Usar el móvil en China no es como usarlo en occidente. Y todo tiene una explicación

Usar el móvil en China no es como usarlo en occidente. Y todo tiene una explicación

  • Más de 1.100 millones de chinos usan el smartphone a diario

  • El gobierno del país puede acceder a todos los datos de usuario que generan los smartphones

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El móvil ha conquistado cualquier porción del planeta, aunque hay un país donde se lleva al extremo el uso del smartphone: China. Con más de 1.100 millones de usuarios de móvil estimados (datos de Statista), el gobierno de aquel país tiene una puerta a la vida de los ciudadanos. Y la mantiene abierta.

Tener un objeto permanentemente conectado a Internet va dejando un rastro que termina identificándonos. Servicios que pueden asociar la dirección IP a nuestro usuario, cookies que se van guardando en las apps y que sirven para tener un mejor conocimiento de nuestros gustos, el registro de actividad del teléfono puede servir como prueba judicial... Este seguimiento parece una exageración, pero no es nada comparado con China. ¿Están tan vigilados los chinos como nos imaginamos?

China es una burbuja para los propios chinos

ShenZhen de día ShenZhen de día

Comunista de corazón, y cada vez más capitalista en lo social, en China persiste el férreo control del gobierno sobre sus ciudadanos. Y esto queda trasladado a todos los ámbitos, en especial a lo relacionado con Internet: dado que los smartphones son la principal herramienta de acceso a la red de redes, estos dispositivos centran la atención de las autoridades.

La analogía de 1984 es habitual cuando se habla de China, es uno de los países donde más se vigila a los ciudadanos. Y las herramientas de control permanecen instaladas en el dispositivo que los chinos llevan a todas partes: las aplicaciones del móvil comparten los datos con el gobierno, las operadoras rastrean permanentemente los movimientos de los teléfonos y el «Gran Cortafuegos» cierra cualquier acceso al exterior.

Todo a lo que un chino pueda acceder desde su smartphone queda dentro de las fronteras chinas, en servidores chinos y bajo empresas que colaboran estrechamente con el gobierno de Xi Jinping. Incluida la propia Apple: si una empresa quiere hacer negocios en el país debe apoyarse en una empresa china. Y el «Gran Cortafuegos» impide que nada salga de allí (o intente entrar).

China exige tener el control de todo lo que se haga en el país. Esto atañe tanto a las empresas como a los ciudadanos

Quien haya viajado a China sabe bien lo difícil que resulta comunicarse desde allí haciendo uso de aplicaciones como WhatsApp o Telegram, resulta complicado acceder a redes sociales occidentales o cualquier otra plataforma que no tenga servidores dentro de China. Ese sistema de bloqueo de conexiones es el denominado como «Gran Cortafuegos» o «Big Firewall», una burbuja tan difícil de cruzar que a menudo ni los mejores VPNs logran esquivarla.

Casi toda la actividad diaria pasa en algún momento por el smartphone

ShenZhen de noche ShenZhen de noche

Para evitar que nada salga de China, y poder controlar cuanto hacen los chinos con su smartphone, el gobierno del país obliga a que todas las empresas que ofrecen servicios relacionados con Internet tengan un registro de lo que hacen sus usuarios. Dicho registro queda accesible desde el propio gobierno.

El fenómeno de usar el smartphone desde la hora de levantarse hasta la de irse a la cama es global, pero en China alcanza cotas superlativas.

  • Conversan utilizando aplicaciones de mensajería como WeChat.
  • La burocracia se realiza desde las propias aplicaciones de mensajería.
  • El sistema de pagos móviles es algo tan extendido que, literalmente, resulta muy complicado pagar con tarjeta dentro del país.
  • El móvil sirve como salvoconducto para cualquier barrera que haya en el territorio. Es algo que ya vimos con la epidemia de Covid y los confinamientos, por ejemplo.
  • Las compras online se realizan desde el móvil, también todo el seguimiento.
  • Las apps de mapas se utilizan para compartir vehículo y pedir transporte privado. Todos esos datos de localización quedan registrados.
  • Los chinos se informan y entretienen a través de las aplicaciones para smartphones.

Dado el enorme uso del smartphone, y debido a que las autoridades poseen acceso a todos los datos y registros que guardan los servicios de los ciudadanos (incluso si están cifrados), este universal sistema de control se extiende a cualquier persona que dé un paso por el territorio chino. Resulta prácticamente imposible escapar de la vigilancia.

¿Tanta diferencia hay en China con respecto a occidente?

Revisando el uso que hacen los chinos del smartphone, y teniendo en cuenta que en occidente lo utilizamos de una forma parecida pese a que no rocemos los extremos, ¿realmente hay tanta diferencia entre su falta de privacidad y la nuestra? Al fin y al cabo, a cualquier gobierno le atraen los datos de sus ciudadanos. Y dejamos una buena cantidad de ellos tras nuestro paso.

Lo cierto es que las diferencias son abismales, empezando por el compromiso de la mayoría de países occidentales por proteger la privacidad. Es el caso de Europa, donde el cifrado de las aplicaciones de mensajería, la restricción de acceso a los servidores, la obligación de ubicarse en suelo europeo o la negativa a utilizar herramientas de IA contra la población (como en el caso de la vigilancia con reconocimiento facial, algo común en China), protegen la privacidad del usuario europeo de smartphone.

El gobierno chino puede hacer uso libre de:

  • Los datos de usuario. Como ya hemos dicho, todos los servicios y empresas del país deben mantener registros de uso con la obligación de compartirlos con el gobierno.
  • El control de la información y de la censura. Mientras que en occidente la libertad de expresión está garantizada, en China dicha libertad no existe.
  • La vigilancia masiva a sus usuarios. Cualquiera que dé un paso por las ciudades chinas será instantáneamente reconocido por una cámara de vigilancia. Además, todos los datos de geolocalización del teléfono se usan como rastreo.
  • El sistema de crédito social. China utiliza los datos recopilados para otorgar una puntuación a cada ciudadano. Es el Zhima Credit o crédito social, una puntuación que sirve para tener más posibilidades a la hora de pedir créditos bancarios y otras ventajas crediticias.

China es un territorio cargado de contradicciones, cualquiera que haya viajado allí lo sabe. Incluso sin viajar: el férreo control del gobierno, y la total vigilancia a través del smartphone, trascendieron sus fronteras.

Imagen de portada | Midjourney

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