa tarifa con llamadas y datos ilimitados que tanto ansiaban muchos llegó por fin a España, aunque limitada a 20 gigas.
Esa sí era una tarifa atractiva para muchos y el mercado reaccionó, volviendo Yoigo a captar cliente mes tras mes. Aunque los dueños del operador volvieron a dar signos de lo que querían rentabilidad. La SinFin dejó de contar con 20 gigas para pasar a 8 por el mismo precio, un movimiento que de nuevo volvió a generar polémica.
Ahora Yoigo cambia la SinFín de 8 a 20 y de 20 a 8 gigas en función del número de clientes que quiera captar y de los números que quiera poder enseñar a sus dueños, aunque dentro de poco esos dueños ya no serán los mismos. En unos meses Yoigo será oficialmente de MásMóvil y veremos qué planes tienen los de Meinrad Spenger para el operador que revolucionó por unos años el sector de la telefonía móvil en España.
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