El término "consentimiento" nunca ha estado tan manido. El caso de La Manada ha supuesto un antes y un después para una palabra que a pesar de tener una clara definición en el diccionario, sigue siendo cuestionada e interpretada según intenciones. La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, ha vuelto a abrir la herida sobre la violencia sexual en España proponiendo una reforma del código penal que aplique que cualquier acto sexual sin un "sí" expreso, sea considerado delito.
Y es que durante el juicio de La Manada, la defensa se agarraba con fuerza a la idea de que la denunciante nunca dijo "no", pero tampoco dijo sí. En este escenario hay quien considera que un encuentro sexual es casi una relación contractual, en la que tener un papel firmado con ese "sí" da carta blanca para actuar sin consecuencias. No son ni una, ni dos, ni tres, las aplicaciones móviles que se han desarrollado con este fin y que (desafortunadamente) encontramos en las tiendas de aplicaciones.
Consentimiento por Bluetooth o QR
Si buscamos en Google Play o App Store las palabras "consentimiento sexual" en castellano, encontramos hasta seis aplicaciones que prometen ser ese vínculo legal entre dos personas a la hora de establecer los términos en una relación sexual. La primera de ellas es iYeah, que no es más que la antigua iSex renombrada, aplicación que Google eliminó de su tienda de aplicaciones por considerarla machista dado que su creador afirmaba que su función era evitar las denuncias falsas.
La aplicación sigue siendo la misma, nada en ella ha cambiado. Ofrece la posibilidad de mandar y recibir consentimiento por Bluetooh, enviárselo a alguien que no tenga la app por email e incluso, tener un archivo con el histórico de todos los consentimientos gestionados.
Pero como decimos, iSex no es la única aplicación que se jacta de ser mediadora del "consentimiento" virtual. Recientemente ha aterrizado We Say Yes, otra app con el mismo atroz fin, pero que cambia el envío vía Bluetooth por un sistema de lectura y generación de códigos QR.
La hemos probado y además de funcionar pésimamente, ofrece una opción para marcar si estamos o no bajo los efectos del alcohol antes de enviar el consentimiento o aceptarlo, pero ya os adelantamos que no sirve de nada, ni siquiera bloquea el envío del mismo, lo que habría sido al menos lógico dentro de tanta incoherencia.
Pero además de estas dos aplicaciones (que afortunadamente cuentan con muy pocas descargas) hemos encontrado otras como LegalFling en la que incluso, podemos elegir el tipo de sexo que vamos a "autorizar" y si permitimos que se tomen fotos o vídeos durante el en encuentro.
También nos hemos topado con otras como Contsentsy que genera el acuerdo "presexual" a modo de grabación, como la si de la declaración jurada en un juicio se tratara. Todas estas aplicaciones se venden como una herramienta para "facilitar" el acuerdo entre dos partes, pero el tema aquí es que hay cosas que no son mercancía: como los derechos, la seguridad y la integridad.
Un salvoconducto para el abuso
Y es que ninguna app, ni ningún papel firmado equivalen al consentimiento de una persona. Es más, tal y como están enfocadas estas aplicaciones, se ven claramente como un salvoconducto en el caso de que se cometa algún acto en contra de la voluntad de la otra persona, bajo la excusa de un «ah, habías dado tu consentimiento y me lo has pasado por bluetooth, ya no me puedes denunciar».
Y es que puede que alguien diga sí en un momento puntual e incluso que acepte a decir "sí" por Bluetooth o grabación en estas aplicaciones pero, y ¿si decide no seguir adelante con esa relación? ¿Todo vale porque hay una aplicación mediante? No, no vale todo y mucho menos cuando hablamos de un término tan claro y tan serio como "consentimiento".
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