El XXV Encuentro de Telecomunicaciones de la UIMP está siendo más fructífero de lo esperado, sobre todo a la hora de conocer la postura de las operadoras con respecto a la neutralidad de la Red y al posible pago de un “peaje digital” por parte de quienes más uso hacen de ella.
El consejero delegado de Telefónica, Julio Linares, mostró las cartas de la operadora, afirmando que dentro de poco será necesario un mercado de “doble cara” en el que exista una “gestión diferenciada del tráfico” de forma transparente. ¿Qué significa esto? Bueno, vamos a tratar de traducirlo al román paladino y explicarlo en detalle con un lenguaje más comprensible:
Leyendo entre líneas: la postura de las operadoras
Según Linares, se trata de dar diferentes tipos de servicios a través de nuevos protocolos de interconexión que diferencien en calidad del servicio. Lo que traducido a lenguaje usuario viene a significar una discriminación del tráfico en función de su tipología así como del uso que hagan de las redes.
Por ejemplo, las descargas directas, el P2P, el streaming de vídeo y música desde la nube podrían ser considerados como “tráfico de segunda”, reduciéndose su prioridad de transferencia en los nodos (es decir, su velocidad efectiva de subida y descarga) que conforman las redes de los ISPs.
Entonces, si por ejemplo limitan la velocidad del streaming de vídeo, ¿no podremos disfrutar de todos los servicios que están por venir y que necesitan un verdadero acceso de Banda Ancha, como Netflix? Bueno, no hay que preocuparse, que las operadoras siempre piensan en nuestro beneficio y por supuesto ya han tenido en cuenta esta situación.
De ahí que el directivo afirmara que, “en general, todos los agentes del mercado entienden que, en la situación actual, las circunstancias han cambiado y, por lo tanto, las relaciones entre compañías e infraestructuras que se tienen que desplegar exigen nuevos modelos”.
Lo que traducido a lenguaje usuario viene a significar que las empresas proveedoras de contenidos tendrán que pagar, además de por sus servidores y el actual ancho de banda contratado con las operadoras (que no debe ser una factura precisamente barata), por usar las redes de los ISPs.
Es decir, una empresa que quiera dar un nuevo servicio en España, como Netflix hará dentro de unos pocos meses, podría tener que hacer frente a un nuevo “impuesto revolucionario” de las operadoras (que repercutirán en los usuarios finales), ya que sus malvados servicios saturan las redes de datos, que al parecer existen como fines en sí mismas y no como medio para disfrutar de servicios.
Linares también señaló que más de cuarenta empresas del sector han trabajado durante cinco meses tratando algunos asuntos de interés para la industria de las telecomunicaciones en Europa y han presentado ciertas propuestas a la Comisión Europea.
Además comentó que proveedores de contenido como Google han participado en estos grupos de trabajo muy activamente y, en principio, han apoyado esos planteamientos. ¿De verdad? Permitidme que dude que Google esté dispuesta a pagar una nueva tasa porque los usuarios accedamos a sus servicios. Quizá le saliera más rentable desplegar su propia red de fibra como ya está haciendo en EEUU.
(Crecer a toda costa) – (ética + previsión) = origen del problema
Quizá me equivoque, pero pensaba que el auge que Internet ha experimentado en estos últimos 10 años no ha sido causado (o por lo menos no de forma fundamental) por el incremento en las prestaciones de acceso a las diferentes redes, sino por la tremenda avalancha de servicios online que se han puesto a disposición de los usuarios.
Estos servicios, aplicaciones, juegos, contenidos multimedia, etc. han ido progresivamente incentivado el interés de los clientes, quienes han querido ir contratado accesos cada vez más rápidos para disfrutar plenamente de ellos, favoreciendo a su vez las inversiones de las operadoras y otras empresas del sector al tiempo que mejoraban sus cuentas de resultados.
Ahora que la mayoría de nosotros estamos convencidos de las bondades del acceso a Internet de Banda Ancha para acceder a estos servicios, se pretende que paguemos (ya sea directamente o a través de la repercusión de estos nuevos peajes digitales que inevitablemente tendrán que incluir las empresas de contenidos en nuestras facturas) un extra por hacer uso de ellos, ya que de otro modo las redes se saturarían.
¿No sería más lógico y ético ofrecer sólo aquello que puedo garantizar, abarcar únicamente aquello que podré manejar? No, para las operadoras lo lógico es crecer (misión fundamental de toda empresa), crecer en clientes y estructura, cueste lo que cueste.
Pongamos un ejemplo: Yo, ISP X, te ofrezco a ti, incauto usuario, una conexión de 10 Megas (si eres afortunado, porque como vives en un pueblo de menos de 5.000 habitantes a lo mejor no me ha interesado invertir en infraestructuras por allí) a un precio considerablemente superior al de otros países de la UE, de los cuales te llegarán con suerte 8, pero sabiendo internamente que no podré garantizarte esa velocidad en el futuro cuando más usuarios se conecten al mismo enlace.
En fin, que uno no deja nunca de sorprenderse con la forma de ver las cosas que tienen estas grandes compañías, para las que los usuarios y las empresas más pequeñas somos poco menos que títeres. Sería ideal que existiera alguna entidad administrativa competente que se encargara de vigilar, regular, controlar e impedir estos abusos. Ah!, espera, que creo recordar que sobre el papel existe algo parecido llamado CMT y por encima de ella se encuentra una institución financiada con dinero público denominada Gobierno.
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