La serpiente o Snake, ese mítico juego que incluía Nokia en los teléfonos de su época dorada, un título más parecido a las Game & Watch que a los juegos móviles de ahora. Aun así, y pese a las insalvables diferencias técnicas y gráficas, recuerdo pasar horas muy entrañables dándole al Snake. Y sigue siendo muy bueno, he podido comprobarlo.
Recuerdo perfectamente ese desempaquetado del Nokia 3210, uno de mis móviles de referencia, primero en cambiar mi perspectiva de la telefonía (el segundo sería el Nokia 7610; tercero el iPhone). Lo compré como prepago en Amena, venía libre (mantra de la empresa en aquellos años), permitía el cambio de las carcasas y también de la batería. En sí no era más que un «teléfono tonto» o dumbphone, unos móviles que hoy sólo utilizaríamos para desintoxicarnos del smartphone. Aun así, marcó un antes y un después en mi vida, en parte porque llegaba con un juego.
El Snake era un saco de horas pese a su extrema sencillez
El mítico juego de la serpiente, una de las únicas opciones que admitía una pantalla monocromo de cristal líquido con cinco líneas de texto. Y la de vida que me dio, estoy convencido de que le dediqué más horas al Snake que a cualquiera de los juegos móviles actuales. Y no será por falta de elección, que hay, literalmente, para aburrir.
Encender la pantalla del Nokia, ver que no tenía llamadas perdidas, ningún SMS a la vista: consultar las novedades del teléfono era una tarea mucho más aburrida, aunque también menos agobiante. Y claro, cuando había algo de tiempo por rellenar siempre caía alguna partida al Snake. Una detrás de otra, lo reconozco.
He revivido mi Nokia 3210 para este artículo, tocaba volver a aquellos tiempos donde lo más emocionante de un teléfono móvil era la serpiente. Y allí seguía, con esa musiquita MIDI tan reconocible, con la dificultad de accionar los movimientos con el teclado numérico y con esa vibración tan tosca al chocar contra las paredes de la pantalla. Sí, a mi Nokia 3210 le metí vibrador: estaba preparado para ello, pero Nokia decidió no incluirlo en gran parte del mundo, España incluida. Nada que no solucionara un programador desde el puerto de serie de mi PC y una pieza comprada en eBay.
El juego era simple, aunque en esa sencillez radicaba gran parte de su encanto. También en que no había nada más donde elegir, para qué negarlo: o Snake o gastar (mucho) dinero enviando SMS por diversión. Vaya, que si ese Nokia 3210 tuviera un listado de todas las horas que quemé esquivando las paredes mientras la serpiente crecía en tamaño seguro que superaría al tiempo gastado en juegos como el PUBG o el Fortnite. Sumados. Y sin que exista un abismo de diversión y entretenimiento entre los títulos de antes y los de ahora.
En el lado gráfico es otra cosa, claro.
Eran otros tiempos. A veces los echo de menos
No diré que me anclo al pasado, que ese pasado fue mejor que el presente o que todo lo actual se queda corto al lado de los juegos que había antes, porque siempre seré una persona que vive con notable interés todo lo está por llegar. Aun así, no niego que encender el Nokia 3210 me despierta cierta emoción, como si fuera el DeLorean hacia mis primeros recuerdos con un móvil, los que cimentaron mi eterna curiosidad hacia la tecnología. Y si actualmente tenemos juegos de la talla de PUBG, Fortnite o Genshin Impact en los smartphones es, en gran parte, gracias al ahora discreto Snake. Muchas gracias por hacerlo posible, Nokia.
Imagen de portada | Iván Linares
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