Como ya he contado alguna que otra vez, uso iPhone desde hace más de una década y cambio de teléfono cada dos años, lo que me permite tener un dispositivo moderno con tecnologías actuales a módico precio, ya que vendo el iPhone viejo en el mercado de segunda mano. Después de varios ciclos con este procedimiento, aprendí algo: en este escenario, renta más comprar el modelo con almacenamiento base.
Instalo bastantes aplicaciones, hago muchas fotos y vídeos, por lo que el almacenamiento base se acaba tornando en insuficiente antes de esos 24 meses de rigor. No hay problema: antaño pagaba menos de un euro al mes por iCloud, concretamente la versión de 50 GB. Eso son menos de 24 euros en el ciclo de vida de mi iPhone. Después, fruto de la vagancia (debería borrar contenido repetitivo e irrelevante y también volcar lo que me interesa en un disco duro, pero la comodidad de la nube es tanta), he pasado a pagar 2,99 euros por 200GB, lo que me suponen 72 euros. Da igual, me merece la pena pagar por iCloud.
Mejor pagar por iCloud que por un iPhone con más capacidad
Antes de nada, un disclaimer: este es mi caso y quizás puede serle útil a otras personas que, como yo, acumulen mucho contenido y cambien de dispositivo con frecuencia. Si tu iPhone lo aguantas hasta que se cae de viejo, entonces apostaría por modelos con más capacidad.
Vaya por delante que uso iCloud por ser la nube por defecto de Apple y porque se integra a las mil maravillas con el ecosistema de la marca (tengo iPad y dos macs), pero también podría hacerlo con otros servicios de la nube sin que la cosa cambiase demasiado porque gano tanto desde el punto de vista de la economía como de la conveniencia.
El primer motivo ya se vislumbraba en la intro y no será sorpresa para nadie: usar la nube es comodísimo para tener acceso a tu contenido audiovisual estés donde estés, sin preocuparte por perder fotos o por pasarlas a la vieja usanza. Antaño era reacia a pagar por la nube y tenía el hábito de recurrir al cable y hacer limpiezas y volcados, pero ay, la pereza.
La segunda cuestión es un clásico de Apple: la manzana mordida vende el espacio a precio de sangre de unicornio, algo que sufro especialmente en sus ordenadores. Lo vemos con un ejemplo: el iPhone 16 Pro (el modelo que yo me compraría, de tocarme este año) de 1.219 euros de la versión base de 128GB a pagar 1.349 euros por la versión de 256GB. Es decir, que 128GB más suponen desembolsar 130 euros más. Sí, sé que si espero tarde o temprano podría encontrarme alguna oferta que quizás redujera la diferencia, pero la realidad es que lo compro en cuanto sale en preventa.
Para un periodo de vida de dos años, mis necesidades y con los planes actuales de iCloud, obviamente me sale mejor pagar por la nube. Pero hay una tercera ventaja más y es económica: alguna que otra vez hace años aposté por modelos con más capacidad y me llevé la desagradable sorpresa de que a la hora de venderlo, no había mucha diferencia entre el modelo base. Vamos, que puede que Apple cobre el espacio a doblón, pero tú no, porque apenas repercute a la vendedora de segunda mano.
Según mi experiencia, la gente suele priorizar que el dispositivo esté en el mejor estado posible y sea cuanto más barato mejor. ¿Que puedes pedir más por el modelo con más almacenamiento? Sí, pero normalmente los vendo por un precio y saqué menos de 50 euros más. El resto, me lo comí. Una y no más.
Portada | Ricardo Aguilar
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