Ni el más afilado cuchillo sería capaz de romper la tensión que últimamente viven las plataformas de streaming frente a sus suscriptores. O más bien al revés, dado el desencanto producido por las últimas acciones polémicas de estas y más en concreto de Netflix. Ahora es el precio de su suscripción lo que está en tela de juicio.
Sin embargo, sería solo la guinda a un año y medio cuanto menos extraño para la que fuese una de las pioneras del streaming. Pérdida de ingresos unida a la de suscriptores, decisiones polémicas como añadir anuncios o poner fin a las cuentas compartidas ha sido parte de un camino que, a buen seguro, no solo dejó con sabor agridulce al usuario, sino también a la propia plataforma y sus dirigentes.
"¿Perdemos suscriptores? Pues que paguen menos, pero viendo anuncios"
Resulta complicado encontrar el origen de los problemas para Netflix, algo que internamente debe ser un secreto a voces. Desde fuera, lo que se puede intuir es que las alarmas saltaron cuando empezaron a perder clientes. Ya en 2022 reportaban pérdidas cercanas al millón de suscriptores en sólo un trimestre. Esto derivaba en buena parte por la evidente falta de contenido atractivo y original.
Por suerte para ellos, el año pasado sus ingresos, aunque menguados, iban hacia arriba. Sin embargo, no evitó eso que desempolvaran una vieja idea: incluir publicidad en sus planes. Esto traería a la postre una doble ventaja: ganar suscriptores gracias a que se incluiría en un plan más económico de los que había e ingresar más aún teniendo en cuenta lo bien pagada que está la publicidad por parte de los anunciantes.
En nuestro país, el plan con anuncios de Netflix llegó a finales de 2022 por 5,49 euros, aunque hemos de decir que esta modalidad se extendió a todo el mundo y aún permanece. De primeras, parecía salvar los muebles, aunque en la parte final del pasado año y en el inicio de este 2023 ya registraban un descenso importante de ingresos. Y eso que no habían sido los únicos en perder, pero ya empezaba a vislumbrarse otra vieja hoja de ruta que, de estar en un cajón, pasó a estar sobre la mesa fijada.
Y llegó la (¿inútil?) pelea contra las cuentas compartidas…
En todo manual de crisis de una gran empresa hay posibles salidas que irremediablemente conllevan un riesgo. Netflix se ajustó la corbata, tomó aire y empezó a filtrar que haría lo que a su juicio era inevitable: impedir que se compartan cuentas. Al menos tal y como se había hecho hasta entonces, que era ofrecer el usuario y la contraseña a algún amigo o familiar y luego ya ajustar cuentas de forma privada.
Si hubo un tiempo en el que Netflix incluso promovía compartir cuenta, desde luego que ya no era el momento. "Eramos sólo unos chiquillos" por aquel entonces, pensarán en la plataforma. El caso es que la madura Netflix comenzó a aplicar restricciones a las cuentas compartidas con una limitación que empezó a aplicarse en febrero de este mismo año.
A diferencia de lo bien que dice Netflix que le funciona su plan con anuncios, la limitación de compartir cuenta les salió algo peor. Al menos eso reflejaron algunos estudios en los que se llegó a afirmar que la compañía estaba perdiendo un millón de usuarios en España por este motivo.
También es digno de recalcar que, aunque la restricción permanece y se promueve, no les está acabando de funcionar. Literalmente, dado que les está suponiendo mucho dolor de cabeza limitar cuentas en países como España en los que abundan las IPs dinámicas, las cuales impiden una correcta diferenciación entre usuarios de lo que debería ser un mismo hogar.
La huelga general de guionistas aportó también su sabor al pastel de Netflix
Puede que para un simple espectador medio que se siente delante de la tele a ver contenido haya pasado desapercibido, pero hemos vivido intensos meses de huelgas por parte de guionistas de Hollywood. Y decimos esto porque de momento no parece que la rueda de estrenos en Netflix y otras plataformas se haya parado.
Sin embargo, son muchas las producciones que se han paralizado e incluso detenido por completo. Y eso en el medio-largo plazo es un problema para cualquier gran cadena de televisión o plataforma de streaming. Ahora, aunque la negociación haya tomado buen rumbo, es cuando se vivirán las consecuencias en forma de falta de contenido.
De hecho, desde The Wall Street Journal apuntan a una importante pérdida de ingresos por parte de Netflix y otras plataformas a causa de la inversión en contenido que, para entendernos, es "de relleno" hasta que acabase la huelga y pudiesen continuar con sus proyectos propios. Esto ha hecho que durante este año todas las plataformas, de media, incrementasen un 25% sus precios. Excepto Netflix.
Dejando de lado a Netflix momentáneamente, nos detenemos en ver cómo, efectivamente, todas las grandes han subido sus planes. Y no sólo en Estados Unidos, sino también en España. La primera fue Amazon Prime Vídeo en 2022, le siguió Apple TV+ en octubre de aquel año y continuó en junio de este año con HBO Max. Añadiendo también anuncios y con ello incrementando el precio, Disney+ hará cambios el mes que viene y Amazon Prime Video recibirá publicidad en 2024con un incremento de 2,99 dólares si se quieren eliminar.
Netflix ya está eliminando alguno de sus planes y sigue sin descartar una subida de precios
Viendo ya cómo está el panorama, el ya citado informe de The Wall Street Journal alerta de los planes de Netflix de subir su precio en los próximos meses. Pese a que durante algunos años anteriores estuvo subiéndolos más a menudo de lo que nos gustaría, su última subida se produjo en 2021, mucho antes de todas estas crisis.
Sin embargo, está por ver de qué forma sube el precio, ya que existe la posibilidad de que no suba precios directamente, sino que elimine uno de sus planes económicos. Fijándonos en sus planes en España, observamos el plan "Básico con anuncios" a 5,49 euros, le sigue un plan "Básico" a 7,99 euros, el "Estándar" a 12,99 euros y finalmente el "Premium" a 17,99 euros.
Vistas las ventajas del plan con anuncios en cuanto a precio para el usuario e ingresos publicitarios para la plataforma, es evidente que no será el que se descarte. Todas las papeletas se las lleva el plan "Básico" a 7,99 euros que ya está desapareciendo de algunos territorios, empezando por Canadá hace ya tres meses.
De hecho, tiene sentido que lo hagan y todas las piezas encajan con lo visto en estos últimos meses. Ese plan ofrece la ventaja de no llevar anuncios, pero con un precio más caro que el más básico de todos y con una peor resolución tras haber aumentado a 1.080p aquel y haber mantenido este en 720p. Y en cierto modo es una forma de asegurarse de que aumentarán los ingresos por una u otra parte: quien quiera pagar menos, se irá al plan con anuncios pagando menos y dejando ingresos también por publicidad; quienes quieran mejor calidad y sin anuncios, tendrán que pagar al menos 12,99 euros mensuales.
Evidentemente, todo esto es desde el punto de vista empresarial. Por parte del usuario, no parece tan beneficioso. Hay buena cantidad de opciones y Netflix, ni nadie, obliga a suscribirse con una pistola en la nuca. Sin embargo, existe una cierta percepción de agotamiento por parte del usuario.
Lo que al principio era una forma revolucionaria de ver televisión por un poco de dinero, se está convirtiendo en una cuestión de debate y polémica continua. Anuncios, imposibilidad de compartir cuenta, precios cada vez más caros, catálogos que dejan dudas y cada vez más y más plataformas que, contratándose individualmente, agotan el bolsillo. Netflix verá, pero teniendo el nombre que tiene, volverá a situarse en el punto de mira.
Imagen de portada | Wikimedia Commons | Images Money en Flickr
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