Compré mi iPhone 13 Pro en otoño de 2021 y a día de hoy la salud de su batería me marca un 86%. Junto a la del espacio disponible, esta es una de las dos comprobaciones de mi teléfono que realizo periódicamente para ver cómo evoluciona el estado de mi móvil. La sorpresa es que cuando lo miré la última vez, allá por el mes de junio, la capacidad de la batería marcaba un 88%. Sí, la batería se deteriora irremediablemente con el uso y las cargas, pero tiene otro gran enemigo: el calor. Así que cuando constaté que el descenso de la capacidad de la batería era más pronunciado que lo "habitual", tomé medidas: así es como mantengo a raya la temperatura de mi iPhone.
Vaya por delante que suelo mirar una vez cada par de meses aproximadamente cuál es la capacidad de la batería y como mucho suelo ver descensos del 1%, por eso al ver dos unidades saltaron todas las alarmas porque no he hecho nada fuera de lo normal dentro de mis hábitos con el teléfono, pero algo ambiental había cambiado: la temperatura ha subido (después de todo, estamos en verano).
Apple es claro en esto: la temperatura ideal de la batería del iPhone va de los 0 a los 35 grados. Si el dispositivo se sale de este rango, entran en acción las medidas de Apple para cuidar del móvil, lo que afecta a su comportamiento. Así, la batería se agota antes y el teléfono va más lento. Sin embargo, a veces seguimos usando nuestro teléfono aunque este esté expuesto a temperaturas superiores, lo que como Apple explica, puede reducir permanentemente la duración de la batería.
Ante el calor: mucho sentido común y uso "sensato"
Uno de los cambios que sí que tienen lugar en mi rutina veraniega es que hago algún que otro viaje extra, por ejemplo a la playa a pasar el día o de vacaciones. No son viajes más largos o exigentes que los que hago durante el año (donde esencialmente cogemos el coche de Pamplona a Madrid y viceversa), pero sí que tengo en cuenta algo: como uso el teléfono para navegación con un soporte, lo coloco al lado del aire acondicionado para contrarrestar el efecto del sol directo y la temperatura. Si apago el aire, retiro el móvil del salpicadero.
Cargo mi teléfono a diario, pero mientras que durante el año lo hago sin preocuparme por el enchufe que uso o la funda, cuando cargo el iPhone en verano le quito la carcasa, lo enchufo a un enchufe situado en un lugar sombrío donde no cae el sol de las ventanas y además apoyado en el suelo de baldosa. Con la carga, el iPhone se calienta algo siempre, pero así contribuyo a que se mantenga lo más fresco posible.
El verano es la época del año con más tiempo libre, con bastantes ratos ociosos tomando el sol en la playa o la piscina o en una terraza. ¿Qué suelo hacer cuando no tengo nada que hacer? Leer Twitter o ver historias de Instagram. Ahora mismo en la medida de lo posible he tratado de evitar esa costumbre cuando estoy bajo el sol para evitar la exposición directa del teléfono durante un tiempo prolongado. A cambio, lo guardo a cubierto en mi mochila, alejado de los rayos solares.
No obstante, de vez en cuando toca usar el móvil sí o sí bajo el sol estando en exteriores. Usarlo sin funda no es una opción para mí porque tengo dedos de mantequilla, así que opto por manipularlo lo justo y necesario y evitar tareas que contribuyan a subir la temperatura salvo que sea fundamental para mí. ¿Qué tareas? Por ejemplo aquellas apps que usan la aplicación permanentemente o la cámara.
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