Los smartwatch están mejorando a pasos agigantados en los últimos años en lo que refiere al campo de la salud. La última incorporación a estos dispositivos es el sensor de temperatura corporal que hemos visto recientemente en el Samsung Galaxy Watch5 o el Amazfit GTR 3 Pro, y que todo apunta que veremos en el nuevo Apple Watch Series 8.
La decisión de estas grandes compañías parece que es clara: estandarizar este tipo de sensor para recopilar más datos de salud con los smartwatch. Es algo que ya vimos en el pasado con los sensores de frecuencia cardiaca o incluso con los de saturación de oxígeno. Al final lo que se está consiguiendo es tener un reloj que va a poder medir todas las constantes vitales, quedando todavía pendiente la tensión arterial.
¿Son fiables estos sensores de temperatura?
Esta es una de las grandes preguntas que se pueden realizar los usuarios cuando se va a usar este tipo de tecnología que va a llegar a los relojes. Todos estamos acostumbrados desde pequeños que saber si tenemos fiebre, utilizamos termómetros axiales o de tímpano, e incluso los más vintage habrán utilizado los de mercurio. Pero ahora puede llegar a estar mucho más estandarizado el uso de los termómetros infrarrojos a raíz de la pandemia del COVID-19.
Según se han mostrado en diferentes estudios, los resultados de estas mediciones son realmente precisos. Hay que tener en cuenta que el cuerpo no está al cero absoluto (0 °K), por lo que va emitiendo constantemente energía en forma de radiación electromagnética. Parte de esta energía que emite el cuerpo está dentro del espectro infrarrojo, que será la que pueda medir el sensor que existe en estos nuevos relojes.
En concreto, para poder captar este tipo de energía se emplea un sistema de lentes que va a captar la energía, y se transformará a través de un detector en energía eléctrica. Tras un procesamiento de la señal se podrá generar una medida de la temperatura que tiene el cuerpo donde se ha realizado la medición a través del reloj inteligente. Gracias a este tipo de algoritmos y sensores se va a poder obtener una medición, aunque no siempre es exacta.
Este tipo de mediciones siempre cuenta con un rango de incertidumbre. Es decir, depende del tipo de calibración que ha realizado el fabricante, y de la que se informará a través de los manuales, habrá una variación entre los resultados. Por ejemplo, si el dispositivo tiene una precisión de ±0,2 °C, y el termómetro arroga como resultado 37º la temperatura real oscilará entre 36,8 °C y 37,2 °C.
Es decir, en lineas generales hablamos de un sistema que puede llegar a ser bastante preciso en los relojes inteligentes, aunque siempre es recomendable comparar. Por ejemplo, ha quedado claro que la medición de la frecuencia cardiaca por infrarrojos es bastante exacta comparada con las mediciones de un pulsímetro. En este caso habría que hacer lo mismo comparando la temperatura que marca el reloj con la obtenida por un termómetro tradicional.
Los smartwatch siguen avanzando para conocer qué está pasando en tu cuerpo
Al momento de llegar a un centro médico u hospital es bastante común que tomen las constantes vitales del paciente para poder realizar un diagnóstico preliminar. Entre estas constantes se puede destacar la medición de frecuencia cardiaca, saturación de oxígeno, temperatura, tensión arterial y medición de glucosa. Hasta ahora se ha podido trasladar a los smartwatch las primeras dos constantes, y ahora llega el momento de tener bajo control la temperatura.
Las dos primeras constantes podían determinar si se presentaba en el organismo algún problema cardiaco e incluso respiratorio. Ahora, un reloj va a dar un paso agigantado con el objetivo de determinar si un organismo está pasando algún proceso infeccioso que es realmente usual. Tras haber pasado una pandemia esto es algo fundamental, ya que hemos podido aprender que algunas infecciones víricas pueden ser fatales y a veces ni sabemos que las presentamos. Con una alerta que avise a los usuarios que se presenta una temperatura corporal superior a 37,5 °C se puede ir al médico para realizar un examen.
Porque al igual que ocurre con otros sensores, siempre hay que cogerlos con pinzas. El auténtico diagnóstico de un problema cardiaco, respiratorio o incluso una infección en el organismo la deben realizar los profesionales sanitarios.
Pero no todos son ventajas con este sensor de temperatura. Por desgracia, en nuestra sociedad hay una gran cantidad de personas que son hipocondriacas sin diagnosticar, y esto sumado a una cultura médica que es bastante pobre, se puede crear auténtico pánico. En la mente de algunas personas, el hecho de tener una temperatura de 37 °C ya es sinónimo de fiebre. Pero no es así, ya que hasta 37,5 °C se considera una temperatura normal y sobre todo a las últimas horas de la tarde.
Es por ello que lo recomendable es que este tipo de sensores lleguen con un software que sea responsable. Esto quiere decir que ofrezca la mejor información posible para saber interpretar la temperatura y que no se reciba una notificación por sobrepasar 0,1 °C los 37 grados.
Aunque lo que está claro es que la tecnología está avanzando sustancialmente en el campo de la medicina. Lo más importante de esto es que en el futuro está la telemedicina, donde se están haciendo importantes inversiones. El hecho de tomar estas constantes con un reloj y que se envíen automáticamente al médico para su interpretación puede ser el futuro, y las grandes compañías están contribuyendo como estamos viendo.