Cuando contratamos un plan de Internet, nos solemos fijar en la velocidad que ofrece el operador, medida en megabits por segundo (Mbps). Sin embargo, aunque la velocidad de la conexión es un factor clave, hay otra variable que influye de forma significativa en la calidad de nuestra experiencia en línea: el peering.
Este concepto técnico, poco conocido fuera de los círculos especializados, es esencial para garantizar que podamos navegar, ver vídeos en streaming o jugar en línea con la menor latencia y cortes posibles. Pero, ¿qué es exactamente el peering y cómo ayuda a que tu conexión sea más rápida sin necesidad de aumentar la velocidad contratada?
Un repaso rápido a cómo funciona internet
Internet es una red de redes. Eso significa que multitud de redes están conectadas entre sí por diferentes lugares, de manera que se puede llevar información de un punto (por ejemplo, tu móvil) a otro (por ejemplo, google) por diferentes vías.
Evidentemente la vía más directa será la más rápida, independientemente de la velocidad que tengas contratada, y ese tiempo de retardo, medido en milisegundos, es lo que se refleja en la latencia cuando hacemos una medición de velocidad de internet.
Una latencia muy baja, en torno a 10-5 ms hará que la sensación de la conexión sea prácticamente instantánea, desde que pinchamos en una web para entrar, y se carga la información, o desde que pinchamos para ver una película y empiece a reproducirse inmediatamente. Una latencia baja es vital para hacer videollamadas, jugar online y teletrabajar, aunque también entran en juego otros factores que ahora no vienen al caso.
Para llegar de un lugar a otro, nuestro operador conecta su ASN (con políticas de enrutamiento propias) a puntos neutros de intercambio de tráfico (o IPX como Espanix o De-cix) hacia los que dirige la información, y a partir de ahí sale al resto de internet y se dirige a su destino de manera eficiente a través de diferentes rutas según el punto neutro utilizado.
El peering hace que internet sea más instantáneo
Es en los puntos neutros y datacenters donde se realizan físicamente el peering, y que consisten en que el operador de telecomunicaciones que gestiona la red desplegada, y un determinado proveedor con mucho tráfico (como Google o Netflix), llegan a un acuerdo (normalmente gratuito) que permite enviarse directamente el tráfico entre ambos sin pasar por terceros, reduciendo la latencia, y por tanto, la sensación de instantaneidad.
Cuando un proveedor de internet no tiene peering con otra red debe recurrir a un proveedor de tránsito (servicio de pago), que son compañías con presencia en múltiples puntos neutros y acuerdos de peering con los principales proveedores, pero la latencia suele ser superior.
Además, el peering permite a las redes gestionar mejor cómo se enruta su tráfico, evitando congestiones o rutas ineficientes que podrían ocurrir si dependen de terceros. Y a medida que aumenta el tráfico entre dos redes, es posible ampliar la capacidad de las conexiones de peering para manejar mayores volúmenes de datos sin repercutir en una peor calidad del servicio.
Imagen portada | Copilot.
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