Del librito o cuaderno en el que tomábamos apuntes de gastos e ingreso pasamos a las hojas de cálculo, y de ahí a aplicaciones instaladas en nuestros PCs que recogían los datos de diversos servicios bancarios para ofrecernos informes. Las gestión de las finanzas personales han dado un nuevo salto, y ahora esa potencia se ha trasladado a Internet y se ha nutrido del auge de los smartphones.
Es lo que tratan de aprovechar en Fintonic, un servicio de gestión financiera que permite a sus usuarios contar con un centro de control de sus cuentas en el que se presta especial atención a los gastos y al ahorro. ¿En qué se nos va el dinero, y cómo podemos gestionarlo mejor?
Hemos tenido la oportunidad de hablar con Lupina Iturriaga, Directora Ejecutiva y fundadora de Fintonic. El servicio, que dispone tanto de versión web como de versión móvil (Android e iOS), es en buena medida una adaptación del modelo que ya llevaba tiempo teniendo éxito en países como Estados Unidos. Mint es referencia ineludible allí, pero en Fintonic lo han querido mejorar. ¿Cómo?
Haciendo que las finanzas sean simples... y hasta divertidas
Como Iturriaga nos comentaba, una de los factores diferenciales de Fintonic es su "disrupción en el lenguaje, en la forma de comunicar y de presentar la información". El tradicional carácter gris de toda la información bancaria Fintonic propone un servicio en el que esos datos en bruto, normalmente complejos de comprender y seguir por parte de los usuarios, se transforman en información clara y en informes y recomendaciones que ayudan al usuario.
La primera parte es precisamente esa: la de recoger los datos de diversas entidades financieras -o de las que actúan como tal en ciertos apartados: los datos de tarjetas como las de El Corte Inglés o Iberia también se pueden recolectar- para unir toda esa información en un centro de control simplificado y que está categorizado al máximo. De hecho esa categorización, que funciona de forma automática y transparente en el 90% de los casos, se va volviendo mejor a medida que "enseñamos" a Fintonic: podremos categorizar nosotros mismos en movimientos que no estén bien contemplados, y esas correcciones o ediciones formarán luego parte del algoritmo personalizado para nuestros datos, de forma que Fintonic aprende del usuario y de cómo éste usa el servicio.
En Fintonic, nos aclaran, el requisito fundamental es que el usuario sea cliente de banca electrónica. Aun siéndolo, claro está, pueden surgir situaciones en las que los movimientos realizados no estén asociados a información fácilmente categorizable, y ahí es donde entra también la labor del usuario de Fintonic, que puede clasificar esos datos fácilmente. Un caso típico sería el de la retirada de efectivo que consta como un solo movimiento sin categoría clara. El usuario podrá dividir el movimiento y especificar en su cuenta cómo se categoriza ese movimiento, pudiendo subdividirlo para tener también organizadas esas situaciones.
Esa recolección o scraping de datos bancarios se realiza a partir de los propios mecanismos propietarios que ofrece cada banco. De hecho, nos aclaraba Iturriaga, cualquier usuario puede pagar por tener la posibilidad de hacer esa misma recolección en bruto. Lo que hace Fintonic no es solo ofrecer esa opción para todo tipo de entidades, sino que reconvierte esos datos en bruto y los transforma en información que podemos digerir más fácilmente.
Aún así, la recolección de esos datos y su presentación visual tiene aún margen de mejora. La actualización de los últimos movimientos si tenemos asociadas varias cuentas bancarias tarda más de lo deseable -en nuestras pruebas con cuatro cuentas ese tiempo pasa del medio minuto- y aunque la presentación del primer gráfico es rápida, esa actualización de movimientos es mejorable. Lo mismo ocurre con la interfaz visual, que es una adaptación de la web cuando probablemente debería estar pensada íntegramente para el móvil.
En Fintonic indican que la sincronización depende de la conexión del móvil. Si es buena, indican, "esto se hace en pocos segundos, alrededor de 20 segundos de media, pero si la conexión no es óptima se puede ralentizar". Las mejoras visuales están también en desarrollo, y en la nueva edición de la aplicación -"a la vuelta del verano", indican- se preparan "cambios radicales" que esperemos mejorarán esos problemas en la adaptación de la versión web a la versión móvil.
La segunda parte del servicio, igualmente importante, es la de ofrecer a esos usuarios alertas, avisos y recomendaciones. En Fintonic tendremos en todo momento una panorámica del estado de nuestras finanzas: en qué gastamos el dinero, y cómo evoluciona ese gasto. Pero como complemento a esa información es posible configurar alertas que ayudan a contener gastos. Por ejemplo, alertas sobre descubiertos en nuestro banco, comisiones duplicadas, u otros gastos que no habíamos tenido en cuenta y que podremos controlar con esos avisos. La idea, destacaba Iturriaga, era la de "evitar y subsanar" esas situaciones, que normalmente no controlamos por no estar constantemente chequeando el estado de nuestras cuentas.
Aunque hay una gestión básica de nuestro patrimonio y de nuestras inversiones, Fintonic no realiza recomendaciones sobre inversiones, aunque sí que en algún momento se han realizado colaboraciones con anunciantes que, por ejemplo, permiten que el usuario se entere de cómo ahorrar en comisiones en las gestiones de sus carteras. Sí que es posible integrar la gestión de préstamos en Fintonic, apareciendo su saldo y la evolución gráfica de los mismos además de poder establecer alertas sobre los mismos. Sin embargo, confirmaban en Fintonic:
Las inversiones no son el foco de Fintonic. Por eso nuestros esfuerzos se han centrado en el gasto, en ayudar a llegar a fin de mes sabiendo dónde se ha ido tu dinero, y darte algún capricho. No obstante nuestros planes contemplan un mayor desarrollo de las inversiones para satisfacer a aquellos usuarios mas pudientes.
Las dudas surgen cuando vemos los esfuerzos que están realizando algunas entidades bancarias como ING, cuya nueva versión web aporta buena parte de las características que ofrece Fintonic. Sus responsables indican que con este servicio "puedes incluir la información de mas de un banco y tambien de tarjetas de crédito que no incluye tu banco, además de poder consolidar las cuentas familiares juntando las tuyas y las de tu pareja". Pero hay algo aún más interesante:
Fintonic no tiene conflictos de interés a la hora de informarte de lo que es importante para ti, no sólo es una herramienta de consulta, sino que además, te ayuda. Por ejemplo: ningún banco te avisará jamás de que te ha cobrado una comisión o de que te vence tu seguro para evitar que te lo renueven automáticamente, algo que sí permite nuestro servicio
Tampoco hay posibilidad de introducir gastos de forma manual: la aplicación simplemente extrae la información de las cuentas bancarias. No hay una gestión de caja separada que nos permita no ya clasificar o dividir movimientos bancarios para tener mayor control, sino crear movimientos independientes que podamos incluir en la gestión, algo que también puede limitar las opciones para usuarios que quieran ir un poco más allá.
La seguridad y el anonimato por bandera
Para alguien como el que suscribe estos servicios siempre han generado una duda esencial: qué ocurre en materia de seguridad al centralizar todos los datos financieros en un solo servicio. Iturriaga nos explicaba cómo ya partimos de una situación interesante: la del anonimato.
Así es: en Fintonic solo se nos pide una dirección de correo electrónico. Ni nombre, ni apellidos que puedan verse asociados a la cuenta en el servicio. Al asociar cuentas de entidades financieras éstas nunca aparecen con sus números de cuenta completos en nuestro panel, por lo que no hay una asociación ni con nosotros ni con las cuentas específicas en cada entidad.
Pero es más importante aún el hecho de que las claves que se nos piden son solo de consulta. En ningún momento se piden firmas electrónicas, coordenadas o claves para la realización de operaciones. Como los usuarios de banca electrónica sabrán, una cosa es entrar a la cuenta a consultar datos con el usuario y contraseña inicial -solo lectura- y otra muy distinta realizar operaciones (pagos, transferencias, traspasos) que hacen necesaria una clave operativa. Ésta última jamás se nos pide en Fintonic, y los datos a los que accede el servicio son solo de lectura o consulta.
A eso se añade otro factor crucial: el de la seguridad impuesta en el servicio, que es equiparabla "a la de cualquier banco", indicaba Iturriaga, quien destacaba el uso del cifrado de 256 bits en la gestión de los datos. En caso de que algún cibercriminal lograra entrar en nuestra cuenta de Fintonic, no podría saber a quién pertenecen esos datos, y ni siquiera podría saber a qué cuentas reales corresponden, comentaba la cofundadora del servicio. Y por supuesto, ni los propios empleados de Fintonic tienen acceso a dichos datos, por lo que la privacidad de los mismos está garantizada.
Todas estas garantías no evitan, no osbtante, que algunos tengamos nuestras dudas sobre el servicio. El que una tercera entidad tenga acceso a los datos de nuestras cuentas -aunque solo sea en modo de consulta, sin posibilidad de que se realicen operaciones económicas desde la propia Fintonic- es un tema delicado. En realidad la cuestión se limita a un simple equilibrio y al hecho de los sacrificios que estamos dispuestos a hacer. ¿Me interesa tanto la información y el servicio que me proporciona Fintonic como para conectar el servicio a mis cuentas bancarias? En mi caso la duda sigue presente -no tengo claro que me compense-, pero puede que muchos usuarios no tengan ese problema.
De hecho, multitud de servicios actuales también juegan con ese equilibrio. El usuario de Gmail sabe que sus correos "se leen" para mostrar publicidad contextual adecuada de Google, y esa faceta pública de Facebook ha dado algún que otro usuario. El sentido común es la clave: qué estamos dispuestos a compartir, y si el beneficio de compartirlo supera, por ejemplo, nuestro respeto a nuestra propia privacidad. Algo similar ocurre con Fintonic, que trata de ofrecer una apuesta de valor en la que los usuarios deben confiar.
La publicidad personalizada como modelo de negocio
El servicio proporcionado por Fintonic es totalmente gratuito para los usuarios, pero éstos sí reciben publicidad personalizada al aprovechar las posibilidades de esta propuetas. Iturriaga nos explicaba cómo "a cada usuario, en base a su perfil de gastos, se le realizan recomendaciones súper segmentadas". Un ejemplo podría ser el de un mensaje publicitario en el que se nos avisa de que cierta empresa de seguros nos ofrece una propuesta similar a la que tenemos con un precio inferior, y en todos los casos las recomendaciones (ya no sé si llamarlas publicidad) van dirigidas a que el usuario logre ahorrar gastos.
Esa publicidad se gestiona de forma totalmente coherente con el resto del servicio. Los datos de nuestros gastos nunca llegan a los anunciantes. Esta directiva nos explicaba cómo uno de los pilares de Fintonic es el robot que analiza más de 1.800 métricas por usuario y que permite que las recomendaciones se ajusten espeficicamente a ciertos perfiles de forma muy personalizada.
La cantidad de publicidad que se recibe es también limitada, e Iturriaga indicaba que no llegan más de 5 de estos mensajes al mes. Además todos ellos están siempre relacionados con un movimiento ad-hoc en nuestras cuentas: si gastamos más en gasolina este mes puede que nos llegue publicidad sobre cierta tarjeta de puntos para ahorrar en ese tipo de consumo, por ejemplo. Por supuesto, las comisiones al mostrar esa publicidad son las que permiten que Fintonic logre ser un negocio rentable.
En Fintonic ya han superado un reto importante. Como comentaba Iturriaga, llegaron en un momento difícil y convencer de su utilidad era complejo al principio. Esa misión va por buen camino: ya disponen de más de 160.000 usuarios, y el crecimiento actual es de unos 5.000 usuarios más cada mes. Ahora toca "no estancarse", nos decía Iturriaga, que promete novedades interesantes para los próximos meses. Estaremos atentos, y mientras tanto puede que por fin podamos dar respuesta a la célebre pregunta de en qué se nos va el dinero.
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