Nuestro teléfono móvil, como sucede con otros dispositivos, se calienta cuando la temperatura ambiente es más elevada de lo normal. Hemos hablado en otras ocasiones de la temperatura máxima que soporta nuestro smartphone, y si esta es superada, deberíamos enfriarlo.
El peligro de las altas temperaturas con los dispositivos electrónicos está fuera de toda duda: el calor es el peor enemigo de los componentes internos, de hecho, uno de los más sensibles es la batería. Pero nuestro querido smartphone sabe en todo momento a qué temperatura está su hardware, ¿Cómo lo sabe? Pues con una serie de sensores que le permiten medirla.
Sensores primordiales para nuestro móvil
Además del acelerómetro, giroscopio, y magnetómetro, los smartphone actuales cuentan con una tanda de sensores que les permiten obtener información del entorno que les rodea. Otros como el GPS nos valen para posicionarnos o el infrarrojos para controlar otros dispositivos.
Pero no son los únicos, pues el móvil cuenta con sensores de temperatura en su interior. Estos, son capaces de medir la temperatura de ciertos componentes, sin que exista un estándar. Algunos móviles tienen más sensores de temperatura que otros, dependiendo también del coste del dispositivo, pero uno que generalmente siempre está presente es el sensor de temperatura de la batería.
Este forma parte de la seguridad del móvil, ya que servirá para aplicar otras acciones relacionadas. Es decir, si el smartphone detecta que la batería está a una temperatura más elevada de lo recomendable, este detendrá la carga o bien ajustará la potencia.
Para comprobar cuántos sensores de temperatura tenemos, así como los valores térmicos de estos, hay algunas aplicaciones disponibles. La más completa es CPU-Z, y recoge sin problemas todas estas mediciones. Una vez la hemos instalado (es gratuita), nos moveremos a la pestaña "Thermal" que es donde se alojan estos datos.
Desde ahí, veremos los diferentes sensores de temperatura que están midiendo dicho dato. Como dijimos anteriormente, el número de sensores dependerá de la "calidad" de tu móvil, por lo que en la gama alta encontramos más. No obstante, casi todos llevarán al menos dos, porque el de la batería es obligatorio. Fijándonos en las filas del apartado Thermal de CPU-Z, sabrás la cantidad de sensores incluidos.
Por ejemplo, en un Pixel 6A que tenemos en la redacción sólo veremos tres temperaturas: un sensor en la batería, otro en el módulo de giroscopio/acelerómetro y otro para el sensor de presión. Cabe mencionar un término que entra en esta ecuación de la temperatura: el thermal throttling.
Este anglicismo explica una acción que nuestro smartphone puede aplicar cuando la temperatura del procesador comienza a subir. El funcionamiento es sencillo, pues lo que en realidad hace es disminuir el rendimiento de componentes como la CPU o GPU, así se les exige menos y por tanto generan menos calor. Es otra medida de seguridad de los móviles, para evitar que las altas temperaturas puedan dañarlos.
Quizá te estés preguntando por qué no usar estos sensores para conocer la temperatura ambiente. Pues bien, estos sensores se alojan en el interior del móvil, y por tanto se ven afectados por la temperatura interna. Sería casi imposible medir la temperatura de un entorno con el móvil, de hecho, algún que otro móvil sí ha llevado termómetro pero además de no ser tan fiables, requería dejar de usarlo durante un tiempo para que sus piezas se enfriaran.
En definitiva, los smartphones actuales llevan varios sensores de temperatura adheridos en distintas zonas de su interior. Su objetivo no es proporcionarnos la temperatura del entorno como haría un termómetro tradicional, sino más bien conocer la temperatura de sus componentes, algo que le afecta directamente. Por suerte, podemos conocer estos datos con apps, y no está de más si notamos un comportamiento anómalo.
Imagen de portada | Stable Diffusion XL
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