Los más viejos del lugar quizá recuerden la época que precedió a la llegada del iPhone. Entonces la mayoría de los teléfonos eran más resistentes que los actuales, con algunos líderes indiscutibles como el catálogo de Nokia y su 3310, ahora renovado. El factor forma y los materiales ayudaban a que así fuese. Móviles plásticos y con partes gomosas, capaces de absorber mejor los golpes, y pantallas mucho más pequeñas y protegidas que las actuales. Aun así, algún cristal líquido que otro llegaba a estallar dependiendo de la fuerza de la caída.
Pronto comenzaron a imponerse las pantallas táctiles y a crecer las diagonales. Todo empezó por pantallas de poco más de 3 pulgadas y a día de hoy las 6 pulgadas parecen haberse convertido en el estándar, sobre todo con la llegada de los móviles 18:9. Si lo deseamos, las encontramos incluso pasadas las 6 pulgadas. Los móviles evolucionaron, así como sus materiales, y el diseño fue mejorando pero, ¿de qué importa si finalmente les colocamos una funda?
La durabilidad se fue perdiendo con el tiempo
Que las pantallas hayan crecido hasta los tamaños actuales es uno de los motivos por los que los móviles son ahora más frágiles, pero también están variando los materiales. En busca de lo premium se abandona el plástico y la goma y se abraza el metal y el cristal. Tal vez el primero sea aún de los más resistentes, pero también se deforma y se araña. Las superficies brillantes son las primeras en potenciar el deterioro.
Pese a que no soy defensor de las fundas y carcasas, no puedo más que reconocer que llegan a ser necesarias en determinados casos. Sobre todo cuando hablamos de inversiones de varios cientos de euros en un terminal, cantidades que nos provocan paros cardíacos si se producen caídas. Con flagships a 1.000 euros, más que nunca. A quien más y a quien menos se le ha detenido momentáneamente el corazón hasta recoger un smartphone del suelo y comprobar su pantalla.
Los cuerpos unibody no están contribuyendo a que se pueda vivir sin carcasa. En el pasado, y aún en algunos terminales que se venden a día de hoy, se podía intercambiar una carcasa por otra si el móvil se deterioraba. Un picotazo, una decoloración o directamente una ruptura de la carcasa se solucionaba con un simple cambio en cualquier tienda de accesorios. Si el móvil y la pantalla seguían vivos, prácticamente todo lo demás tenía solución.
Pero a día de hoy, y si queremos que nuestro móvil resista durante mucho tiempo, acudir a una carcasa o funda parece paso obligado, y eso va indefectiblemente en contra de la estética. El diseño de un terminal, uno de los factores que nos empuja a decidirnos por unos modelos frente a otros en igualdad de características, se anula en el momento en que los cubrimos de plástico o silicona.
Cierto es que algunos modelos de teléfono, como los de pantalla curva, están haciendo que se eleve a su vez el diseño de las propias fundas. Obligadas a adaptarse a teléfonos cuyo ratio de pantalla no deja de aumentar con respecto a los frontales, y a todo su cuerpo, pero aún así con traseras cubiertas que fuerzan, en muchas ocasiones, que ni tan siquiera se aprecie el color del propio dispositivo salvo que acudamos a una funda transparente. Pero cuán rápido se deterioran éstas y acaban siendo amarillentas.
El mercado de las fundas ha evolucionando. Por suerte, aunque esto es cuestión de gustos, cada vez se ven menos fundas tipo calcetín o saco, no se usan demasiado las tipo libro y tendemos a esforzarnos más para encontrar una funda adecuada y que no destroce estéticamente nuestro teléfono móvil. A mayor inversión en el teléfono, más calidad de la propia funda y, presumiblemente, un diseño más cuidado.
Los tipos de fundas que podemos encontrar
Pero con todo y con eso, los departamentos de diseño de los fabricantes se esfuerzan en ofrecernos terminales con acabados cada vez más cuidados, con materiales más exquisitos y con mejor tacto, y con coloridos que buscan diferenciarse de la competencia. ¿Y qué hacemos nosotros? Les colocamos una Spigen, una Shumuri, una Ringke o, peor aún, una de baja calidad por saberse un accesorio desechable.
En el mercado tenemos decenas de marcas de fundas y protectores para teléfonos móviles, pero prácticamente todas convergen en una serie de diseños comunes que van adaptándose en forma y tamaño a los distintos modelos del mercado. A la hora de la verdad, no hay demasiadas opciones donde elegir una vez descartamos las pasadas fundas de calcetín o saco.
Por un lado tenemos los bumpers, el nombre que reciben las carcasas que únicamente cubren el contorno del teléfono móvil y cuentan con agujeros para las botoneras, los auriculares, el puerto de carga y los altavoces externos. Estas fundas dejan ver la trasera del teléfono móvil pero no lo protegen, al contrario de lo que hacen las carcasas traseras, que cubren laterales y espalda de nuestros teléfonos.
Por último tenemos las fundas tipo libro, también conocidas como fundas Flip, y que además de proteger laterales y trasera cuentan con una tapa que cubre la pantalla, de forma que para usar el teléfono tenemos que "abrirlo" como si se tratase de un libro o una agenda de bolsillo, de ahí el nombre característico de estas fundas que ofrecen posibilidades como llevar tarjetas de crédito en la propia tapa.
Dentro de todas las fundas disponibles podemos encontrar distintos materiales y diseños, como las fundas rugerizadas, las más resistentes ante choques y que incluyen refuerzos de goma en las esquinas, o rodeando la lente de la cámara. Suelen ser además bastante llamativas pues están pensadas también para llevar el móvil a practicar deportes extremos, y así facilitan que encontremos el móvil si se nos cae en una zona de difícil visibilidad.
Las más comunes, sin duda alguna, son las construidas en silicona y plástico, y en función del grosor se distinguen unas calidades de otras. Las fundas más delgadas y con mejor ajuste suelen estar más cotizadas, pues no alteran tanto la estética del propio teléfono, aunque en ocasiones esto va en detrimento de la protección que puedan ofrecernos. La misma en cuanto a arañazos pero no a caídas.
Consejos para cuidar tu móvil si no quieres usar una funda
Si pese a los riesgos optas por no llevar funda en tu teléfono móvil, algo que personalmente defiendo, tal vez te interesen algunos consejos a la hora de proteger tu dispositivo para que no se deteriore demasiado. No ya porque queramos que nos dure el máximo tiempo posible en buenas condiciones, sino también por si cambiamos mucho de teléfono y tendremos a revender el actual. Un buen estado nos puede garantizar un mejor precio en la reventa.
Lo habitual en estos casos es recomendar tener cuidado para que el móvil no se te caiga, algo que nadie hace de forma voluntaria cuando sucede y un consejo un tanto prescindible. Pero sí es aconsejable, por ejemplo, evitar colocar el teléfono en el mismo bolsillo que las llaves o junto a monedas, pues puede parecernos que no hay sitio para que se produzca pero sí, lo normal es que surjan arañazos que podemos evitar fácilmente.
Otro buen consejoes el de tratar de no colocar el móvil sobre la mesa cuando hace sol, no ya por el sobrecalentamiento que le evitamos al dispositivo sino porque el sol degrada los colores de prácticamente cualquier material. Ya tengamos un móvil de plástico o uno de metal, evitar el contacto directo con el sol cuando no lo estemos usando alargará su buen aspecto.
Algunas fundas protegen contra líquidos, pero a día de hoy es complicado que los móviles no sean resistentes al menos a salpicaduras. La certificación IP53 para la que muchos fabricantes ni se molestan en mandar el móvil al laboratorio. No obstante, evitar el contacto con líquidos al, por ejemplo, apoyar el móvil en la mesa puede ahorrarnos el deterioro del aspecto exterior y tal vez librarnos de algún tipo de corrosión que, como decimos, no suele aparecer.
Si nuestro móvil es resbaladizo, tener especial atención cuando lo colocamos sobre una mesa con un material similar también puede ahorrarnos más de un disgusto. Y con estos pequeños consejos podremos tener un móvil con un aspecto nuevo, o semi-nuevo, durante más tiempo. Porque una caída es una caída, y si lo llevamos sin funda ya sabemos qué es lo que puede ocurrir. Y en estos casos, quizá el aspecto exterior sea lo de menos, lo peor es que se fracture la pantalla o que el terminal deje de funcionar.
Por último, y no menos importante, podemos recurrir al uso de un protector de pantalla. Un accesorio para conservar la pantalla de nuestro móvil que puede salvarnos la vida en más de un golpe y caída y que no requiere una inversión muy elevada. Lo mejor, prácticamente no se aprecia que los llevamos puestos y podemos seguir disfrutando del diseño de nuestro teléfono móvil. Para eso hemos comprado el que más bonito nos parece, ¿no?
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