Las tarjetas SIM son algo parecido al DNI de nuestro teléfono móvil, el documento identificador que permite al teléfono acceder a las redes para llamar, para enviar SMS o para conectarse a internet. Y hasta hace muy poco tiempo, su existencia era meramente física. Pero al igual que ahora podemos tener el DNI en formato digital, las tarjetas SIM también funcionan en formato electrónico, viviendo dentro de un chip programable.
Pero éste no es más que el último paso en una larga y lenta evolución que partió desde tarjetas SIM que tenían el tamaño de una tarjeta de crédito y que acompañaron a los primeros teléfonos móviles en llegar al mercado. Desde entonces, las SIM han experimentado cambios de aspecto y de construcción interna, y quizá sea el momento de echarles un vistazo pues tal vez no quede mucho hasta que su apariencia física, la de una tarjeta que podemos separar del teléfono a voluntad, desaparezca para siempre a causa de la llegada de las eSIM.
Tarjetas gigantes en los 90
En esta evolución de las tarjetas SIM hacemos una primera parada en sus orígenes, en el momento en que la tarjetas tenían el tamaño de casi una tarjeta de crédito. Hablamos de una tarjeta rígida de casi 86 x 54 milímetros de tamaño (con 0,76 milímetros de grosor) y que se introducían por completo en el interior de un teléfono móvil. Resulta curioso pensar en esto, en que las tarjetas se albergaban por completo dentro de los móviles. Sobre todo porque ahora se quitan componentes como el jack de auriculares para permitir comprimir más y más el interior de los dispositivos.
Estas tarjetas llegaron en el año 1991 y no disponían de ningún tipo de troquelado exterior más allá de contar con las esquinas ligeramente curvadas. Se introducían habitualmente por la parte inferior del móvil y las llevaban los primeros teléfonos móviles en salir a la venta. Algunos tenían el hueco en el interior pero para introducir la tarjeta había que retirar la carcasa trasera del teléfono, pero lo más común era contar con una ranura accesible desde el exterior. Como la del Motorola 7500, por ejemplo.
El recorte más salvaje: pasar de SIM a mini SIM
El sistema no tardó en modernizarse pues se desarrollo un diseño más eficiente para las tarjetas SIM y ya no hacía falta que ocupasen tanto espacio. Así que todo se redujo a un pequeño chip albergado en la tarjeta y se recortó bastante del plástico original que formaba las primeras SIMs. De ahí nacieron las mini SIMs, cuyo tamaño se asemejaba mucho al de las tarjetas microSD cuya existencia también parece condenada en los próximos años. Con las mini SIM llegó además la esquina troquelada para saber con exactitud la posición correcta de la tarjeta y evitar errores de funcionamiento. 'La esquina marca el lugar', como podría decir Indiana Jones.
Las tarjetas mini SIM (aunque pasaron a llamarse SIM sin más apellidos) se estrenaron en el año 1996 y su tamaño, tras suprimir gran cantidad de plástico, quedó en 25 x 15 milímetros, manteniendo el mismo grosor que sus hermanas originales, 0,76 milímetros. Esta reducción supuso un gran ahorro de espacio interno para los móviles y el salto entre las primeras y las segundas podía hacerse "a mano". Si aún contábamos con una SIM y queríamos convertirla en una mini SIM, bastaba con descargarse el plano de recorte, imprimirlo, colocarlo sobre la SIM y aplicar la tijera.
Aún menos plástico pero aún el mismo grosor con las micro SIM
Antes de variar en otra de sus dimensiones físicas, el grosor, las tarjetas SIM todavía experimentaron una reducción adicional de plástico en su fabricación. Fue el que se produjo en el salto de las mini SIM a las micro SIM. Este salto sí que costó pues el estándar fue aprobado en el año 2003 pero tardamos 7 años en ver llegar teléfonos al mercado que contasen con bandejas para este tipo de tarjetas. Curiosamente, se estrenaron a bordo de un tablet y no de un teléfono móvil. Fue el iPad original del año 2010.
De los 25 x 15 milímetros de las mini SIM pasamos a los 15 x 12 milímetros de las micro SIM y la "transformación" aún podía hacerse a mano. En las micro SIM aún quedaba algo de plástico rodeando el chip que contenía los datos de identificación de la tarjeta pero el cerco se estrechaba peligrosamente. Como en los modelos anteriores, las micro SIM también contaban con una esquina troquelada para facilitar su colocación. Estas tarjetas micro SIM mantenían el grosor de 0,76 milímetros y fueron las últimas en contar con él, pues aún se produciría un salto más en el terreno de las tarjetas físicas.
Más delgadas y el plástico reducido al mínimo: abran paso a las nano SIM
Y abran paso a las que con toda probabilidad serán las últimas tarjetas SIM físicas que conozcamos, pues los chips programables ya están entre nosotros. Con la llegada de las nano SIM el plástico de las tarjetas se redujo al mínimo indispensable. El chip se redujo ligeramente de tamaño y las tarjetas se hicieron más delgadas hasta contar con 0,67 milímetros de grosor. El formato resultante contó con 12,3 milímetros de largo y 8,8 milímetros de ancho. Prácticamente un chip pegado sobre un soporte plástico ultra delgado. Y sí, con el troquelado posicionador.
Estas tarjetas nano SIM aún podían obtenerse a partir de micro SIM recortadas, aunque algunas bandejas de tarjetas ponían pegas por la mínima diferencia de grosor, pues el espacio en los teléfonos ya era bastante justo. Las nano SIM aterrizaron en el año 2012, el mismo año en que fue aprobado el estándar, y de nuevo se pusieron en circulación a bordo de un dispositivo de Apple, el iPhone 5. Son las tarjetas que vemos llegar aún hoy en día y, como decíamos en la introducción, muy posiblemente las últimas físicas que lleguemos a conocer.
El adiós a la tarjeta física es la llegada de la eSIM
En 2016, la GSMA publicó oficialmente las especificaciones de la primera tarjeta SIM virtual, la que dejaba de ser un trozo de plástico físico con un chip pegado a integrarse en el interior de teléfonos móviles y otros dispositivos. Es decir, que pasaba de ser un chip externo invariable a un chip interno programable. La SIM virtual o eSIM borró entonces de un plumazo la necesidad de solicitar a los operadores SIMs físicas para portabilidades, lo que abrió la puerta a las portabilidades casi inmediatas.
Con las eSIM también se abrió la puerta a que prácticamente cualquier dispositivo pudiese estar conectado a redes móviles, pues sólo era necesario que contase con el chip eSIM interno para poder enlazarlo a tal o cual operador. Y claro está, se abrió la puerta a contar con múltiples números de teléfono en un mismo móvil, pues albergar uno o diez ya sólo era cuestión de la capacidad de memoria del propio chip. Aunque esto último, por desgracia, aún no ha llegado.
Presentada en 2016, estamos en 2021 y los teléfonos móviles con eSIM aún no se han impuesto aunque sí vemos llegar más modelos con cada temporada, y se aprecia su evolución en la presencia de cada vez más relojes conectados. Con la desaparición de la eSIM (que actualmente convive con las SIM en los teléfonos que la portan), los fabricantes también ganan espacio interno al poder quitar la bandeja para la tarjeta, y se resta (o restará) una entrada de agua al interior del teléfono. Los móviles completamente estancos están cada vez más cerca, y algún ejemplo ya hemos tenido.
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