La larga cola nunca fue más larga. Los catálogos de aplicaciones de Android, iOS e incluso Windows Phone cuentan ya con cientos de miles de títulos. No, de verdad, volver volved a leer eso. Cientos de miles de títulos. ¿Cómo puede un usuario encontrar la aguja en el pajar?
Lo cierto es que la tarea es prácticamente imposible. No solo para los usuarios, que acaban siguiendo tendencias y descubriendo pocas novedades en el curso de su interacción con el móvil. También para los desarrolladores, que tienen un reto aún mayor y más complejo: el de hacer que sus creaciones destaquen sobre las demás. Un trabajo que nunca querría para mi.
La App Store fue la verdadera disrupción
Muchos hablan de cómo el iPhone revolucionó la telefonía móvil, pero yo suelo disentir respecto a esa apreciación. El iPhone fue disruptivo, sí, pero no lo consiguió solo, y tampoco lo hizo de primeras. De hecho, aquel primer iPhone de 2007 ni siquiera tenía un sistema operativo con nombre propio, y los responsables de Apple simplemente aclaraban que se basaba en una "versión de OS X".
La verdadera revolución, insisto -redoble de tambores, por favor-, fue el lanzamiento de la App Store. Esa fue la disrupción. Aunque en iOS 1.0 (o iPhone 1.0, como lo llamaban entonces) contábamos con un navegador que no tenía comparación en el resto de plataformas (como sucedía con la pantalla táctil o la interfaz de usuario), no había aplicaciones móviles como tales. Solo las que ofrecía Apple, que hacía entonces un curioso guiño a las aplicaciones web que ahora son el pilar de plataformas como Firefox OS.
Pero aquella App Store y el lanzamiento del SDK en marzo de 2008 lo cambiaron todo. El móvil se convertía por derecho propio en una plataforma de computación más. El resto de fabricantes tardó en reaccionar, y eso le proporcionó a Apple una ventaja competitiva que mantuvo --para algunos, sigue manteniendo-- durante años.
Apple no lo pone fácil
Pero claro, no todo es de color de rosa en aquella creación de Apple. Los problemas de los desarrolladores para publicar allí sus creaciones han generado muchos debates. No vale copiar o adaptar muchas de las funcionalidades de iOS, y Apple dicta qué tiene calidad o qué no. Pero hay otro problema que se ha ido agravando con el crecimiento de aplicaciones: el descubrimiento de las mismas.
La App Store dispone de un buscador, sí. Y eso es todo lo que se puede decir de esa parte de la tienda de aplicaciones de Apple. Que lo tiene. Otra cosa muy distinta es que funcione como debe. Lo dejaban claro ayer en MacWorld en un artículo en el que no solo opinaban, sino que transmitían la experiencia de los desarrolladores.
A no ser que sepas exactamente qué estás buscando, la experiencia de búsqueda en la App Store es, como poco, discutible. Tratad de poner un término genérico como "películas" o "tapas", y veréis cómo en los resultados aparece un maremágnum de aplicaciones que a menudo poco o nada tienen que ver con lo que teníais en mente cuando tecleasteis ese término de búsqueda.
Lo curioso del caso es que los desarrolladores también tienen ese problema. No saben cómo hacer que sus desarrollos puedan ser encontrados fácilmente. Apple guarda a cal y canto la receta secreta del buscador de la App Store, y esos desarrolladores simplemente lo intentan mediante ensayo y error. La tienda deja ingresar hasta 100 palabras clave por aplicación para facilitar su descubrimiento, pero los desarrolladores no saben si hay directrices adecuadas para elegir esos términos, así que recurren a algo lógico: poner un poco de todo, y cruzar los dedos.
La compra de Chomp en febrero de 2012 dio esperanzas a los desarrolladores, que creyeron -inocentes ellos- que ese motor de búsqueda especializado podría solucionar el problema. Dos años después, no ha sido así, y la App Store sigue comportándose de forma errática en cuanto al descubrimiento de aplicaciones. Las empresas especializadas en este sector, muchas relacionadas con un jugoso segmento de marketing de aplicaciones móviles, tratan de descubrir trucos -como el de poner los términos en plural: no usar "película", sino "películas" para mejorar esas opciones de descubrimiento-, pero su eficacia es, de nuevo discutible.
Google saca músculo
Por supuesto, tenía que notarse por algún lado la experiencia de Google en el sector de las búsquedas. El buscador de Google Play no es perfecto tampoco, desde luego, pero los resultados de las búsquedas con términos genéricos son mucho más alentadores.
Eso ha hecho que el descubrimiento de aplicaciones sea algo más llevadero en Google Play, donde el catálogo es igualmente inmenso, pero donde combinar varios términos de búsqueda, aunque sean genéricos, da resultados a menudo decentes.
Y es que aunque en ambos casos aspectos como los comentarios o la puntuación influyen para posicionar a esas aplicaciones y juegos dentro de los resultados de búsqueda, sus nombres o descripciones suelen ser los factores clave para el descubrimiento de novedades. Si nosotros no descubrimos la aguja en el pagar, ¿quién puede hacerlo?
Ayúdame a ayudarte
Hace poco hablábamos de AppGratis, una tienda de aplicaciones alternativa que tuvo un éxito fulgurante en iOS gracias a su colección de ofertas especiales para aplicaciones.
La tienda se llevaba su jugosa comisión por promocionar unas aplicaciones sobre otras, pero actuaba al fin y al cabo como intermediaria entre los desarrolladores y la App Store, que se veía en parte perjudicada porque el margen de beneficio se reducía. Apple se dio cuenta y cerró el grifo, aunque no pudo evitar que este servicio siguiera funcionando a través de su versión web.
La aplicación, que ha tenido continuidad en Android, es probablemente el mejor ejemplo de un elenco de servicios y propuestas que nos ayudan a rebuscar entre esa maraña de aplicaciones y juegos. Las hay tanto para iOS o para Android, algunas con versiones móviles -por el momento, bendecidas por Apple o Google- y otras con versión web, pero en todos los casos, con el objetivo de promocionar ciertas aplicaciones y descubrírselas a cada usuario.
Esa promoción, evidentemente, no es pura. Los desarrolladores pagan por estar destacados en esos servicios, y el "por el interés te quiero Andrés" es también claro motivador de las portadas de las tiendas oficiales, tanto en el caso de la App Store como de Google Play -y suponemos, de Windows Phone Marketplace y otras alternativas-.
Porque promocionar aplicaciones es todo un negocio. Lo saben muy bien esos responsables y lo confirman estudios como el de Nielsen -algo antiguo, pero igualmente válido- de septiembre de 2012. En aquel momento, nos decían sus responsables, el 53% de los usuarios que descargan aplicaciones las descubren a través de una búsqueda en la tienda de aplicaciones -un estudio más reciente de Forrester aumenta esa cuota al 63%-. Pero lo más notable no es eso, sino esto:
La mitad de las búsquedas de las tiendas de aplicaciones van directamente a la categoría de las más valoradas para navegar por esos resultados, y el 34% van a las más populares. Con tantos títulos en la tienda, es muy difícil hacerse notar, lo que hace que veamos cómo muchos desarrolladores de aplicaciones reservan presupuesto publicitario en mercados digitales para impulsar el descubrimiento y las conversiones.
El éxito viral -imposible que no le venga a uno el caso de Flappy Bird a la cabeza- es la excepción a la regla, y el boca a boca suele funcionar de forma muy limitada, incluso a pesar de la promoción en redes sociales. El informe de Forrester citado anteriormente revelaba, eso sí, que el 50% de los usuarios de iOS descubren nuevas aplicaciones al hablar con la familia o los amigos sobre este tema.
Eso hace que como afirma Craig Palli, vicepresidente de desarrollo de negocio en Fiksu, "los responsables de marketing deben apoyar sus aplicaciones con sólidas tecnologías de marketing", algo que confirmaban los desarrolladores de aplicaciones móviles con los que hablamos hace unas semanas y que también coincidían en que la inversión en marketing es vital para lograr que una aplicación fuera conocida.
¿Qué pueden hacer Google, Apple y el resto de plataformas con tiendas de aplicaciones? Tratar de seguir mejorando sus motores de búsqueda para sus tiendas. La larga cola seguirá existiendo, así que sistemas de recomendación que precisamente se centren en esas aplicaciones "impopulares" -no por nada, pobres- podrían ser una alternativa.
El problema es análogo al negocio de la música, por ejemplo, y resulta curioso como Spotify destacó en su informe resumen de 2013 que el 20% de las canciones de su catálogo no han sido escuchadas ni una sola vez. Ni una. Eso hizo que, entre otras cosas, apareciera Forgetify, un servicio que precisamente rescataba esas canciones del olvido. ¿Para cuando una versión de Forgetify para la App Store o Google Play?
Un puzzle difícil de resolver, me temo.
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