Lo de que “ahora todo ocurre más deprisa” es una aseveración casi literal porque pocas cosas escapan a esta afirmación, ni siquiera la madurez. Es relativamente fácil controlar la avalancha de información que supone el acceso a las redes cuando hemos crecido en paralelo a ello, pero cuando el usuario se haya esa época de plena impronta de curiosidades que es la adolescencia hay que tener en cuenta que los móviles son una parte importante al ser el primer recurso en muchos casos para una consulta, y esto también incluye el sexo.
Uno de los nuevos conceptos en relación al sexo virtual que se ha acuñado con unas tecnologías que ya nada tienen de nuevas es el sexting, un nuevo término híbrido de las palabras en ingles “sex” y “texting”, en referencia al envío de mensajes con el móvil. De este modo, entendemos por practicar sexting el envío de contenidos de tipo sexual mediante el teléfono móvil (de hecho, en inglés ha derivado a verbo, to sext).
Adolescentes: tanto cazadores como víctimas
¿Es algo nuevo? Ni mucho menos, pero tras años de que estas actividades estuviesen en un plano más bien discreto, los envíos tanto de texto como de fotografías se incrementarían vertiginosamente con la expansión de los smartphones y por ende de las apps de mensajería instantánea. Algo que en España ocurriría alrededor de 2009), un fuego cuyas cenizas venían ya de hecho de la mensajería desde el ordenador con aplicaciones como el MSN Messenger.
El sexting es por tanto un nombre más reciente de una actividad con cierta antigüedad así como de un negocio, si tenemos en cuenta las apps y portales de internet que a consecuencia han ido saliendo, como el propio portal Sexting.es. En él hay contenido informativo en relación a esta actividad y ya vemos que se habla de “peligro” (de hecho hay un apartado específico), con especial atención al público menor. ¿En qué medida está extendida esta práctica entre los adolescentes?
Según una encuesta que realizaron en Do Something en los Estados Unidos, alrededor del 40% de los adolescentes han compartido mensajes sexuales. Una práctica que según sus datos era más frecuente en el género masculino, a diferencia del envío de fotografías con desnudos integrales o parciales que ocurre de manera más frecuente en chicas.
En cuanto a éstas, la principal motivación para practicar sexting es bromear (en un 40% de los casos). Un 34% lo hace para "sentirse sexy" y un 12% asegura sentir cierta presión social para iniciarse. De hecho, ya sobre el total, llama la atención que el 61% de los casos en los que se han enviado imágenes de desnudos admitan que la primera vez se sintieron bastante presionados a hacerlo.
Unas imágenes que junto a todo el contenido en general en principio se dirige a sus parejas en un 70% de los casos, aunque vemos que el 17% de los mensajes se comparten con alguien más y hasta un 55% de las veces con más de una persona. Esto hace que el sexting pueda pasar de broma o en cierto modo un experimento a algo más grave teniendo en cuenta la velocidad que alcanza la viralidad del contenido en ocasiones, por no hablar de las malas manos que siempre hay.
There's a lot of apps for that
Nuestros compañeros de Magnet ya hablaron del sexting y de que además del riesgo de no saber dónde acaban sus imágenes está la parte desagradable de recibir lo que no se desea, hablando de sexting consentido y no consentido. Una de las reflexiones que se hace es en relación a los medios (es decir, a la tecnología) dado que existen voces que hablan de un sexting más o menos seguro según la plataforma que se emplee.
Este es un enfoque poco realista dado que en la práctica, como decía Juan en el artículo de Magnet, salvo que se recurra a gestionar proxys no existe diferencia entre un servicio y otro en cuanto a la obtención de material. Pero, ¿cuáles son las apps a las que se acude para la práctica de sexting?
Snapchat es la que más suena en la mayoría de estudios y artículos que hablan sobre esta actividad. Y no es de extrañar dado que se trata de una de las apps de mensajería efímera cuyo principal reclamo en este caso es la "teórica" desaparición del contenido, algo a lo que hacen referencia en este artículo de CNN en el que además mencionan VaporChat o Cyber Dust. Otros ejemplos son Kik o Whisper, de la cual hablamos hace un tiempo junto con otras apps que mantienen el anonimato.
Jugar sin leerse las instrucciones
La curiosidad, la experimentación o la popularidad son las principales motivaciones para que se inicie la práctica del sexting en estas edades más tempranas al suponer un acceso privado y una posible manera de encajar a nivel social. Pero lo que parece común es que no conocen bien los riesgos de perder el control de las fotos, y las sorpresas vienen cuando esos juegos pasan a un plano judicial. Éste de hecho es uno de los peligros que se exponen en Sexting.com, recordando que la imagen de una persona está protegida por la Constitución, la Ley de Protección de Datos o el Código Penal y otras directivas.
Esto da más peso a la necesidad estar bien informado (ya no sólo el adolescente, sino a todo aquel que practique sexting) tanto sobre la pérdida de control en cuanto el material, texto o imagen, sale de nuestro terminal como de las consecuencias legales. Y sobre todo a que haya una correcta educación sexual en la que se incluyan estas materias y este público actúe en consecuencia sin imposiciones, sino entendiendo los pros y los contras.
Imagen | Ars Technica
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