Después del fenómeno que han supuesto aplicaciones de retoque o de red social fotográfica, como queramos definirla, como Instagram, no es extraño que se ideara y desarrollara algo parecido para otro de los reyes del multimedia en nuestros dispositivos inteligentes: el vídeo.
Al margen del todopoderoso YouTube, surgen así dos aplicaciones fundamentales que han marcado un punto de inflexión en el mundo de los vídeos breves en las redes sociales: Videogram y Vine. La primera, una evolución de Instagram, de la que es propietaria Facebook. La segunda, Vine, de Twitter. Y ambas disponibles en Android.
Videogram, fotograma a fotograma
El 6 de enero de 2010 nace Instagram. En cuestión de una semana contaba con 100.000 usuarios, mientras que FourSquare tardó 7 meses para tener 60.000 usuarios. Del éxito del Instagram, nace Videogram, un concepto muy fresco de la mano de una startup japonesa llamada Cinemacraft. La diferencia es clara: no se trata de retocar como Instagram, y se parece a ésta por tener un fuerte componente social en su propio funcionamiento.
El punto clave de Videogram son los fotogramas. Nos ofrece resúmenes en forma de fotografía de cada vídeo y nos lo despliega en forma de tarjetas al modo Pinterest. De esta forma podemos descubrir contenido, realizar búsquedas, reproducir el material y comentar vídeos, siempre resumidos en distintos fotogramas en los que podremos insertar comentarios y opiniones.
Ahora, con Videogram también puedes ir descubriendo contenido más elaborado. De este modo, podrás visitar canales de videos como el Discovery o Warner Bros. Por el momento, eso sí, se echa en falta funcionalidades más avanzadas, que entendemos llegarán con el paso del tiempo. Puedes descargar esta aplicación en Google Play.
Vine, la app de los 6 segundos
En enero de este año vio la luz por fin la red de "microvídeos" de la que es propietaria Twitter, conocida como Vine, creada por Don Hofmann y Yusupov Rus en junio de 2012. Su funcionamiento es muy sencillo: se puede crear y compartir vídeos de no más de 6 segundos, de reproducción continua (como los famosos gifs animados) a través de las redes sociales.
Lo que sí hay que tener presente es que en Vine no es posible ni editar el vídeo ni aplicar filtros. El único control que hay sobre la grabación es que la secuencia de vídeo puede estar formada o grabada por trozos. Tal es así que el vídeo se va grabando en el momento en el que se pulsa la pantalla del teléfono y la grabación se para cuando se deja de pulsar. Podemos repetir este proceso hasta alcanzar un máximo de 6 segundos.
El mayor problema que presenta es que no se puede elegir reproducir sólo aquellos vídeos de interés, lo cual hace que los vídeos de Vine se parezcan a los GIF animados de toda la vida. Y, además, se reproducen de forma constante, en bucle, y con sonido. Su aportación, por lo general, no es muy rica y el contenido tampoco llama por su espectacularidad pues hay poco tiempo y deja poco margen a la creatividad. Aún así, algunas compañías han utilizado la app para promocionarse. Puedes descargar esta aplicación en Google Play.
Si algo han tenido las dos, tanto Videogram como Vine, es la enorme repercusión social, entendiendo social en el sentido más amplio de la palabra, cuando irrumpieron en la escena pública. Bien es cierto que han funcionado más como herramientas de marketing, al servicio de las grandes compañías, que como herramientas cotidianas como las redes sociales que manejamos todos los días. En cualquier caso, quedan aún "flecos por cortar" y con el tiempo se irán asentando. Pero, ¿llegarán a tener el éxito de sus predecesoras, como Instagram, Facebook o Twitter?
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