La industria de semiconductores de Estados Unidos se encuentra en una situación delicada. La guerra comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China está provocando que el gigante asiático no pueda acceder a la última maquinaria para fabricar chips debido a los vetos de Estados Unidos, pero también que estos últimos se encuentren en una situación en la que su liderazgo tecnológico necesita un impulso.
Por eso, en 2022 se puso en marcha una asignación de 280.000 millones de dólares para el desarrollo científico y tecnológico del país, con una parte muy importante de ese pastel dedicada al impulso de la industria de los semiconductores.
Miles de millones en ayudas directas para crear chips vanguardistas
Estados Unidos se encuentra en un punto en el que busca reducir todo lo posible su dependencia tecnológica de los países asiáticos como China y Taiwán. Si hay cualquier tipo de conflicto entre ellos, o una escalada de tensión internacional, la idea de Estados Unidos es la de tener un papel importante en la creación de semiconductores para poder seguir siendo relevante en la lucha tecnológica.
Es algo en lo que se estaba quedando atrás, pero las medidas más recientes tienen el objetivo de reforzar su cadena de suministro local. Hay muchas empresas fabricantes de circuitos integrados y dispositivos que invertirán una gran cantidad de dinero a corto y medio plazo -unos 166.000 millones de dólares- en suelo estadounidense, pero el Gobierno también quiere atraer e incentivar la producción en su territorio.
Es por eso que, y como leemos en Reuters, desde el gobierno de Joe Biden, se otorgarán miles de millones de dólares en subsidios para incentivar a las principales empresas de semiconductores como Intel o TSMC. El objetivo es que continúen la inversión en territorio estadounidense con la apertura de nuevas plantas de producción.
Estos son algunos de los jugadores más importantes en esta partida, ya que Intel tiene varios proyectos en marcha con un coste de más de 43.500 millones de dólares. Cerca de esa cantidad se encuentran las dos plantas que TSMC está construyendo tras una inversión de más de 40.000 millones de dólares, pero Samsung también está incluida.
Y es que, la gigante surcoreana que se encuentra en una encrucijada debido a la dependencia de su negocio en China, está invirtiendo en plantas tanto en Corea del Sur como en Estados Unidos. Concretamente, este proyecto estará ubicado en Texas y se trata de un proyecto de 17.300 millones de dólares.
Aparte de estas tres empresas, se estima que compañías como Texas Instruments, Global Foundries o Micron Technology podrán beneficiarse de la iniciativa del Gobierno.
Ahora bien, ¿de cuánto dinero estamos hablando? Las fuentes de Reuters no han confirmado una cantidad, pero construir una planta de vanguardia tiene un coste de entre 10.000 y 40.000 millones, aunque todo depende del tamaño y el tipo de equipos que se utilicen.
Por ejemplo, no es lo mismo un sistema que no vaya a crear chips de última tecnología que una planta en la que se estén equipando con la última generación de máquinas de ASML para una litografía avanzada. Esas máquinas tienen un precio elevadísimo y, por cierto, Intel ya tiene la suya de última generación.
En todo este proceso, China no está de brazos cruzados. Sólo en 2023, China invirtió más de 40.000 millones de dólares en comprar maquinaria para fabricar chips y tiene una hoja de ruta que tiene previstos ciertos pasos para lograr la mayor independencia tecnológica posible.
Y la gran pregunta es qué ocurrirá en Europa. Con todo el conflicto comercial y tecnológico, desde el viejo continente ya se ha tomado buena nota de lo que puede ocurrir si hay escasez de recursos de tierras raras, pero veremos qué ocurre en nuestro continente en materia de desarrollo tecnológico (curioso cuando ASML es de Países Bajos) más allá de las plantas que Intel y TSMC tienen proyectadas en Alemania y Polonia.
Foto de portada | Alejandro Alcolea
Vía | Xataka
En Xataka Móvil | Cómo bloquear llamadas de números ocultos y comerciales
En Xataka Móvil | El iPhone sobrevive y no pierde el trono de China: a contracorriente, vuelve a ser el móvil más vendido