Ahora que el concepto de IP ya está más o menos aclarado en nuestra primera entrega, vamos a proseguir con nuestro recorrido por los entresijos de nuestra conexión de red doméstica. Esta vez vamos con un concepto realmente sencillo, corto de explicar y que no costará mucho entender. Hablamos de la diferencia entre IP pública e IP privada.
Como ocurrirá en muchos hogares, en el nuestro es muy posible que tengamos más de un ordenador. A esto es muy posible que haya que añadir el hecho de que dispongamos de una videoconsola de última generación, también con acceso a Internet, y algún otro dispositivo con conectividad Wi-fi (como un iPad, un tablet PC, iPod Touch, etc). Como dijimos en la anterior entrega de este especial, todo dispositivo con acceso a Internet necesita de una dirección IP.
Ahora se presenta una duda. Nuestro proveedor de Internet (o ISP) nos proporciona una única dirección IP para conectarnos con el exterior, pero nosotros tenemos en casa, por ejemplo, cinco dispositivos que necesitan de ese acceso a Internet, y muy posiblemente de manera concurrente. ¿Cómo es posible que cinco dispositivos utilicen una misma IP? La respuesta es muy sencilla, no lo hacen. Cada uno de ellos tiene una IP propia.
La IP privada
Los ordenadores y demás gadgets que poseemos forman todos juntos una red local. Dentro de esa red local, cada uno tiene asignada una IP que forma parte de un mismo rango. Normalmente, por definición del ISP, dichas IP empiezan por 192.168, aunque podemos cambiarlas libremente, algo que en verdad no hace falta. Estas IP son las direcciones IP privadas, es decir, sólo tienen sentido dentro de nuestra red local y mantiene identificado cada dispositivo dentro de ella. Evidentemente, no puede haber dos o más IP privadas repetidas dentro de una misma red local al mismo tiempo.
Así, cuando configuramos el acceso a Internet de nuestro ordenador, tenemos que asignarle esta IP privada, lo cual queda a nuestra discreción. A dicha configuración habrá que añadir la máscara de subred y puerta de enlace, los cuales ya os deben de sonar de algo.
La IP pública
¿Y qué pasa con la IP pública? Esta es la IP que no podemos elegir, sino que nos la asigna nuestro ISP y se queda “retenida” en nuestro router. De esta forma desde el router hacia fuera (es decir, hacia Internet) estaremos identificados por esta IP pública, pero en ningún momento se conocerá la IP privada del dispositivo con el que nos estamos conectando. Por ejemplo, concurrentemente estamos accediendo a una web determinada desde nuestro ordenador y a otra web distinta desde un iPod Touch. Realmente el acceso a esas dos webs se hace con la misma IP pública y no se distingue quién ha hecho la conexión, es totalmente transparente.
Por supuesto, para que esto funcione así se tiene que realizar un trabajo, y es de nuevo el router quien se encarga de ello. Él se ocupa de dirigir el tráfico desde nuestro ordenador con IP privada, cambiar dicha IP privada por la IP pública, acceder al contenido que deseamos, traerlo hacia si mismo y enviarlo al ordenador con la IP privada que lo ha solicitado. Todo ello en milésimas de segundo y sin que nosotros seamos conscientes de nada.
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Foto | Andy Wright