Está claro que para utilizar los múltiples servicios presentes en Internet de forma habitual es necesario, en la mayoría de las ocasiones, disponer del equipamiento adecuado y costearse la tarifa de acceso correspondiente. Esto abre brechas digitales entre los usuarios con rentas más bajas, condicionando la forma en que se conectan a la Red y el modo en el que navegan.
Lo que puede resultar más sorprendente es cómo el tipo de acceso y el uso de Internet se ven también fuertemente condicionados por el nivel de ingresos en las rentas medias-altas (aquellas por encima de los 30.000 dólares anuales).
Según un reciente estudio del Pew’s Internet & American Life Project realizado en EEUU, aquellos ciudadanos que obtenían ingresos superiores a los 75.000 dólares anuales utilizaban en un 95% Internet y los teléfonos móviles, frente al 57% de los que ganaban menos de 30.000 dólares.
Este uso viene obviamente condicionado por la disponibilidad y el tipo del acceso en los hogares. El 87% de los hogares con ingresos superiores a 75.000 dólares tenía acceso de Banda Ancha en sus domicilios, lo cual incrementaba la utilización habitual de la Red, en contraposición al 40% de quienes ganaban menos de 30.000 al año.
Además existen grandes diferencias en las actividades realizadas durante la navegación y en el uso dado al ancho de banda disponible, a pesar de disponer de tecnologías de acceso similares. Así, los más adinerados tienden a utilizar frecuentemente servicios de alquiler y compra de contenidos digitales, banca online, consulta de noticias, visualización de vídeo en streaming, etc., sacando mayor partido a las posibilidades ofrecidas por la Web que los ciudadanos con menos ingresos.
Un estudio interesante, aunque parece no tener en cuenta tres factores claramente determinantes para la utilización de estas nuevas tecnologías: la ocupación, el tiempo libre que puede ser destinado a ocio y la edad de los usuarios.
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