Parece que los contratos que firmamos para las tarifas móviles, de fibra o para adquirir un nuevo teléfono estén escritos aposta para confundirnos, ¿verdad? Pues es más o menos así: el lenguaje recargado, difícil y todas esas frases largas que parecen ir sumando conceptos extraños se escriben con un propósito. Es lo que los científicos llaman «hipótesis del hechizo mágico».
Si piensas en cualquier hechizo de mago, sobre todo en los más complejos, seguro que recuerdas una sucesión de palabras distintas de tu lenguaje habitual, sonoras y que le dan a quien las pronuncia un aura de superioridad. Como «Petrificus totalus», por ejemplo, el hechizo que Rowling popularizó con su saga Harry Potter. Curiosamente, este hechizo provoca el mismo efecto que cuando descubrimos todo lo que esconde un contrato. Y los dos guardan más relación de la que parece.
Los textos legales se escriben aposta con un lenguaje complicado
Entender lo que dice cualquier contrato no sólo requiere tiempo por la extensión que suele tener sus textos, también por lo enrevesadas que son las palabras y estructura elegidas para la composición. Esta manera de explicar los conceptos está heredada de la publicación de leyes, todo ese conjunto de normas que rigen nuestras sociedades. Los legisladores llevan décadas complicando lo que debería ser sencillo de extender. Y un grupo de científicos se empeñó en descubrir por qué.
Según reveló un extenso estudio que se enfocó en el lenguaje utilizado en los documentos legales, los científicos llegaron a la conclusión de que los textos legales se escriben no para facilitar su entendimiento, sino para demostrar que quienes los escriben son «seres superiores». De ahí la relación con los conjuros mágicos y quienes los pronuncian.
Tras analizar multitud de textos legales en inglés, y después de diversas pruebas donde se pedía a los sujetos de estudio escribir textos legislativos y en lenguaje habitual, los científicos llegaron a la conclusión de que los escritos diseñados para transmitir legalidad tienen un punto de partida común: «transmitir un sentido de autoridad».
Según explican los científicos, pertenecientes al MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts):
“Los resultados sugieren que la ley es una rara excepción a la tendencia general en el lenguaje humano hacia la comunicación eficiente, y que suelen insertarse estructuras enrevesadas para señalar la naturaleza autoritaria de la ley a costa de una mayor dificultad de lectura. Estos resultados sugieren que las leyes pueden simplificarse sin pérdida ni distorsión del contenido comunicativo”.
Todos los textos heredados de los escritos legales heredan también la manera complicada de transmitir los conceptos. Y el objetivo está claro: hacer ver que aquello que firmamos tiene poder sobre nosotros y que quienes se encuentran detrás de los escritos pueden ejercer dicho poder. Los contratos son conjuros mágicos. Y los operadores bien podrían ser un Voldemort, sobre todo cuando ejecutan alguna cláusula que estaba escondida.
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