No tener consumo mínimo es una de las ventajas de la tarifa que ofrece Simyo como diferencia con otros OMVs y sobre todo en comparación con los operadores más grandes que suelen exigir un mínimo de entre 6 y 9 euros mensuales para garantizar ciertas condiciones.
Un cliente que no consume pero se mantiene con la línea activa suele causar pérdidas al operador por lo que es habitual que en las condiciones generales del servicio se especifique que las recargas de tarjetas prepago tienen caducidad para asegurarse cierta actividad en la línea.
Pero la mala noticia viene ahora cuando nos enteramos que Simyo ha decidido acortar la vida útil del saldo de las tarjetas prepago a la mitad sin notificarlo a sus clientes y sin ni siquiera modificar el pdf con las condiciones generales donde siguen saliendo las antiguas.
Desde este mes de abril, las recargas realizadas por todos los clientes de Simyo (actuales o nuevos) aplicarán una validez del saldo de tres meses desde el momento de la recarga en lugar de seis como ocurría hasta ahora. Si el usuario decide no seguir recargando, el servicio quedará suspendido hasta que se realice una nueva recarga (de mínimo 5 euros) aunque si se superan los 10 meses desde la primera recarga, el número será dado definitivamente de baja.
Puede que 5 euros cada tres meses no suponga ningún esfuerzo para la mayoría de usuarios pero lo que resulta más molesto es que este tipo de prácticas se lleven a escondidas. Si Simyo no pasa por sus mejores momentos a pesar de tener buenas tarifas, movimientos como éste harán que aumente la desconfianza de los usuarios que ahora más que nunca, recuerdan falsas promesas como la tarifa plana de voz que iban a lanzar el pasado verano.
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