Nunca he soportado un móvil sonando todo el día: notificaciones de correo, de WhatsApp, de Telegram, que si se ha ido la luz en mi casa... el smartphone es un nido de alertas que me impediría (en caso de llevarlo con sonido) desarrollar mi vida de manera natural.
Unos estudios me han descubierto que además de que no estoy solo, este hábito es un signo de personalidad bastante positivo: tiene un buen significado y al contrario de lo que pensaba, es compartido por muchos otros usuarios.
Llevar el móvil en silencio es una barrera: para nosotros y para los que requieren nuestra atención
Ciertos campos como la psicología, y sobre todo la neurociencia, nos siguen sorprendiendo a día de hoy con nuevos hallazgos. Al igual que nuestro cerebro tiene una respuesta a los infinitos scroll que hacemos al navegar por aplicaciones sociales o en un feed de noticias, las sensaciones que se trasladan al aspecto psicológico también importan.
Si no, que se lo digan al grupo de adolescentes a los que les cambiaron sus smartphones por móviles "tontos" (conocidos ahora como dumbphone). Ahora, tras examinar los citados estudios, la ciencia da una respuesta a las personas que llevan el móvil en silencio.
Hablan de un rasgo de personalidad, una manera de ser: intentar mantener la situación bajo control. Y eso incluye el entorno que les rodea. Al silenciar un móvil, conseguimos justamente eso. Es decir, ver los avisos cuando y como queramos. Lejos de la inmediatez que apremia en el resto de aspectos de nuestra vida.
Recurrentemente, las personas que llevan (me incluyo) las notificaciones silenciadas, lo hacen para poner un control al resto de personas con las que tienen una relación: no necesitamos contestar al momento en nuestro grupo de amigos donde están debatiendo la polémica del momento; tampoco a nuestro hermano que viene a contarnos un chisme familiar.
Se trata de un rasgo de personalidad. Y saludable
Como comentan los compañeros de Applesfera, ojos que no ven, corazón que no siente. Este clásico proverbio define muy bien lo que nos ocurre a los que llevamos el móvil sin sonido permanentemente: en caso de que una notificación no suene, no existe para nosotros. Por lo tanto, no llegan a existir hasta que no decidimos coger el móvil y mirarla.
Es cierto que no prestar atención a las notificaciones puede suponer cierta tensión por el hecho de perdernos algo importante, aunque por suerte hay alternativas para evitarlo: dejar las notificaciones de llamada, o simplemente las de unos contactos en específico, permitirlas sólo en el smartwatch, etc.
Sea como sea, este rasgo de personalidad tiene implicaciones más allá de las propias notificaciones: se tiende a tener una mayor productividad. O ese es uno de los objetivos en muchos casos, puesto que ponemos más concentración en una tarea específica si conseguimos aislar las distracciones.
Más beneficios. Otro efecto positivo en estas personas es que se tiende a reducir el estrés. Simplemente con WhatsApp, vuelvo a hablar a título personal, recibo cientos de notificaciones diarias. Por suerte, a pesar de que no cuenta con un modo offline, he podido ajustarla para darme un descanso.
En definitiva, las notificaciones pueden llegar a ser interrupciones molestas en muchos casos, y aunque puedan generarnos interés, abarrotar nuestro cerebro de estímulos es contraproducente. Como en la vida misma, tampoco hay que llevar esto al extremo: no conviene obsersionarse con silenciar absolutamente todo, puede llegar el día en que perder una notificación sea doloroso.
Vía | Applesfera
Imagen de portada | Pepu Ricca para Xataka Móvil
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