Ya hemos visto en varias ocasiones como el teléfono móvil inteligente puede utilizarse para monitorizar diferentes aspectos de nuestra salud, y en especial aquellos relacionados con enfermedades crónicas como la diabetes.
Hasta ahora lo habitual en esta dolencia ha sido usar el terminal como sistema de registro o en algunos casos para monitorizar el nivel de glucosa. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Virginia quieren ir un paso más allá y pretenden convertir al smartphone en el cerebro de un sofisticado páncreas artificial, o por lo menos en cuanto a la función de regular los niveles de insulina se refiere.
La investigación lleva en marcha desde 2006, fue anunciada el público a finales del año pasado, aunque ahora parece que los primeros prototipos van a comenzar las dos últimas fases internacionales de pruebas. ¿En qué consiste? Pues básicamente consta de tres componentes: un sensor en el cuerpo del paciente que mide los niveles de glucosa, una pequeña bomba de insulina que debe tener conectada al torrente sanguíneo y el smartphone conectado a un servidor en la nube.
El sensor mide cada 5 minutos los niveles de glucosa y envía esta información al móvil, donde se analiza y se hace una media verificando que los valores se encuentran entre unos máximos y mínimos óptimos. Si no es así, se ajusta la bomba de insulina para que incremente o disminuya la cantidad de esta sustancia en la sangre del paciente hasta dar con un valor adecuado dependiendo de las características concretas del mismo.
Si hay algún problema o por algún motivo los niveles se descontrolan, es posible avisar automáticamente a través del móvil, evitando situaciones de peligro. Según sus inventores, es algo así como un "termostato inteligente" que ajusta casi en tiempo real los niveles de glucosa de los enfermos de diabetes tipo 1.
Las primeras pruebas parece que han sido satisfactorias y el proyecto ha avanzado hasta la fase final, en donde se probará inicialmente con 240 pacientes de Estados Unidos, Francia, Italia y Holanda durante 6 meses para comprobar la eficacia del sistema y posteriormente con 180 pacientes durante otros 6 meses para verificar los algoritmos que controlan los valores óptimos de glucosa.
Más información | Universidad de Virginia
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