Justo hace un año de la entrada en vigor de la denominada como Ley General de las Telecomunicaciones, un compendio de normas y obligaciones que nos trajo algo que todos esperábamos desde hace tiempo: que se acabasen las llamadas Spam, aquellas que nadie desea recibir. Tras doce meses de implementación, ¿tú has notado algo? Yo tampoco.
Llevo más de diez años con el mismo número de teléfono como personal y me he ido apuntando a todos los servicios antispam que he ido encontrando. Aplicaciones de terceros, las de mis propios teléfonos y otros servicios de calado, como la lista Robinson. Con todo ello, lo cierto es que el número de llamadas que no deseo se redujo prácticamente a cero. Con la entrada en vigor de la ley que prohíbe las llamadas Spam las he vuelto a recibir.
De prometer el fin de las llamadas Spam a recibir más llamadas que nunca
Desde la entrada en vigor de la nueva Ley General de Telecomunicaciones he notado un progresivo aumento de las llamadas que no deseo. Paradójicamente, las empresas de marketing se comportan de manera contraria a la que deberían. Y me consta que ésta es una tendencia general: todas las personas a las que pregunté me respondieron lo mismo, que también han notado un incremento de las llamadas Spam.
Pese al incremento en las llamadas comerciales, lo cierto es que no hay casos notorios de multas por saltarse la Ley aparte de los 1.000 euros que le cayó a una empresa de marketing por enviar un SMS no deseado. Y aquí está la clave: durante este último año recibí más llamadas Spam porque yo mismo las autoricé. Dicha clave se encuentra dentro de la propia Ley General de Telecomunicaciones.
Dado que las empresas de marketing sólo pueden comunicarse con los posibles clientes si éstos autorizan las comunicaciones, la mayor parte de los contratos que firmamos incluyen cláusulas para autorizar las llamadas comerciales; tanto de la empresa con la que firmamos como de aquellas asociadas a ésta. En la práctica, abre la puerta a que las llamadas Spam sigan produciéndose, incluso en mayor medida. Con otro agravante.
El «interés legítimo» es la trampa que utilizan las empresas de marketing para seguir con las llamadas Spam dentro de los marcos legales. ¿Que tengo contratada una línea de teléfono? Pueden llamarme para ofrecerme una mejor. ¿Un contrato de electricidad? La antigua empresa puede bombardearme a llamadas para que vuelva con ellos. Y así con todo: en la práctica, hay casi vía libre para el Spam sin consecuencias.
Seguiré recibiendo llamadas Spam. Y tú también
«Hecha la ley hecha la trampa», éste es un dicho que toma todo el sentido cuando analizamos las consecuencias de un marco legal que, pese a que tenga buenas intenciones, deja un resquicio que termina reventando ante la presión. Si nos las prometíamos felices con la idea de no volver a despertarnos de la siesta por una llamada para cambiarnos de operador, al final la única manera de que esto no ocurra será apagar el teléfono. O bloquear todas las comunicaciones que no estén en la agenda.
Uso la aplicación de teléfono con el filtro antispam, bloqueo las comunicaciones de números desconocidos y nunca descuelgo ante una llamada extraña fuera de horario laboral. Este conjunto de acciones me evita muchas molestias, pero no todas: siguen colándome Spam mientras estoy trabajando. Porque claro, nunca sé si ese número que no está en mi agenda intenta comunicarse conmigo por algo de trabajo.
Es una lástima que las empresas puedan saltarse la ley de forma tan sencilla y sin consecuencias, aunque también es culpa mía: tendría que denunciar ante la AEPD a todas las empresas que me llamen sin que yo lo haya pedido. De hecho, es lo que pienso hacer a partir de ahora. Y te recomiendo que hagas lo mismo.
Imagen de portada | Iván Linares
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