Hablar de telefonía móvil hoy es hablar de smartphones, conexión a internet y una considerable cantidad de operadores que ofrecen el servicio para que todo funcione a través de unas redes móviles que ya van por la quinta generación. Pero si echamos la vista atrás unos 30 años, veremos como comenzó todo gracias a MoviLine, el primer operador móvil de España.
En 1993, la misma Telefónica que alcanzaba 14 millones de líneas fijas, lanzaba comercialmente en junio el servicio 'MoviLine' de telefonía móvil, tras el encendido de la primera y única red 1G de España que extendería su cobertura por todo el territorio, y que por primera vez permitiría disponer de teléfonos que cabrían en el bolsillo.
Diez años de servicio a 1,3 millones de usuarios
La primera generación de redes móviles, el 1G, utilizaba canales de comunicación analógicos y servía exclusivamente para transmitir voz, por cierto, con escasa seguridad en las comunicaciones. Por tanto, con MoviLine no era posible enviar mensajes de texto SMS ni ver el número que nos estaba llamando, entre otras cosas a las que hoy estamos muy habituados.
Antes de MoviLine, Telefónica ya había coqueteado con los teléfonos móviles instalados en coches y maletines de gran peso, pero con una tecnología muy diferente al TMA-900, las siglas que corresponden a Telefonía Móvil Automática que empleaba la frecuencia de 900 MHz del 1G. Con TMA-450, el servicio sólo estaba disponible en grandes ciudades. Y antes de TMA, Telefónica también experimentó con una reducida tasa de usuarios y TAV, Teléfono Automático en Vehículos en la banda de los 160 MHz.
En el primer año de vida de MoviLine, cuando el servicio estaba más dirigido a profesionales, consiguió sus primeras 257.000 líneas móviles, mientras que en todo 1994, sumó otras 155.000 líneas. La penetración por aquel entonces suponía el 1% de la población, pero a partir de 1994, los usuarios comenzaron a multiplicarse rápidamente gracias al aumento de cobertura, que alcanzaba ya el 98% de la población y el 90% del territorio.
Al tratarse de una tecnología analógica, MoviLine tenía un techo reducido bajo el que prestar servicio a muchos más usuarios, así que Telefónica no tardó en dar el salto a GSM, el sistema global de comunicaciones móviles que llegaba implementado en el 2G.
En septiembre de 1995, Telefónica lanzó comercialmente MoviStar, la nueva marca de telefonía móvil con la que la compañía encendía la red 2G para sustituir en el futuro a MoviLine, con una cobertura inicial del 78% de la población y 50% del territorio. En 1996, MoviLine lograría su máximo de clientes con 1,3 millones de líneas. Ese mismo año, la cobertura de MoviLine era del 95% del territorio, frente al 78% de MoviStar.
Con MoviStar ganando terreno, por nuevos servicios como el prepago o los SMS, además de la posibilidad de usar el móvil en otros países, MoviLine comenzó su declive en 1997 al bajar hasta 1,1 millones de líneas, y ser superado ese mismo año por los 2 millones de líneas de su sustituta.
Además, en 1995 se liberalizó de manera efectiva el sector de las telecomunicaciones y Airtel (hoy Vodafone) comenzó a operar al adjudicarse la segunda licencia para 2G de España. En 1999, Amena (hoy Orange) consiguió la tercera licencia.
A pesar de que en la licencia de adjudicación señalaba el cese de la prestación del servicio de 1G para el 1 de enero de 2007, Telefónica precipitó tres años el cierre de MoviLine, al 31 de diciembre de 2003. Los 38.000 clientes que quedaban en aquel momento pasaron a MoviStar, tras un ligero cabio en la numeración. Por suerte, quienes llamaban al número original de MoviLine, pudieron escuchar una locución durante seis meses que informaba del nuevo número (casi idéntico, ya que sólo cambiaba el segundo dígito).
MoviLine sólo servía para hablar... y pagar mucho
Los precios de la telefonía móvil en sus inicios eran muy diferentes a los de hoy, en los que la cuota mensual incluye minutos y llamadas, pero cuando MoviLine llegó al mercado, no sólo había que pagar la duración de cada llamada, sino que también era necesario pagar una cuota mensual y un coste de alta.
MoviLine ofrecía tres tarifas diferentes (Negocio, Personal y General) que principalmente se diferenciaban por la cuota mensual y el coste por minuto, pero en todos los casos, el precio por minuto dependía de tres franjas horarias. Es decir, no pagabas lo mismo si llamabas en horario laboral, a la hora de comer/cenar o por las noches y fines de semana.
Para hacernos una idea, con el contrato Personal, había que pagar 11.600 pesetas de alta (unos 70 euros sin tener en cuenta la inflación) y 2.500 pesetas de cuota mensual (unos 15 euros). Las llamadas tenían un establecimiento de 14 céntimos de euro y se tarificaba por minuto completo a unos precios que oscilaban entre 60 cént/minuto en horario normal, 21 cént/minuto en horario reducido, y 8 céntimos de euro por minuto en horario super reducido (de 22 a 7h de lunes a viernes y fines de semana las 24 horas).
Por supuesto, el teléfono móvil no estaba incluido, ni subvencionado, ni se pagaba a plazos, aunque era necesario comprarlo homologado al operador. En los inicios de MoviLine, se ofertaban modelos como el Nokia 101 por 79.900 pesetas, Sony CM-H333 por 99.900 pesetas, Panasonic Serie 1 por 145.000 pesetas, Motorola Microtac II por 136.000 pesetas, Ericsson Hotline EH97 por 84.900 pesetas o el Alcatel Microsun por 99.900 pesetas.
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