Huawei ha pasado del cielo a los infiernos y aun así ha sobrevivido. No solo eso, sino que nunca se vio rendida ante el veto estadounidense que frustró sus planes más globales. Sin embargo, en estos años jamás sucumbió a las dificultades, que sin duda han afectado al desarrollo de sus muchos dispositivos: móviles, wearables, portátiles, etcétera.
Ahora, aunque pueda no parecerlo a simple vista, está más fuerte que nunca. Tiene por delante un futuro que mantiene en vilo a una mastodóntica nación y concretamente a la industria tecnológica China que espera con ansias liderar el desarrollo tecnológico del futuro: independencia en la manufacturación de chips y como no, énfasis en la IA.
El veto estadounidense: primero los servicios, luego el hardware
El veto del gobierno de Donald Trump le llegó a Huawei en su mejor momento: tras unos exitosos Huawei P20 y Huawei P30, los teléfonos del fabricante chino rivalizaban con los más grandes del sector. Porque sí, Huawei se convirtió con el paso de los años en un referente. ¿Quién no recuerda esas cámaras que causaron sensación por el teleobjetivo?
No obstante, sus planes globales se fueron al traste con las restricciones comerciales que se expandieron del software al hardware en un parpadeo: de no poder usar los servicios de Google (por ende su tienda de apps y framework en Android) a tampoco poder montar procesadores de la archiconocida Qualcomm.
Huawei empezó a desaparecer de la vista occidental conforme las críticas se sucedían por la imposibilidad de descargar aplicaciones desde donde todo el mundo lo hace: Google Play Store. Así empezó la debacle global de Huawei, que sin embargo, no supuso una hecatombe como podría suceder con otros fabricantes.
¿Qué la ha mantenido viva todo este tiempo? Un mercado local que han sabido reconquistar con unas señas de identidad al más puro estilo Apple: dispositivos premium, más costosos que los de la competencia pero con un ecosistema firme que cubre las necesidades de los ciudadanos chinos.
A pesar de que sus móviles empezaron a caer en el resto del globo, sus wearables han sido un nicho bien cubierto por la firma con sede en Shenzhen. Tenemos ejemplos de smartwatch premium como la serie Huawei Watch y Watch GT, que sí han seguido vendiéndose en lugares como España.
Armas de sobra para mantener su mercado local
En China, Huawei ha desplegado todo su potencial con móviles de distintas gamas, sabiendo diferenciarse de rivales como Oppo, Realme, Xiaomi, OnePlus y otras conocidas. Uno de sus bastiones ha sido HarmonyOS, un sistema operativo no exento de polémicas -como otros de sus productos, lo veremos más adelante- que partió como una versión modificada de Android y ahora con HarmonyOS Next, quiere prescindir de su origen.
¿Por qué ha sido tan importante el sistema operativo de Huawei? Porque ha sabido adaptarse a todo tipo de dispositivos, y lo próximo son los portátiles. Este es el ecosistema del que hablábamos, con una sinergia entre dispositivos similar a la de la manzana mordida.
Y aquí precisamente empezamos a hablar del presente, con una "nueva" Huawei que le ha comido la tostada a Apple en China. HarmonyOS ya es el segundo sistema operativo más usado por los usuarios chinos, y solo en 2023, la firma ha ingresado 100.000 millones de dólares. Su reporte anual confirmaba esta cifra, con otro dato más que interesante: ha duplicado su beneficio neto.
Dispositivos premium con cámaras cada vez más capaces, un sistema preparado para los usuarios locales, y una ambición sin límites. Estas son las señas de identidad de la actual Huawei, que no ha llegado a este punto sin cierta polémica que ha avivado la confrontación tecnológica comercial entre Estados Unidos y China. No es para menos.
Un presente armado de polémica pero con mucho que decir
Se desató la polémica a finales del año pasado, cuando Huawei lanzó su Huawei Mate 40 Pro, un terminal que según EEUU, había sido fabricado con tecnología prohibida. El nuevo Kirin, chip de Huawei, tampoco calmó las aguas, pues no debería contar con la conectividad 5G. ¿Cómo lo hizo el fabricante? Apoyándose en la industria local: con SMIC, el mayor manufacturador de China, pudo sortear las restricciones y fabricar chips con 5G.
Aparte, este móvil premium guardaba algún secreto más, como unos chips de memoria de SK Hynix previos al veto, una nueva molestia para los americanos. A partir de aquí, se desató la guerra tecnológica, con los estadounidenses protegiendo a sus principales fabricantes de procesadores y con una China dispuesta a hacer lo necesario para potenciar su propia industria.
40.000 millones de dólares fue la cantidad monetaria inicial con la que China empezó su nuevo desarrollo tecnológico. Su objetivo: comprar maquinarias con las que fabricar procesadores. Sin embargo, la nación asiática sigue acumulando restricciones comerciales, lo que le ha empujado a acumular maquinarias antiguas que está exprimiendo para avanzar en el proceso de fabricación.
Con los 7 nanómetros relativamente controlados, SMIC ha seguido al lado de su compañera Huawei, y tienen previstos los 5 nanómetros para dentro de poco. Eso sí, de nuevo se enfrentan al reto de no disponer de la tecnología de vanguardia para ello.
Las ayudas de su gobierno han sido un blindaje para ambas empresas, que ahora empiezan a fabricar chips de memorias de última generación. Ya se habla en EEUU de que estas restricciones han podido ser un arma de doble filo. ¿Creías que ahí terminó la polémica? Hay otro dispositivo que dio de qué hablar.
Hace tres meses, Huawei desveló su nuevo portátil premium, un Matebook X Pro que tampoco contentó a Estados Unidos: su procesador firmado por Intel no debería haber llegado a las entrañas del ordenador. Poco después, legisladores de varios estados empujaron a Biden a cortar de raíz las licencias exportatorias que aún quedaban vigentes.
Tal y como hizo en los móviles, se repite ahora con los ordenadores personales de Huawei: los chips Kirin llegarán a los portátiles con HarmonyOS. Y ahora vamos con el futuro más próximo: volverán a intentarlo en el mercado global. Veamos cómo.
Un futuro con una vuelta prevista al resto del mundo
Contundente, así fueron, como mínimo, las palabras de Eric Xu, presidente rotatorio de Huawei: "Trabajaremos arduamente para construir el ecosistema de aplicaciones de HarmonyOS en el mercado chino primero, luego, de país en país, comenzaremos a llevarlo gradualmente a otras partes del mundo". Sobre el primer objetivo, están muy cerca de conseguirlo, con unos partners involucrados totalmente en el sistema operativo.
La última buena nueva para Huawei ha sido la certificación de HarmonyOS como sistema operativo 100% propio, algo que lo posiciona como baluarte para el desarrollo de software en China. Un importante paso para el país, y ciertamente, un serio golpe a Estados Unidos y su hegemonía.
Lo de llevarlo a otras partes del mundo, simplemente está confirmado, porque hacerlo lo harán pero con unas dificultades que todavía no sabemos cómo esquivarán. Tanto nuestro mercado, en Europa, como el americano, dependen de la tecnología de Google, algo con lo que deberán lidiar.
Han traído desde Android unas 5.000 aplicaciones, aunque lo bueno está por llegar: buscan consagrarse con el "verdadero HarmonyOS". ¿A qué se refieren? Precisamente a HarmonyOS Next, mencionado con anterioridad, que prescinde de todas las librerías del SO de Google así como de sus aplicaciones.
Esto en lo referente a su reconquista mundial, no siendo el único impedimento, pues como apuntan ciertas fuentes de la industria, lo tendrá muy complicado en la manufacturación de chips. Básicamente, han sabido sobreponerse a los varapalos en forma de restricciones comerciales, pero avanzar en el proceso litográfico implica unas máquinas de las que no dispondrán y parece que están teniendo problemas de stock con sus últimos móviles.
Huawei ha renacido -permiso para usar esta expresión porque como dijimos, nunca murió- a lo grande, con unas ventas aplastantes, un ecosistema nativo sin dependencias y un crecimiento sin parangón. ¿Será suficiente para sostenerse en un futuro? El desarrollo tecnológico de su país natal marcará el ritmo de esta empresa, y posteriormente veremos si pueden abarcar todavía más terreno para recuperar lo perdido durante estos años.
Imagen de portada | Composición con imágenes de Wikimedia Commons, Ricardo Aguilar para Xataka y HiSilicon
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