Hace ya tiempo que se promulgó la ley que obligaba a identificar a los usuarios de tarjetas prepago de telefonía móvil y como suele ocurrir parece que la preocupación crece a medida que nos acercamos a la fecha límite del 8 de Noviembre.
Lo estipulado es que tras esta fecha las líneas de prepago que no tengan titular identificado sean dadas de baja y se estima que puede darse el caso en unos dos millones de líneas, la horquilla está entre uno y tres millones.
Con la previsión más desfavorable estos números equivalen a un 15 por ciento de los clientes de prepago y un 6 por ciento del mercado total de telefonía móvil. Habría que analizar los datos del volumen de negocio que representan estas líneas para las operadoras: cuantas tienen un consumo apreciable o son líneas realmente activas.
Si todavía no hemos identificado nuestra tarjeta el proceso es sencillo y sin coste: basta acercarse a un establecimiento de un distribuidor con la SIM y el Documento Nacional de Identidad y la gestión se hace en unos instantes. En algunos casos esto ha generado comentarios de tiendas y operadoras sobre el tiempo dedicado a una gestión que como negocio no les aporta e interrumpe otras ventas, aunque quizá es la oportunidad de ofrecer al cliente el paso a contrato.
Analicemos nuestro entorno y veamos dónde está el problema, en el mío las personas de cierta edad que conozco todavía no han hecho la gestión y no tienen nada que ocultar. Simplemente unos lo ven muy complicado y otros piensan que ya tendrán tiempo.
Vía | Expansión
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