Pocos móviles fueron tan icónicos, y estuvieron tan en el borde de las tendencias, como el Nokia N95. Este teléfono, equipado con el sistema operativo Symbian, salió al mercado en el momento justo en el que la tecnología móvil daba un vuelco. El iPhone original salía poco después, Andy Rubin andaba con Google preparando el lanzamiento de Android y Nokia seguía confiada de que los smartphones sin pantalla táctil mantendrían su hegemonía durante años. El N95 fue uno de los últimos que disfrutó el éxito de la compañía.
Recuerdo a la perfección cuando compré mi Nokia N95. Andaba deseándolo con locura, seguramente tras haber leído análisis como el de Xataka. Reuní la cifra estratosférica que pedían por el móvil libre (en torno a los 600 euros), fui a la tienda y salí con el teléfono como quien protege lo más valioso con su propia vida. En aquel entonces era un auténtico icono, uno de los móviles más deseados, sino el que más. Ahora, he decidido trasladarme al pasado regresando al Nokia N95.
Ficha técnica del Nokia N95
Nokia N95 |
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Pantalla |
LCD TFT de 2,8 pulgadas |
Procesador |
Dual 332 MHz Texas Instruments OMAP 2420 (basado en ARM11) |
Memoria RAM |
128 MB |
Almacenamiento |
8GB (6 GB para el usuario) |
Cámara trasera |
5 Megapíxeles |
Cámara frontal |
0,3 megapíxeles |
Software |
Symbian OS 9.2 |
Batería |
1.200 mAh |
Otros |
Radio FM, doble altavoz estéreo, minijack, GPS, 3G, Bluetooth 2.0, WiFi (2,4 GHz), infrarrojos |
Dimensiones y peso |
99 x 53 x 21 mm |
Precio |
Desde 640 euros |
Potente en su tiempo, básico ahora
Da la impresión de que es un simple teléfono, de esos que sirven para hacer llamadas y poco más, pero es un smartphone. De juguete, esa es la impresión que da poner el Nokia N95 al lado de cualquier smartphone actual, incluso el más barato de la tienda. Y a día de hoy es casi inútil utilizarlo, al menos si no quieres prescindir de servicios como WhatsApp, redes sociales o correo electrónico.
Súper compacto, carece de pantalla táctil, se desliza en sus extremos escondiendo botones alfanuméricos y controlador multimedia, posee más botones en el costado derecho, el de encendido en la zona superior izquierda, ofrece doble altavoz en los laterales (sorprende lo bien que suenan) y jack de 3,5 mm. Más de 600 euros costaba el modelo de este artículo, el de 8 GB. Y nadie se quejaba de que estuviera fabricado en plástico, incluida la parte exterior de la pantalla: es más fácil rayarlo que perderlo en el interior de la mochila. Y tiene un defecto que se aprecia tras los años: el acabado con tacto de goma se ha vuelto pegajoso.
Rescaté el Nokia N95 de un cajón temiendo que no cargase, pero sí: tras localizar su cargador (no fue fácil), y enchufarlo, la pantalla revivió con la melodía característica de los Nokia. Introducción de la hora y de la fecha, arranque del sistema y la sensación de que ha pasado una vida entre los tiempos del teléfono y los actuales: volver a los menús de botones es bastante engorroso, especialmente a la hora de escribir (el dedo se va instintivamente a tocar la pantalla). Y eso que la escritura T9, predicción de las palabras tecleando los números que correspondían cada letra, es bastante cómoda.
El Nokia N95 venía con una notable cantidad de software orientado a la productividad, lástima que la mayor parte ahora no funcione o arroje errores. Y como tampoco hay actualizaciones de sistema (Symbian está oficialmente muerto), poco se puede hacer por buscar nuevas aplicaciones. Sí conseguí descargarme un WhatsApp antiguo, y hasta navegadores y clientes de Twitter o Facebook, pero fue un poco inútil ya que no conseguí conectarme. Ni siquiera navegar: dado el cifrado actual de la web, la mayor parte de páginas no carga con el navegador incluido en el teléfono. Tampoco la que te encuentras leyendo, Xataka Móvil.
Un problema tras otro
Mi primera intención con este artículo fue la de hacer un análisis con un uso corriente; cambiando mi móvil personal (ahora uso un iPhone X) por el Nokia N95. Lo intenté. Pero me fue imposible mantenerlo a diario porque, debido al casi total abandono de la plataforma, casi nada de lo que necesito para trabajar funciona. Al menos sí que pude usar el teléfono y los SMS, algo es algo.
El Nokia N95 venía de serie con una gran cantidad de aplicaciones, por lo que no había necesidad de instalar nada para el uso habitual (mi modelo tiene hasta Sygic preinstalado). Su aplicación de mensajes es compatible con los buzones de correo (POP e IMAP), trae un navegador, dispone de aplicación de notas y hasta de una suite ofimática (Quickoffice para Symbian), tiene reproductor de música, de vídeo y hasta viene con radio FM incorporada (hay que conectar unos auriculares por cable). La realidad es que actualmente poco de ese software funciona. Pude instalar aplicaciones para paliar las carencias de serie, pero me encontré con el mismo problema: la conectividad móvil ha evolucionado en exceso con respecto a la época del N95.
- Primer problema: la SIM. Hacía tanto tiempo que no necesitaba un tamaño de tarjeta más allá del nano SIM, que me costó encontrar el plástico original para conseguir el adaptador a SIM "corriente" (el recorte más grande). El Nokia N95 usa ese tamaño de tarjeta, por lo que las dimensiones actuales no sirven.
- Segundo problema: nada de mensajería instantánea. Probé la última aplicación de WhatsApp para Symbian sin éxito, también alguna que otra artimaña, como usar WhatApp Web. Nada. Tampoco conseguí arrancar Telegram en web ni Facebook para utilizar Messenger. Sería una excusa para desconectarme.
- Tercer problema: nada de email. Como decía, el Nokia N95 venía con su sistema de correo integrado en la aplicación Mensajes. A pesar de que configuré la app para que se conectara a la bandeja de Gmail, me fue imposible lograrlo (estuve bastante tiempo para lograrlo, pero nada). Por web tampoco conseguí cargar Gmail.
- Cuarto problema: la mayor parte de la web no funciona. El cifrado actual de la web la ha hecho más segura, también incompatible con los navegadores antiguos. El incorporado en el Nokia N95 8 GB apenas se puede usar. Y, a pesar de que probé a instalar otros navegadores (Firefox y Opera Mobile para Symbian), los resultados no mejoraron.
- Quinto problema: desconectado de redes sociales. Descargué varias versiones de las apps oficiales de Facebook y Twitter para Symbian, pero no me funcionó ninguna en el N95. Probé a acceder a sus webs móviles a través del navegador y la cosa no mejoró. Así que nada: desconexión de redes sociales, ni tan mal.
La desventaja de tener un sistema operativo totalmente abandonado es que la mayor parte de aplicaciones y herramientas se encuentra en ese mismo estado. Esto es especialmente flagrante en Symbian: a pesar de que un Android o iPhone de la misma época del Nokia N95 podría acceder a parte de los servicios habituales de la actualidad (tanto Google como Apple abandonaron a los dispositivos de aquella época, pero las aplicaciones aún pueden actualizarse lo suficiente como para que algunos de los servicios sigan accesibles), no he conseguido hacer mucho con el N95. Bueno, sí accedí a los juegos de N-Gage que tenía instalados. Incluso pude instalar más en formato SIS (el archivo ejecutable de Symbian), algo es algo.
La cámara sale del paso
Recuerdo muy positiva la cámara en su momento. De hecho, el móvil aún conserva fotos de 2008, año del Nokia N95 de 8 GB, y estas aún siguen siendo de calidad. No es que sirvan para enmarcar, pero es uno de los elementos que más ha aguantado el paso del tiempo. Por más que flojee en la grabación de vídeo ya que la resolución se queda en VGA (con una calidad bastante pobre).
Carl Zeiss equipa las lentes del teléfono, lentes que arrojan luz a un sensor de 5 megapíxeles; que se ve potenciado por un flash LED (hace lo que puede de noche) y autoenfoque. La pantalla no es táctil, por lo que no resulta posible tocar para enfocar. Aún así, el móvil ofrece un botón de disparo con dos posiciones: apretando un poco el objetivo enfoca; al apretar hasta el fondo el botón la imagen se captura. Sony es una de las marcas que sigue ofreciendo este botón, por ejemplo. Y es muy práctico.
Las imágenes del Nokia N95 son de buena calidad con mucha iluminación. Suficiente detalle con acuarelas al hacer un poco de zoom, un desempeño raspado con media iluminación y cuando cae la noche es un milagro sacar una buena foto. En estas condiciones el balance de blancos tiende irremediablemente al amarillo.
La grabación de vídeo es casi testimonial, no vale la pena utilizarlo (el Nokia N95 graba en resolución VGA y con una calidad muy mejorable). Y los selfies con la cámara frontal dan un poco de lástima, ahí sí se nota el enorme salto en fotografía que dieron los smartphones: gracias al interés por los selfies, cualquier cámara frontal del móvil más malo de ahora le da cien mil vueltas a la cámara delantera del Nokia N95.
Para coleccionismo y poco más
Tenía claro antes de empezar que no iba a estar a la altura de un Android, pero no imaginé que el Nokia N95 apenas se pudiera usar hoy en día. Y eso que era uno de los mejores teléfonos en su momento y uno de los últimos antes de que Nokia perdiera su liderazgo en favor de marcas como Apple o Samsung.
Como he ido reflejando a lo largo de esta revisión, el móvil es un testigo de ese tiempo que ya pasó, el de Symbian. El sistema operativo móvil no supo amoldarse a los tiempos de la pantalla táctil, eso es algo que pesa de manera notable en el Nokia N95 ya que todo ha de hacerse con botones (incluso escribir). No debería de ser mayor problema si pudiera utilizarse la web, WhatsApp, redes sociales y todo lo que usamos habitualmente, pero no es el caso: el sistema operativo está muerto y enterrado. Una lástima.
El Nokia N95, en su versión de 8 GB, forma parte de mi colección personal, y me temo que allí debe volver. Al menos mientras no necesite un teléfono con lo justo para llamar y enviar SMS, que para eso sí sirve. Con un reproductor de sonido y cámara de fotos que también son bastante solventes.
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