El mundo de las aplicaciones parece ir por ciclos, y todos tienden a repetirse. De apps que querían hacerlo todo a través de una misma interfaz pasamos a separar los servicios todo lo posible, obligándonos a llevar instaladas muchas más, aunque permitiéndonos descartar servicios a los que dábamos poco o ningún uso. Ahora el camino se recorre de vuelta y volvemos a la concentración de funciones, y el más claro ejemplo son las apps de mensajería.
Basta con echar un vistazo a las más populares, como WhatsApp, Facebook Messenger o la oriental WeChat para ver que a su función principal, la de mandar mensajes de A a B, le han crecido mil y una funcionalidades extras. Envío de archivos multimedia, GIFs, formato de textos, llamadas, videollamadas e incluso publicaciones efímeras, las famosas stories que ahora asaltan cada producto producido en la factoría Zuckerberg. En el futuro parece que tendremos también llamadas. ¿Cuáles triunfan y cuáles no, y por qué? Tratemos de establecer un criterio simple.
Que me ayuden aunque no las haya pedido
Pese a que hay usuarios que exprimen cada nanómetro del procesador de su teléfono móvil, el resto sólo quiere funcionalides sencillas que les echen una mano en su día a día. Cosas útiles que aporten un extra pero con la simpleza por bandera. De ahí que triunfen los juegos de puzzles como los Candy Crush, o los de combates rápidos como Clash Royale. Entrar, jugar y salir. Rápido e indoloro.
Con las apps de mensajería ocurre exactamente lo mismo. WhatsApp es el rey porque llegó en el momento justo y porque es sencillo. Podemos quejarnos de que cualquier persona con nuestro número de teléfono puede escribirnos sin conocerle de nada, pero el sistema ya existía cuando nos comunicábamos a través de llamadas telefónicas. Marcabas un número al azar y, si existía, había contacto.
La sencillez prima a la hora de comunicarnos y de ahí que las funciones más simples sean las que triunfen sobre las demás. Los mensajes de texto entre usuarios funcionaron porque se trató de un portado de los messengers de PC al móvil, facilitando que hablásemos en cualquier parte. También nos ayudaron a saltarnos los SMS, de ahí que no tardásemos en llevar mensajería instantánea en el bolsillo.
Con los GIFs como nueva forma de comunicación a nivel mundial, y aquí colamos también los stickers, incluirlos en las apps de mensajería no sólo era una opción, se convirtió en algo necesario. Contenido visual, que transmite más de lo que un texto corto puede hacer y que además es divertido. La evolución lógica de los emojis con los que ahora conviven. La inclusión de los GIFs era un éxito garantizado de antemano, y pocas son las apps de mensajería que aún no los soportan.
Otra función que ha demostrado ser todo un éxito es la de los mensajes de voz. De nuevo, una evolución que han adoptado los más jóvenes y que poco ha poco ha ido creciendo en adeptos, aumentando el rango de edad. ¿Para qué escribir si puedo hablar? Pero no con el formato de las llamadas de voz, mensajes asíncronos. Los grabo y ya los oirán. Los oigo y ya contestaré. Me ahorro escribir, me ahorro leer. Un nuevo triunfo de los formatos multimedia.
Como apuesta personal para el futuro incluiré los bots de las apps de mensajería. Mal explotados por ahora, creo que acabarán triunfando porque ofrecerán precisamente lo que los usuarios demandan muchas veces: ayuda. Información precisa en el momento preciso y que, si se explota correctamente, puede resultar diferenciador a la hora de elegir la app de mensajería predilecta de aquí a unos años. Pero lo recalco, apuesta personal.
En la esquina contraria, las funciones que no calan
Hemos hablado de los mensajes de voz asíncronos y ahora toca hablar de sus hermanos mellizos, o mejor sería decir hermanas: las llamadas de voz. Tan demandadas en una época en la que se pedía a las operadoras que permitiesen usar el VoIP pero a menudo olvidadas en el interior de las apps de mensajería. Bien por desconocimiento de que existen, bien porque realmente constituyen una molestia. Tener que contestar en el momento, improvisar y no madurar las respuestas. Las llamadas de voz exigen disponibilidad inmediata mientras que los mensajes grabados no, ahí está la diferencia fundamental entra ambas, la razón por las que un servicio ha calado y otro no.
En el mismo saco podemos incluir a las videollamadas, con las mismas exigencias que las llamadas de voz y el añadido de poder estar en disposición de contestar. Disponibilidad inmediata y un entorno amigable. Se utilizan, por supuesto, sobre todo para contactar con amigos y familiares en la distancia. Un servicio que gusta que esté disponible aunque se use muy poco, pero lejos del éxito. Y qué decir de las videollamadas en grupo. Bien para empresas, irrelevantes para los usuarios de a pie.
El envío de archivos puede encuadrarse dentro de esas funciones que se usan pero de forma minoritaria, que son útiles cuando lo son pero se vuelven prescindibles la mayor parte del tiempo. Personalmente, no he enviado jamás un archivo a través de una app de mensajería. Utilizo el mail, intercambio por dropbox, uso otros sistemas. En el entorno empresarial quizá tenga sentido, y en esos casos también se suele usar otros sistemas.
Los contenidos efímeros son otra de esas funciones que no funcionan, ni probablemente lo hagan nunca, en el interior de una app de mensajería. Por la sencilla razón de que no estamos en una red social, estas apps no se entienden así y exponer ciertos contenidos a determinados contactos, aunque se eliminen, no es plato de buen gusto para muchos. No quiero subir una foto tomándome una cerveza para que la vea la gestora de mi banco, el repartido de pizzas de mi pueblo o aquella persona con la que una vez quedé para comprar algo de segunda mano. Es sencillo: contenidos sociales en una app que no lo es. Para eso ya están Instagram, Snapchat y compañía.
Aunque el último lugar se reserva probablemente para los formatos de texto, al texto enriquecido. A todos nos emocionó saber que podríamos colar negritas y cursivas en los textos de WhatsApp, pero la función se olvidó pronto. Sobre el papel ofrecía personalizar los textos como una suerte de camino hacia los colorines que teníamos en MSN Messenger y compañía. La realidad es que se trataba de algo engorroso, de un estorbo a la hora de comunicarse. Si usamos emojis y GIFs para decir más, si usamos mensajes de voz para no tener que escribir, todo lo que dificulte enviar algo rápido es un estorbo. Como lo son los formatos.
Así que algunas funciones en las apps de mensajería funcionan y otras no. Porque algunas facilitan la comunicación, la enriquecen, la llevan un paso más allá, y otras son accesorias o, simplemente, estorban. Para el futuro, los pagos móviles con un primer paso: prestar dinero. Desde aquí aprovecho para decir que triunfarán pero sólo si lo hacen fácil. Porque, entre otras cosas, ayudarán a muchos a descubrir los pagos móviles, pagos que posiblemente ya puedan realizar pero lo desconocen, sólo por el simple hecho de que "podrán hacerlo desde el WhatsApp". Tan sencillo como eso, aunque otras apps como WeChat se hayan adelantado.
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