Cada vez hacemos menos aquello de humedecermos la yema del dedo para pasar página. Los dispositivos electrónicos se han convertido en la opción para leer libros, no sólo los eBook, sino también tablets y smartphones. Éstos últimos, pese al tamaño de la pantalla, son la opción mayoritaria en China (un 60% frente a un 10% que elegiría tablet). Lejos de fiarnos hemos probado, y me he leído un libro desde el iPhone. Os cuento cómo ha sido la experiencia.
Quiero leer en mi iPhone: ¿qué app uso?
Me planteé esta elección basándome en primer lugar en si sólo iba a leer en el iPhone o si existía la posibilidad (a medio o largo plazo) de hacerlo con otros dispositivos, sobre todo al mismo tiempo. El formato de los libros electrónicos no me preocupaba al estar en formato epub, pudiendo añadirlos tanto a iBooks como a otras apps de terceros (también en PDF y otros formatos), así que ahí no había problema.
En mi caso opté por iBooks, el servicio de la casa, por comodidad y por tener otros dispositivos Apple en los que he leído previamente y seguiré leyendo aunque cambie el teléfono. Si bien no es la única opción multiplataforma que ofrece sincronización tanto de la biblioteca como del marcapáginas (Google Play Libros también lo hace), el hecho de tener la tienda integrada y que sea la app predeterminada primaron ante aspectos como el precio de los libros, que suelen ser más económicos en la plataforma de Amazon.
La interfaz, aunque en este caso se trate simplemente de representar un libro, también fue determinante para la elección. Hay poca diferencia en cuanto a los modos de visualización (normal, noche o sepia), si bien en el caso de iBooks el modo noche puede ser automático. En cuanto a la tipografía y la presentación, en el caso de iBooks y Kindle pasan por el molde propio de la app igualando la fuente manteniéndola en todos los libros, cosa que no pasa con Google Play Libros y otras, donde podemos encontrarnos fuentes de letra realmente pequeñas.
Ya tengo mi app y mi libro: ¿ajusto algo en el terminal?
Actualmente esto es algo que no hemos de tener en cuenta, ya que los terminales cuentan con ajustes de brillo automático que suelen funcionar bien, como es el caso del que nos ocupa, el iPhone 6. Tanto brillo como el color de fondo de la página, en el caso de iBooks, obedecen bien a los cambios lumínicos del entorno.
Así, tanto a pleno sol como en interiores o ambientes oscuros, a nivel de hardware no he tenido ninguna queja. Personalmente opté por la activación automática del tema “noche” (letras blancas sobre fondo negro) y el terminal responde adecuadamente a los cambios, además de que la vista requiere un menor esfuerzo y se evita algo más la fatiga visual.
La experiencia: ¿es una buena opción el smartphone como libro electrónico?
El tamaño importa también en la lectura, siendo el principal reactivo limitante de la experiencia la diagonal que ésta tenga. En este caso se trata de un terminal de pantalla de 4,6 pulgadas, lo que podría encuadrarse en el intervalo medio desde 4,5 hasta 5,5 pulgadas tomando como referencia un tamaño medio actual de terminal en unas 5 pulgadas.
Teniendo en cuenta esto, para mí ha representado una incomodidad que la superficie de lectura sea pequeña con respecto al tamaño medio de un libro de papel o un libro electrónico (unas 6-7 pulgadas), más que el tipo de pantalla (es decir, el hecho de que no sea tinta electrónica). Poca información, demasiado contenida y muchos más pasos de página (para los enemigos de números de páginas astronómicos, eso significa otro hándicap, por cierto).
Hay quien se adapta fácilmente a interfaces comprimidas y/o desaprovechadas con el tiempo (smartwatches, algunas apps de Windows Phone, etc.) y hay quien no
Más del tamaño de la letra, dado que como decíamos esto puede cambiarse en todo momento, es una cuestión de interfaz y distribución del contenido con respecto al espacio. De hecho, aumentar el tamaño de letra resulta contraproducente porque aumenta esa ligera sensación de agobio, aunque cierto es que esto va por personas; hay quien se adapta fácilmente a interfaces comprimidas y/o desaprovechadas con el tiempo (smartwatches, algunas apps de Windows Phone, etc.) y hay quien no.
La incomodidad aumentaba tal vez por el recuerdo o la costumbre de tomar ciertas posturas al leer un libro de mayor tamaño: una sensación completamente distinta tanto al sostener el smartphone con la mano como al ponerlo en la mesa con un soporte que hacía las veces de atril, así como el hábito de usar las rodillas como tal. La fatiga aparecía mucho antes que con pantallas o superficies mayores, de hecho.
No es la mejor opción
Personalmente no recomiendo la experiencia de leer con el smartphone, al menos si se tiene opción. La única ventaja con respecto a las otras opciones es meramente física: el peso y el espacio al llevarlo encima. Pero me parece un motivo de poco peso (nunca mejor dicho) para decantarse por esta opción.
La única ventaja con respecto a las otras opciones es meramente física: el peso y el espacio al llevarlo encima
Salvo que se descarte la compra de otro dispositivo, se prefiera un smartphone por el uso conjunto del libro con otra app (tomar apuntes, notas, etc.) o se quiera tener un libro de bolsillo literal, en mi opinión es mucho mejor opción una tablet o un ebook. El libro, por cierto, se trata de El último argumento de los reyes, de Joe Abercrombie, el último de su trilogía La primera ley la cual sí recomiendo y mucho.
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