En mi casa tenemos dos coches: un Seat León de 2018 de mi pareja, con una radio con Android Auto y Apple Carplay y mi Volkswagen Polo de 2015, que pese a ser relativamente nuevo, tiene una pantalla donde ver qué canción se está reproduciendo, datos de la conducción y poco más. Aunque los usamos indistintamente y reconozco que prefiero la experiencia de usar Android Auto pese a que iOS me gusta más que Android, cuando estoy en mi coche, coloco mi iPhone en el soporte, introduzco el destino en Waze y a tirar millas.
De hecho, tengo una pantalla con Android Auto y Apple CarPlay para mi coche, pero aún así, sigo prefiriendo la experiencia del móvil... pese a que no sea perfecta: estas son mis razones.
Tener un sistema de infoentretenimiento está bien, no tenerlo, también
Permitidme una historia de abuela cebolleta: hace aproximadamente una década se me rompió la palanca de cambios de mi viejo Polo (de 2003) en pleno viaje: entraba primera, entraba segunda, entraba tercera... pero con cuarta y quinta la palanca no se quedaba dentro. El percance me sucedió a unos 20 km de casa, por lo que pude apañármelas para volver de forma excepcional y llevar el coche al taller. Con mi coche actual, esto no hubiera pasado: habría aparecido un fallo en el panel que me habría impedido conducir.
Sí, es una medida de seguridad y bienvenida sea, pero la sensación es que a estas alturas los coches están tan automatizados y tienen tanta tecnología en su interior que quizás sea demasiada. Como resultado, dejan poco a lo manual. Esto implica, entre otras cosas, que las reparaciones sean más costosas y depender más de los protocolos establecidos por el fabricante.
Tener Android Auto o Apple Carplay u otros sistemas de infoentretenimiento es genial para trasladar lo útil para la conducción de tu móvil al panel del coche, pero también implica ciertos problemas: por ejemplo, pienso en el medio largo plazo, en el que aparezca la obsolescencia programada. Porque yo me cambio de móvil cada dos años, pero espero que mi vehículo me dure al menos 15 años.
En el Seat León de mi pareja nos conectamos todavía sin problemas, pero será cuestión de pocos años que acaben surgiendo problemas de compatibilidad fruto del paso del tiempo y componentes anticuados. Si me permitís la analogía, pasa algo parecido con las TV: realizas una inversión importante en un televisor OLED y en pocos años el sistema operativo comienza a dar problemas: no se actualiza, lags... señales que indican el paso inexorable del tiempo. ¿Qué haces en ese momento, cambiarte de tele? No, probablemente te compres un set top box que te haga el apaño. ¿Y qué hacemos con esos ordenadores de a bordo que se queden viejos?
Y luego hay otra cuestión de base: tu coche llega con un sistema de infoentretenimiento y quizás no sea compatible con tu teléfono, un dispositivo que usas a diario (en mi caso, para lo personal y lo profesional), y cambiar de móvil no es una opción factible. Con un soporte, no hay problema: tengo el teléfono que quiero, lo tengo actualizado y lo tengo con las apps necesarias para conducir y con otras tantas más.
Finalmente existe una cuestión práctica menor: conectando el móvil al coche siempre existe cierto riesgo de cortes en la conexión (especialmente si la conexión es inalámbrica, pero no exentos si se hace vía cable) que nos evitamos usando un soporte.
Colocando el móvil con un buen soporte en un lugar apto para no entorpecernos la visión ni la conducción y que cumpla con la normativa de la DGT para evitar sanciones, tendremos una pantalla más pequeña y una interfaz más densa, pero con muchas más posibilidades, libertad y flexibilidad: conecto mediante Bluetooth al coche para escuchar música desde el equipo de sonido del vehículo, puedo usar el asistente de voz para llamadas o para la app de navegación pertinente y listo. Quizás no necesite tanto.
Portada | Foto de Antony Freitas en Unsplash
En Xataka Móvil | He puesto Android Auto y Apple CarPlay a mi viejo coche. No me he gastado ni 30 euros en esta pantalla que no necesita instalación
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