El móvil está sustituyendo, poco a poco, a muchos de los objetos cotidianos que utilizamos en el día a día. Y es que sin darnos cuenta, los smartphones se han convertido en la navaja suiza de la tecnología, haciendo las veces de calculadora, bloc de notas e incluso de cámara de fotos.
El siguiente paso en esto de convertir el móvil en objeto multiusos llegó con la irrupción de los sistemas de pago móviles. Apple Pay o Samsung Pay, ya nos permiten pagar en diferentes establecimientos aprovechando la tecnología NFC, ¿pero qué hay de sacar dinero en cajeros? También es posible y puede que éste sea el principio del fin para el plástico.
Santander lo permite, pero no es el primero
Desde el pasado día 6 de abril, el banco Santander permite que sus clientes puedan sacar dinero en sus cajeros contactless tan solo utilizando su teléfono móvil. Este nuevo sistema está disponible para todos los móviles que cuenten con tecnología NFC independientemente de si el sistema operativo es Android o iOS.
Pese a ser la primera entidad que permite realizar esta acción sin depender de aplicaciones de terceros, y solo utilizando NFC, no es la primera que permite la extracción en cajeros mediante gestión móvil. EVO lo lleva haciendo desde el comienzo, eso sí, dependiendo del servicio de retirada de efectivo en cajeros, HalCash. BBVA o La Caixa también permiten realizar órdenes monetarias para después extraer efectivo desde un cajero, pero no se trata de un sistema personal, sino de una transacción que puedes realizar independientemente de la entidad del cajero.
Todos estos bancos y servicios funcionan a través de órdenes por SMS o códigos, e incluso en algunos casos, tienen coste. En este sentido, el paso que ha dado el Banco Santander es realmente el de "insertar" la tarjeta bancaria en nuestro móvil, permitiendo que con solo acercar el teléfono al cajero podamos sacar o ingresar dinero. ¿Podría eso llegar a sustituir a las tarjetas?
Ventajas e inconvenientes
Si nos ponemos a analizar qué tiene de bueno y qué tiene de malo que poco a poco las tarjetas vayan a ser sustituidas por los teléfonos, la balanza torna inevitablemente hacia el lado positivo. Por un lado, la seguridad aumentaría notablemente, pues la tendencia es que cada vez más teléfonos cuenten con sistema de desbloqueo mediante lector de huellas dactilares o iris.
Otro punto a favor es que se terminarían las molestias que surgen cuando perdemos la tarjeta o se deteriora (por ejemplo cuando se imantan). Por supuesto, no debemos olvidar la comodidad de no tener que andar buscando en la cartera o el bolso, o de tener que introducir códigos de acceso. Importante también que se terminarían los tiempos de espera al solicitar una tarjeta nueva (siempre tarda varios días y en ocasiones el PIN llega por separado), pues podríamos operar con el móvil desde el primer momento.
Ahora, ¿inconvenientes? pocos pero los hay. Quizás el mayor problema podría darse si nos quedamos, por ejemplo, sin batería, y no tenemos posibilidad de recargar. Ese punto es el único que hace que por el momento, estemos condenados a que ambos sistemas sigan coexistiendo, pues por ahora y pese a los esfuerzos de los fabricantes por extender la autonomía de sus teléfonos, las baterías siguen siendo finitas.
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