Ahora que el acceso a Internet por medio de la banda ancha es un derecho universal en España, conviene mirar con lupa si las pretensiones del gobierno se cumplen, que no todo quede en una bonita frase. Cuesta creer que a finales del 2010 en España no todos los habitantes puedan acceder a la red de "alta velocidad" por mucho que ya la tenga hasta en el Everest.
Al margen de que ese concepto de llamar "alta velocidad" a un megabit de conexión sea más bien altamente discutible, lo destacable (para mal) es que haya población en la moderna Europa que no pueda ver un video en You Tube sin caer en la desesperación.
Siendo realistas, no son muchos. En las comunidades con más infraestructura el acceso es de prácticamente un 100%, pero en otras con menos oportunidades no lo tienen tan fácil. Por ejemplo, un 3% de castellano-leoneses que viven en zonas rurales todavía no llegan a ese mínimo establecido y no será así hasta dentro de un año según el plan establecido para solucionarlo. El problema de fondo va mucho más allá, y es que se trata de regiones con grandes dificultades; ya sea por cuestiones geográficas, demográficas o económicas. Haciendo una odiosa comparación, en un par de años será sencillo rozar los 100 Mb por segundo en una gran ciudad, pero los vecinos de las zonas rurales lo harán una centésima parte de la velocidad que alcanzan en Madrid. Es decir, habrá multitud de servicios a los que acceder se les hará imposible dado que el avance de las infraestructuras va a la par con la exigencia de las diferentes webs o aplicaciones que requieren conexión.
La solución está en el aire
¿Hay entonces alguna posibilidad de que se pongan "a la altura" (tecnológicamente hablando) de las grandes urbes? No todo van a ser malas noticias. Es probable que sí, que esa distancia sea salvable debido a dos importantes condicionantes. Por un lado, la convicción de que el acceso a la red es necesario para el desarrollo de la llamada "sociedad de la información". Por otro, la difusión de tecnologías inalámbricas frente a la costosa instalación de cableado podría ser la gran esperanza de estos internautas abandonados. Empresas como Iberbanda fueron las primeras en captar las ventajas y pronto se sirvieron de WiMAX para dar cobertura a los lugares poco accesibles.
La vista queda entonces puesta en las omnipresentes redes 3G y el futuro 4G (de entre 100 y 1000 Mbps), ya que su difusión es más rapida y barata que "tirar" un cable para un número reducido de clientes dispersos. Sólo hay que ver la rapidez de la expansión de la cobertura 3G en nuestro país, dejándonos a todos conectados en apenas unos años. Otras opciones costosas pero eficaces en situaciones extremas sería el Internet por satélite o por radio, pero no han acabado de cuajar. Lo que sí parece claro es que el cable empieza a perder fuerza, algo que podría ser especialmente una buena noticia para conseguir la verdadera bancha ancha rural.
Más información | La Crónica de León, Iberbanda Foto | En Flickr por mckaysavage