Cuando hablamos de compañías históricas españolas, BQ debe tener un espacio en esa conversación. Conquistaron un segmento que en España no estaba siendo explotado, sintieron el flechazo de las impresoras 3D, pelearon contra titanes de la talla de Samsung o Motorola y se ganaron un hueco en el bolsillo de muchos usuarios.
A continuación, vamos con la historia de BQ, la compañía que fue "la Xiaomi" de su tiempo, que se vio arrollada por la llegada de las compañías chinas a España y que terminó de la forma más triste posible, diluida entre las empresas de un conglomerado con negocios en la industria del turismo o la agricultura. Y no, no es una historia con final feliz. Veamos qué fue de BQ.
BQ no empezó en un garaje, sino vendiendo pendrives en la universidad
En el mundillo de la tecnología, seguro que sabes que multitud de empresas mil millonarias actuales se fundaron en un garaje. Está la leyenda de los empresarios que empezaron sin más, con una mano delante, una detrás y una buena idea, aunque buena parte de las veces realmente empiezan, además de con una buena idea, con algún que otro millón familiar en el banco.
Sin embargo, la historia de BQ comienza de un modo distinto, con seis estudiantes de telecomunicación de la Politécnica de Madrid que fundaron MemoriasUSB. Sí, una empresa de 'pendrives' creada en 2005. Estos dispositivos estaban personalizados y se vendían tanto a empresas como a particulares.
Fue un negocio que los acercó a otros clientes y socios, ya que estos pendrives se fabricaban en china, y así los caminos de Luarna Ediciones y MemoriasUSB se cruzaron. Luarna era una empresa de libros electrónicos y PDF que necesitaba un soporte para que sus libros se leyeran (los lectores de libros no eran tan populares como actualmente) y MemoriasUSB trajeron un modelo que gustó a la editorial.
Así, en 2009, nació la marca Booq y el lector Booq Classic. No vamos a entrar en detalles, pero bajo el nombre de Mundo Reader lanzaron varios modelos de estos lectores y aprendieron que el servicio posventa y el cuidado del software era esencial. Y es que, si traían modelos de China, con software y hardware chino, era probable que algo saliera mal, así que en España corregían los fallos que encontraban y, si algo se les pasaba y llegaba a un cliente, se encargaban del servicio técnico.
Ese buen servicio técnico es algo que se mantuvo durante buena parte de los años como BQ. Pero bueno, consiguieron que varias compañías grandes (Telefónica o Fnac o Casa del Libro, entre otras) firmaran con Mundo Reader para lanzar modelos exclusivos de su Booq, que terminaba acortándose como 'BQ'.
De Mundo Reader a BQ. De BQ a los fuckin’ spaniards
Hasta entonces, Mundo Reader y MemoriasUSB no desarrollaban software, simplemente corregían y daban soporte, pero debían competir contra un gigante, el Kindle de Amazon. No solo estaba conectado a internet, sino que tenía detrás una enorme biblioteca de contenidos.
Booq, ya renombrada como BQ, consiguió un acuerdo para adaptar sus lectores a una plataforma de contenido, por lo que tuvieron que empezar a desarrollar software. Esto era algo nuevo que abría posibilidades enormes, pero también tenían que empezar a tomar decisiones.
Si seguían siendo la marca de Telefónica o, sobre todo, Fnac, corrían el riesgo de desaparecer, pero si se consolidaban como una empresa distinta, podían seguir desarrollando sus ideas y visión. Optaron por esto último y, en 2012, BQ empezó a trabajar en teléfonos móviles.
Ya tenían experiencia en tablets, pero los móviles son más complejos en todos los sentidos. Aun así, se lanzaron a la piscina con un móvil chino que adaptaron a nuestro territorio: el BQ Aquaris 4.5. Arrasó.
No solo fue un móvil con el que Google desplegó Android One (una versión extremadamente simple del sistema operativo), sino que llegó antes que otro mítico de aquellos años, el Motorola Moto G de primera generación. Además, desde BQ seguían dando mucha importancia al servicio técnico y de atención al cliente, pero sentían que debían ir un paso más allá.
Un año después llegaron los Aquaris E que empezaban a tener piezas personalizadas. Diseñar en España, a cientos de kilómetros de las fábricas, puede parecer una mala idea, pero realmente es una estrategia interesante porque, cuantos más apartados estén bajo control desde un inicio, menos fallos habrá en el producto final.
De este modo, hay que invertir menos en el servicio técnico y se pueden ahorrar costes a la vez que mantienes una buena imagen de marca. De la manera que sea, los usuarios estaban encantados tanto con los dispositivos como con el servicio de atención, y todo eso contribuyó a consolidar la buena fama de la compañía.
BQ estaba en una nube y se tiraron un órdago: contratar a Álex de la Iglesia para crear uno de los mejores comerciales -en mi humilde opinión- que ha tenido nunca un teléfono móvil: el famosísimo 'fucking spaniards', o "jodidos españoles" que nos mostraba a directivos de alto nivel de varias empresas (se supone que norteamericanas, nórdicas, coreanas y chinas) maldiciendo el Aquaris E5.
219,90 euros por un móvil libre, Snapdragon 410, pantalla IPS de 5 pulgadas, cámara de 13 Mpx firmada por Sony y batería de 2.850 euros con un, además, buen diseño.
Era 2014, la marca ya estaba consolidada, tenía una buena reputación, alimentaban esa idea de "marca española" y el buen ambiente, como nos contaban hace unos años, era muy bueno. En los modelos diseñados en España, se cuidaba muchísimo cada detalle. En los que no (los primeros, sobre todo) si algo fallaba, se sustituía directamente el terminal. El objetivo era que el usuario quedara satisfecho.
Posteriormente, llegaron los M5 y el M5.5 y, debido al buen boca a boca de anteriores modelos, arrasaron. Sin embargo, la situación pronto se convirtió en una pesadilla porque esos modelos tuvieron problemas de sobrecalentamiento, pérdida de cobertura o pantallas que dejaban de funcionar.
En 2015 facturaron 244 millones de euros, con cinco de beneficio, pero en 2016 la facturación cayó casi un 30%
BQ no tenía stock, no podía sustituir terminales, la relación con empresas como MediaMark se tensó y pasaron en dicha cadena de un 20% de cuota a un 10% en muy poco tiempo. De hecho, a posteriori, integrantes de BQ por aquellos años recuerdan la situación como injusta, ya que a BQ se la crucificó por esos fallos y con el Note 7 de Samsung, que explotaba, no pasó nada. Aquí hay matices, puesto que a Samsung le salió carísimo recuperar la confianza. El tamaño de las empresas tampoco era el mismo.
Pero bueno, se lanzó el Aquaris X5 con el que BQ empezó a vender bien de nuevo, pero ya la situación no llegó a ser igual. En 2015 facturaron 244 millones de euros, con cinco de beneficio, pero en 2016 la facturación cayó casi un 30% y en 2017 llegó un monstruo.
Y llegó Vietnam. Literalmente
Aparte de las polémicas recientes sobre la no actualización de ciertos modelos con procesadores MediaTek, 2017 marcó el antes y el después en la compañía. De forma oficial, Xiaomi aterrizaba en España con un titán como el Xiaomi Mi A1. Si los usuarios se quejaban porque debían importar los 'xiaomis' y flashear una ROM occidental, la compañía china se plantó con un móvil bueno, bonito, barato y con Android "puro": Android One.
El precio de Xiaomi era atractivo, tenían un stock enorme, muchísimos modelos y preferencia en las cadenas de ventas y suministros. Desde BQ nos contaron hace unos años que, mientras ellos pedían 10.000 teléfonos, Xiaomi estaba fabricando hasta 500.000. Es una diferencia apabullante entre amas compañías.
BQ no estaba en una posición cómoda y se encontraban al borde de la desaparición, pero gracias a la buena relación con Qualcomm, éstos llegaron para presentar a Vingroup. Se trata de un conglomerado vietnamita que cuenta con empresas e intereses en multitud de sectores, siendo la tecnología solo uno de ellos. Y estaban interesados en los españoles.
En 2018, solo unos meses antes de la venta, se produjo el primer ERE en BQ con un acuerdo del 85% de la plantilla. Sobre todo, afectaba a Luarna, que se encargaba del servicio técnico, pero era una forma de hacer más atractiva la venta a Vingroup. En diciembre de 2018, Vingroup compró el 51% de BQ, y si Xiaomi fue el primer clavo en el ataúd, la venta fue el segundo.
Al final, BQ quedó como un recuerdo y como atrezzo en series españolas
BQ seguía funcionando en España, pero no llegaban nuevos proyectos y Vingroup se llevaba ingenieros a Vietnam. Desde aquí, las sospechas eran recurrentes, se "olía" que la historia acabaría mal y, tras algunos modelos como el Vsmart Active 1+, el vicepresidente de la matriz cerró el ataúd y echó tierra sobre la empresa española.
"La producción de smartphones o televisiones no supone un gran avance ni marca la diferencia para los usuarios. Mientras tanto, el desarrollo de automóviles inteligentes, el hogar inteligente y la ciudad inteligente ofrecen muchos beneficios y experiencias excepcionales. Por eso, estamos decididos a dedicar todos los recursos en estos puntos".
Con ese comunicado, Vingroup anunció que cerraba su división de telefonía para centrarse en la creación de vehículos inteligentes y eléctricos. BQ desapareció definitivamente y, con ella, la mayor y más fructífera empresa de teléfonos móviles que, durante un tiempo, peleó con los titanes del mercado.
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