La tecnología avanza al ritmo que demandan los usuarios pero son los fabricantes quienes lo marcan con pulso firme. Este camino de evolución inexorable hace que se vayan dejando cadáveres atrás, normalmente a medida que se instauran nuevos protocolos y estándares. Como el caso del avance en los conectores USB que acabaron definitivamente con los puertos minijack de los teléfonos móviles.
Hubo una época, con los feature phones o los teléfonos móviles anteriores a la era de la inteligencia móvil, en la que los fabricantes apostaban a menudo por puertos propietarios y el mercado estaba muy dividido. Nokia y HTC, por ejemplo, tenían cables y auriculares propios mientras que el jack empezaba a introducirse con algunos modelos que soportaban la conexión de 2,5 milímetros. La versión previa al conector de 3,5 milímetros que llegó a ser el estándar hasta su desaparición.
Algunos fabricantes se habían aventurado ya a quitar el conector de auriculares de sus terminales, como OPPO o LeEco, pero su movimiento no se percibió como el comienzo de una era de cambio. Ésta llegó en 2016, cuando tanto Lenovo como Apple quitaron el jack del Moto Z y el iPhone 7, provocando que en 2017 y 2018 el mercado acogiese una oleada de dispositivos que prescindían de este conector, y continuó aún más con la llegada de los iPhone 8 y iPhone X. Pero el cambio empezó a fraguarse mucho antes.
Todo empezó por los cargadores
Puede decirse que la debacle del antiguo puerto minijack de los teléfonos se firmó años antes, con la llegada del puerto miniUSB a los smartphones. El protocolo USB fue avanzando con el paso de los años y ese avance dio lugar a varios tipos de conectores que se sucedían unos a otros, enterrando el modelo anterior.
Así, el puerto miniUSB dio paso al microUSB y éste, a su vez, al USB tipo C que fue pasando del protocolo 3.0 al 3.1 y así sucesivamente, año tras año hasta el USB C 5.0 que disfrutamos en la actualidad. La llegada del USB C fue la principal responsable de la desaparición del minijack de auriculares pues provocó algo que a los fabricantes nunca les ha gustado demasiado: la duplicidad de conectores.
En cuanto el protocolo USB 3.0 se instauró con normalidad entre los dispositivos que llegaban al mercado, en el año 2017, todos comenzaron a usar las mayores capacidades de transmisión de audio que ofrecía dicho protocolo. Aumentó el ancho de banda para comunicarse con el smartphone, y con él tanto los canales disponibles para transmitir audio como la posibilidad de mejorar la calidad a través de los mismos.
El USB C se convirtió al fin en un método más que efectivo para transmitir audio de alta calidad con añadidos. Fue la sentencia para un conector minijack que cumplía una única tarea. Dos, si tenemos en cuenta los palos para selfies que triunfaban en la época.
La necesidad de espacio
Otro punto a favor de la eliminación del puerto minijack fue la necesidad de espacio interno en los smartphones. Pese a que la miniaturización surtía su efecto, los dispositivos iban requiriendo cada vez más espacio interno para implementar más sensores, altavoces mayores, baterías de más capacidad y todo tipo de componentes añadidos.
Se aprovechó también para mejorar la estanqueidad de los dispositivos, pues resultaba más sencillo detener la entrada de agua en un sólo puerto, el USB C, que en dos si contábamos al minijack para auriculares. Todo confabuló para que finalmente el mercado desterrase el puerto minijack entre los años 2018 y 2019, fecha en la que llegaron a las tiendas los últimos modelos que portaban este conector.
Este avance forzó además un cambio positivo que disfrutamos hoy en día. La dualidad que se creó en ese preciso instante, cuando Apple apostó por su puerto Lightning mientras el resto del mercado seguía utilizando el USB C, complicó la compra de auriculares pues el conector minijack de 3,5 milímetros dejó de ser un estándar pese a los adaptadores, que nunca fueron del agrado de los usuarios. Fue el acicate que la industria del Bluetooth necesitaba para mejorar.
Un paso más hacia los teléfonos sin conectores
La supresión del puerto minijack en los smartphones provocó un inmenso avance en el sector de los auriculares Bluetooth. Se redujeron las latencias hasta prácticamente ser inapreciables, mejoró la autonomía y el alcance de los auriculares y nació una nueva generación de auriculares Bluetooth plagados de sensores que se conectaban tanto de forma inalámbrica como a través del puerto USB C / Lightning.
A día de hoy cargamos los teléfonos de forma inalámbrica allá donde vamos y el puerto USB C es prácticamente residual, por lo que posiblemente estemos a las puertas de un nuevo avance en cuanto a diseño en los smartphones. La eSIM anuló la bandeja para las tarjetas, el aumento del espacio interno y su mejora de la velocidad acabó con las microSD y el USB C dio la estocada final al minijack.
En cuanto éste desaparezca, asistiremos al nacimiento del primer smartphone sin ningún tipo de conexión física del mercado. Quién sabe qué fabricante será el primero en lanzarse a la piscina.
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